Sathiel estaba muy cansado. La búsqueda no tenía provecho y había dejado a todos exhaustos. El círculo se separó en dos. Mientras Nikolas y Erlik se dirigieron a Escocia, Eris, Furkas y él se internaron en las pinedas que rodeaban la frontera, al norte del dichoso condado embrujado.
Las consecuencias fueron también muy funestas.
Primero, el grupo de Sathiel asedió un castillo poblado por la Orden del Alba, donde comerciaban con frascos de Elixir Rubrum y los repartían a pobladores de aldeas en las que existían brotes de diferentes enfermedades.
Luego, de tanto batallar contra los mortales, Eris y Furkas quedaron maniatados y necesitaron docenas de ratas para recobrar sus cuerpos, pues en los ataques se involucraba el mineral amarillo que tanto odiaban. Además, una de las tantas indicaciones del plan de Nikolas era la de no asesinar pobladores, excepto inquisidores, con la condición de que estos últimos fuesen silenciados o los desapareciesen con prudencia.
Sathiel lideraba la triada, y cargaba consigo una espada de acero verislavo, aunado a pistolas con las que repelía a los arqueros de la Orden. El saldo fue exquisito —por lo menos hasta quince bajas enemigas por base—, pero no pudieron llevarse consigo todos los cadáveres para alimentarse. Y, gracias a Zellem, Sathiel y su familia salió de los asedios con discreción. No los identificaron ni tampoco supieron que eran seres de la noche; sin embargo, los rumores sí comenzaron, porque se esparció más tarde el mensaje de que solo un vorlok hubiera tenido interés en atacar una base de la Orden.
Los mortales que habían acudido como parte de los refuerzos, y que no pudieron recibir las noticias a tiempo, llegaron a los castillos, ya consumidos por el fuego. Los frascos de Elixir habían superado su ciclo vital y habían destruido, como bombas, todo a su paso: papeles, evidencias, cadáveres, todo se había reducido en cenizas.
Aunque, hubo deliciosas torturas: Eris, con manzana en la boca, torturaba decenas de hombres con la ira de una fiera. En cada encuentro los hacía gritar, les torcía los brazos o los mutilaba con mordidas. «¡Horripilantes inquisidores! —exclamaba—. ¿Dónde está mi amado Demian? ¿Qué han hecho con mi preciado Demian?» Furkas aprovechaba a las víctimas pues, risueño y dominado por una gula tremenda, les arrancaba las extremidades a mordiscones y bebía la sangre, cuando podía, con auténticos rugidos monstruosos. Pero nadie hablaba ni decía nada; eran tan fieles los inquisidores que ni con las vísceras de fuera delataban a la tal Ravenhall.
A Eris le dolía ver que la sangre de su Demian se desperdiciara en tantos incendios. Por el olfato lo sabía, lo reconocía, y junto a Furkas lloraban el calvario de Demian Bathalpath.
Mas, Sathiel, aunque recibía reproches por parte de su familia debido a su escaso interés, no demostró tristeza por el encantador postillón. Le daba igual que sus fluidos fuesen utilizados como medicina para los mortales. Se reía, presumía que el payaso se lo merecía, se burlaba de Furkas por demostrar compasión por aquel y le decía a Eris que su amor no sería correspondido jamás.
—¿Has entendido, Víbora? —preguntaba Sathiel—. Demian ni se interesa por ti. Deja de seducirlo, de pensar en él, ¡y por todos los mundos, deja de comer comida de humano!
Eris se limitaba a abrazar a su Furkas, y juntos se echaron en un catre, en una casa abandonada y con fama de estar embrujada; pero la soledad y el viento fueron sus únicos acompañantes, porque de espíritus no hubo ni rastro.
Pero Sathiel, con la mirada puesta en la ventana resquebrajada, empezó a presentir a un fantasma auténtico, uno al que, de hecho, le profesaba devoción. Los árboles se agitaban y dejaban caer sus hojas amarillentas, las corrientes de aire pronunciaban su nombre y, antes del amanecer, listo para dormir en el sótano, creyó escuchar al mismísimo Zellem, el señor de todos los vorloks.
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Bloody V: Réquiem de Medianoche ©
VampirosInglaterra, siglo XIX. Victoria se alimentaba de la sangre de los mortales y sembraba el pánico en los hediondos callejones de Whitechapel. Hasta los periódicos la apodaron Bloody V. Cuando finalmente es atrapada por Scotland Yard, la élite londinen...