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Querido diario.

Hoy, después de casi un año decidí reencontrarme con una amiga de la infancia.

Al inicio estaba bastante emocionada, pensé que nada podía salir mal.

Cuan equivocada estuve.

Todo marchaba de maravilla, pero cuando me preguntó sobre mi vida no pude contestar, me quedé muda. Que pensaría si supiera que este último año de mi vida se ha basado en estar encerrada en mi habitación, ir con mi psicóloga y llorar todo el día?

Aún así no quise ser grosera y le pregunté de la suya. Y eso me derrumbó.

Porque a diferencia de mi, ella vivía una vida plena y feliz. Estudio una ingeniería y consiguió el trabajo de sus sueños, conoció al amor de su vida, se casó, tuvo hijos y compro una casa en una residencia hermosa.

Y juro por mi vida que intente no sentir envidia.

Pero no pude evitar dedicarle una sonrisa tensa y apretar mis manos para no salir corriendo a mi casa para llorar y gritar.

El resto del tiempo ella intentaba sacar conversación y yo trataba de responder mientras reprimía las lágrimas, y cuando al fin pude irme a casa solo me quedé acostada en mi cama, pensando.

¿Porqué yo no podía ser como ella?

¿Porqué yo no tenía una vida?

¿Porqué yo no era feliz?

Un Diario PerdidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora