Erliot Krov era un hombre bonachón, alto, gordo, calvo y de barba blanca. Cuando sonreía, las mejillas se le ponían redondas y coloradas, como un par de tomates. Recibió a los vampiros como a sus hijos, mientras conversó tendido con Armin en verislavo moderno. Los demás no entendían una sola palabra, ni siquiera Demian, debido a que él conocía el idioma en su versión antigua; muchos vocablos eran diferentes ahora, así como las maneras de conjugar los verbos irregulares.
Aun así, durante la charla, Armin fue traduciendo las partes importantes. El párroco vivía solo; había respetado el celibato desde su formación sacerdotal, comenzada a los veinte años. La compañía le vino bien, según el erudito; solo no debían mencionarle que eran unos vorloks y estarían bien dentro de su casa.
La planeación inició sin miramientos en la mesa del salón: Armin y Erliot discutieron las posibilidades de celebrar la svakna en las horas vespertinas. Al escuchar esto, Victoria se tensó y recordó el día que había tenido que huir del rayo de sol en Viena. En Demian se traslucían las mismas preocupaciones. Así, pues, él tomó la mano de su amada y se la apretó con cariño. Erlik se sintió poco convencido; en su rostro podía leerse un atisbo de incertidumbre.
—Si lo hacemos de noche —decía Erliot Krov en un inglés correcto, cuando tomó el coraje de comunicarse con este idioma—, los húsares podrían darse cuenta. Patrullan estos lares todo el tiempo en su caballería de pura sangre. Cabalgan hasta durante las madrugadas, y suelen revisar todas las calles. Todos estos campos son llanos y de noche es muy fácil que cualquier cosa se vea, mucho más una boda.
—No te preocupes, amigo. Solo yo seré el testigo. Nadie pensará nada malo —le contestó Vámbéry.
—Hace una semana se llevaron a una familia de aquí mismo, de Brankovan. Los rumores dicen que ya están en Siberia junto con los polacos, picando piedras.
—Sí, lo sé. Podríamos resguardarnos en algún punto estratégico.
—Señor Krov —intervino Victoria—. Tal vez sería mejor que ya no hiciéramos nada. Seguiremos nuestro camino.
—Lamento ponerme así —repuso Krov, comprensivo—. Es que las cosas están muy complicadas últimamente. Y no te desanimes, hija mía, que a mí recurren un montón de jóvenes enamorados como ustedes por bendiciones. Ya he celebrado svaknas, pero es más común que vengan por mi sola bendición. Muchos verislavos que se han negado a aceptar el ruso como lengua principal han escapado a Austria-Hungría con el sueño de librarse de la persecución. Yo mismo he pensado en dejar Miroslava, mi hogar...
Armin insistió con su carisma e ideas en cumplir la voluntad de sus amigos, hasta que el presbítero aceptó. La svakna se realizaría en el claro de una arboleda cercana, por la cual recorrían en ocasiones soldados rusos. Erlik no entendía mucho de cómo una boda podría realizarse sin el consentimiento de las autoridades, y Armin relató un poco de historia para que este punto quedase claro. Se suponía que el evento sería sencillo porque, en realidad, las svaknas habían sido creadas por una valiente resistencia de la Iglesia Ortodoxa Verislava en los tiempos de Vlad El Rey Sangriento, para evadir las nuevas políticas que iban en contra del mismo monarca. Quería Vlad que la religión hubiera cambiado para sus propios intereses, de modo que bodas, educación y otros negocios en los que participaba la Iglesia debían transformarse a conveniencia del rey. Los enamorados no querían que sus matrimonios se destruyeran para que Vlad tomase a sus esposas como prisioneras, o a sus tierras, o que sus vasallos les arrancaran a los hijos, en caso de ser nombrados traidores a la corona. La familia era un valor que para estos hombres ningún monarca debía jamás poner sus manos encima. De tal manera, fieles al cristianismo ortodoxo que Vlad pretendió destruir, decidieron hacer otra unión matrimonial que a los ojos de Dios seguía siendo válida, y que llevaba en su celebración el espíritu de su país tan adorado.
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Bloody V: Réquiem de Medianoche ©
VampireInglaterra, siglo XIX. Victoria se alimentaba de la sangre de los mortales y sembraba el pánico en los hediondos callejones de Whitechapel. Hasta los periódicos la apodaron Bloody V. Cuando finalmente es atrapada por Scotland Yard, la élite londinen...