Unas horas después:Las chicas finalmente han vuelto a la residencia, un tanto cansadas por la larga caminata que habían dado en el centro comercial, más por ese último recorrido improvisado, en busca de un nuevo vestido para las bailarinas. La pelinegra no pensaba dejarlas usar cualquier cosa, debían ir acorde a la temática que la sensei le había dicho.
La mayoría de los varones ya se encontraban dispersos en la residencia, casi todos descansando en sus respectivas habitaciones. Mientras que otros lo hacían en la sala común. El peli-morado mira por ultima vez el interior de aquella bolsa. Desde hace un rato, lo había estado planeándolo junto a algunos cuantos de los más fiesteros de ambas clases. La emoción por el que llegara la hora de la fiesta se le notaba completamente en la mirada.
—¿Crees que con eso sea suficiente? — le pregunta el rubio eléctrico al peli-morado mirando también la bolsa que ahora se estaba guardando el enano en el bolsillo del pantalón.
—¡No te preocupes! Si hace falta, podemos pedir más — le asegura el cabeza de uvas mostrándole su celular — Una llamada y ¡listo! Conseguiremos la cantidad que queramos así de rápido — truena sus dedos.
—Si que lo tienes bien planeado, ¿eh? — una gotita nerviosa cae por su rostro.
—Nunca pueden faltar en las fiestas. Lo sabes muy bien — le muestra una sonrisa depravada.
—Por favor, no sonrías así. Das miedo — el morado, amplia más su sonrisa.
—Que repugnantes — murmura el cenizo quien junto al pelirrojo y el pelinegro habían escuchado toda la conversación. No era nada raro que ese degenerado de Mineta siempre planease cosas como esas para cada evento o fiesta organizada.
—Nunca cambiarán — agrega el pelinegro también algo incómodo por la forma de ser de aquel héroe cabeza de fruta.
—No es correcto lo que hacen, pero por lo menos con eso podrán un poco más animada la fiesta, ¿no lo creen? — dice el pelirrojo mostrando sus filosos dientes.
—Sí, tiene razón. De vez en cuando no está de más sobrepasarnos un poco, ¿o sí? — también sonríe interesado en aquello.
—Ni piensen que voy a ser parte de sus mierdas — sentencia el cenizo con voz amenazante y el ceño fruncido.
—¡Eso lo sabemos, hermano! ¡No te preocu-! ¡Oh! ¡Miren! ¡Ya han vuelto las chicas! — exclama el pelirrojo al ver al grupo de femeninas dirigirse a los elevadores, llevando consigo una bolsa de diferentes tiendas. — ¡Hey, chicas! ¡Bienvenidas! — les saluda con entusiasmo llamando su atención.
Los varones miran hacia ellas para saludarles. Amablemente responden con una gran sonrisa, ante la cálida y animada bienvenida del pelirrojo y los demás, más no cambian su rumbo ya establecido. Quedaban pocas horas para la gran fiesta y se merecían un buen descanso.
—Menos mal que regresaron antes — dice el rubio eléctrico aproximándose a su grupo de amigos, sin dejar de mirar a las recién llegadas. El pelirrojo y el pelinegro asienten.
—Oigan, no sé si habrá sido mi imaginación, pero me pareció que Uraraka nos estaba fulminando con la mirada — comenta el pelinegro llamando su atención. Lo miran curioso para después volver la mirada a las chicas, concentrándose en la castaña.
—¿Fulminandonos? ¡¿Cómo crees eso?!
—Debiste haber visto mal, Sero — cuestiona el pelirrojo sin poder imaginarse que ella fuese capaz de hacer algo como eso. De hecho, ninguno se lo podía ni imaginar — Digo, te lo creo de las demás, pero, ¿Uraraka?
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Marcas - Kacchako (+18)
RomanceSummary: Todas las fiestas que organiza la heroína Pinky terminan en algo desastroso pero, lo que nadie esperaba era que en esta última, cierta castaña gravitacional quedase enredada bajo las mismas sábanas que aquel joven explosivo. NOTA DEL AUTOR...