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—No, _______, ya no—murmuró el pelimarrón desilucionado.
—¡Lo siento, en serio Hajime!—exclame mientras mis lagrimas amenazaban con salir—¡No quería comerme tu pan! ¡No sabía que era tuyo!
—Sabias perfectamente que era mío—susurró gélico—¿Sabes lo que me costo conseguir ese pan de Naranja?
—¡Te lo puedes comprar en cualquier oxxo!—exclame indignada.
—Pero ese era especial, le inyecte una ligera cantidad de jugo, lo hacía especial—cruzó sus brazos.
—Bien, ya, ire a un oxxo—tome mi abrigo y me acerque a la puerta—¡Y comprare otro pan para de dejes de chingar!—grité para cerrar la puerta.
Caminaba por las calles, eran exactamente las 7:04 pm, las calles estaban repletas de gente. Unos volvian de sus trabajos, otros llevaban a sus hijos a donde quisieran, solo para salir; mire el cielo, apenas oscurecía, pero sentía paz, no se la razón.
Entre a una tienda cualquiera para comprar el pan de naranja, pague y me redirigi a la casa, por cosas del destino y dinero, vivo junto a Hajime, al que apodamos el Jaime Naranjas.
—Hajime, ya llegué—abrí la puerta y lo vi recostado en el sillón, en solo volteo su cabeza para verme.
—Hola, ¿mucha gente?—preguntó para levantarse.
—Lo normal en un domingo, ¿no crees?—respondí burlona.
—Buen punto—hablo para acariciar mi cabello—Mientras no estuviste, hice un pequeño, pero nuestro, imperio.
—¿Vemos una película? Mientras gobernamos a las naranjas—comente como niña chiquita, el solo asintio.
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A decir verdad no tiene tanto sentido, es un simple drabble, aunque me da risa porque es algo que me paso.
Lección del dia: No te comas el gansito de alguien más o si no, te mandara a por otro.
