Two Worlds Collide [Marvel OC]

THREE

Olivia.

En la mañana desperté con el estruendoso ruido de la alarma, el cual despertó a mi padre también.

Me rasco la cabeza mientras trato de acostumbrar mi vista al sol que entra por mi ventana.

El sueño de anoche vuelve a mi cabeza, y no deja de atormentarme. ¿Por qué yo no estaba ahí? Era como un espectador, no podía hablar, no podía tocar nada, fue como ver la escena de una película. Desesperante y aterrador. Ver a Peter tan desesperado y desgarrando su voz intentando que esa tal Gwen reaccione... ¿Era real? ¿Era algún tipo de visión?

Quería preguntarle, pero no creo que sea el momento, pero entonces... ¿cuándo lo será? Puede que él vuelva mañana, y yo seguiré con la intriga de ese sueño, de cómo llegó a ser Spiderman.

Me levanto de la cama y salgo de mi habitación, lista para despertar a Peter. Cuando llego a la sala, lo encuentro en el sofá cama, completamente dormido, con las piernas y los brazos apuntando hacia cualquier lado. Su boca está ligeramente abierta, y su cabello desordenado. Sonrío con ternura.

— Peter —pronuncio su nombre bajito, pero no hay respuesta de su parte. Me atrevo a acercar la mano para tocar su brazo, pero nunca llego a hacerlo porque él me detiene, sosteniendo mi mano a mitad de camino. El tacto de su piel me genera una descarga eléctrica.

Pego un salto del susto, y él se sobresalta.

— ¿Estabas despierto? —inquiero. Él me suelta y se sienta.

— No, pero es una de las ventajas de ser... Ya sabes, el hombre araña —murmura lo último para que mi papá no logre escuchar.

— ¿Tener reflejos?

— Podría decirse, sí. Yo le llamo sentido arácnido —lo miro sorprendida.

— Okey... Todavía tienes que contarme sobre eso.

Y yo debo decirle sobre mi pesadilla.

— Lo sé. Oye, ¿de casualidad no tienen un cepillo de diente de más? No tenía el mío en la mochila cuando un hechicero me cambió de realidad.

— Tienes suerte de que tengamos muchos repuestos en el baño —le señalo la puerta y él asiente.

— ¿Y crees que podamos tomar prestada alguna prenda de tu amigo?

— Sí, aunque debo advertirte que eres más alto que él —lo hago seguirme hasta mi habitación—. Tengo una camiseta suya aquí, una vez me la prestó —abro mi clóset y saco la prenda. Es blanca y tiene una ecuación que no entiendo.

— Sirve, gracias —me quedo viéndolo mientras comienza a sacarse la camiseta, hasta que recuerda que estoy ahí—. Lo siento, ¿puedes...?

— ¡Oh, sí, perdón! —salgo disparada para darle algo de privacidad.