Amaki: la verdad fue muy difícil etiquetar a la persona, espero este bien y no etiquete a alguien random-
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
El 14 de Febrero, o San Valentín, para lo que muchos es el día más feliz en algunas personas, ese es el día más asqueroso y empalagoso, peor que la Navidad, en mi punto de vista.
Tal vez el hecho de que jamás recibí algo por algún chico me molestaba, pero a pesar de todo, son estupideces, tengo a mis amigos, es suficiente, si, amigos los cuales media escuela se siente atraída por ellos.
-Hola, __________-chan-saludó Shuichi, quien me sacó de mis pensamientos.
-Buenas buenas-saludó Rantaro de lo más tranquilo.
-Hola, ¿Qué me cuentan?-salude tranquila, observando las bolsas de plástico en las manos de ambos.
-Nos han dado demasiados dulces a Rantaro y a mi, se siente extraño-murmuró Shuichi nervioso, mientras se ocultaba la cara con su gorra.
-Es todo, adiós, me iré a lanzar de la ventana más cercana-bufe, el saber que no le intereso a nadie, es deprimente.
-Vamos, sabes que no hay problema si los compartimos-respondió Rantaro tranquilo.
-Creo que ese no es el problema-habló Shuichi-¿Hay algo que te moleste, __________-chan?
-Somos amigos desde que teníamos 8 años, y en los últimos años, jamás me han dado nada-suspire mientras recargaba mi espalda en la pared-¿No le intereso a nadie? ¿Tan fea soy?
-Si supieras el porque no-susurró el peliverde, para después recibir un codazo de parte de Shuichi-Y no, mi pequeña __________, no eres las terribles palabras que dices.
-Además, tú no le haz entregado chocolates a nadie, hay un punto débil-anotó Shuichi en su libreta.
-No voy la que seguirá la tradición de esperar un maldito mes por dulces blancos-me cruce de brazos.
Claro que había comprado chocolates y todo, pero el detalle es, son para dos personas, lo cual sería demasiado extraño.
Seguí sumergida en mis pensamientos, hasta sentir un algo cálido en mis mejillas, eran el tacto de sus labios en mis mejillas.
-¡¿Q-Qué hacen y por qué?!-me aparte, con las mejillas sonrojadas y una mano en cada una.
-No entiendo que te apena, hacemos eso desde hace años-carcajeó Rantaro, yo solo me fui del salón abandonado, totalmente avergonzada.
