CAPÍTULO 17: "Un domingo a tu lado"

1.9K 128 70
                                    

.
.

La cálida luz del sol entraba delicadamente por su ventana, iluminando ligeramente la habitación, dando directamente en su redondo rostro. Interrumpida de su dulce y pacífico sueño, la castaña es obligada a abrir lentamente sus ojos. Al parecer anoche olvidó cerrar bien las cortinas para no ser interrumpida tan temprano en una mañana de domingo. Aproximó su mano derecha hasta su rostro, restregandola en sus ojos para poder, poco a poco, obligarlos a acostumbrarse a la intensa luz que la cegaba, más dejó de hacerlo al notar algo fuera de lo normal en sus manos.

—No están — susurro para si misma al notar que en ambas manos no llevaba puestos los guantes que se acostumbró, desde pequeña, a usar antes de ir a dormir para evitar activar su quirk entre sueños — ¿Cintas? — dudo al identificar dos pequeños pedazos de cita que envolvían dos de sus dedos, uno de cada mano, exactamente en las almohadillas — ¿Cuándo me las puse? — se preguntó dudosa — Mmmmm no recuerdo habérmelas colocado antes.

Una vez que pudo visualizar mejor sus manos, —enfocando mejor su vista— se percata a su alrededor que no se encontraba en su respectiva habitación de la U.A. Confundida aún más ante ello, recorre con su vista cada rincón de aquel pequeño y ordenado espacio. No había duda, era una de las habitaciones de la residencia, y no era la de cualquier compañero de clases, sino la de él. Fugazmente pequeños fragmentos de la noche anterior atravesaron por su mente, haciéndola sentir latir ligeramente su corazón y llevarse, al instante, ambas manos a su rostro: él complaciendo todo su cuerpo y ella dejándose llevar por cada una de sus caricias. Una noche meramente apasionada. Está por girar su cuerpo para quedar boca arriba, más el peso de algo encima de su cintura se lo impide, haciendo más presión y apegándola hacia el cálido y fornido pecho que se encontraba detrás de ella.

Con el corazón latiéndole ahora a mil por segundo, la castaña se arma de valor para delicadamente girar su cuerpo hacia la otra dirección hasta quedar cara a cara con aquel joven que la tenía abrazada por la cintura, impidiéndole el alejarse de él. Frente a ella se encontró con el pacifico y relajado rostro de aquel joven de cabellos cenizos, hundido en la profundidad de sus sueños. Se miraba tan tranquilo y tierno. Por una parte, se le hacía un poco extraño verlo sin el ceño fruncido, pero a la vez lo considero como un momento glorioso y único de apreciar. Se sentía privilegiada de poder verlo de esa manera y tan de cercas. Por inercia, aproximó su mano derecha hasta su rostro, para poder acariciar su mejilla y después sus delgados labios.

La noche anterior nosotros... — pensó atrayendo más a su memoria cada parte de lo sucedido. Cada palabra, cada expresión, cada caricia, todo lo que los había llevado a entregarse el uno al otro, para tener su ansiada primera vez.

Bakugou también le había entregado su primera vez. Puede que suene una cursilería, pero internamente, saber eso satisfacía su orgullo. Había sido la primera persona en coger con él y lo increíble de todo es que no había sido por solo una atracción sexual como se esperaría, si no un sentimiento que había mantenido tanto tiempo oculto en su interior y lo mejor de todo es que este era mutuo o, bueno, eso es lo que ella recuerda.

—Supongo que ambos estamos en la misma — murmuró mientras seguía acariciando con sus delgados dedos las mejillas del cenizo y además apreciaba su pacificó rostro — A veces uno se enamora de la persona menos esperada.

Y hablando de cosas inesperadas, el ligero apretón de su fornido brazo rodeado sobre su cintura la hacen atraerla más hasta él, tomándola por sorpresa y haciéndola sentir un ligero sonrojo apoderarse en su rostro. El cenizo hizo algunos pequeños gruñidos, indicando molestia por haber sido despertado de su profundo sueño.

—Así que ya estás despierta, cara redonda — susurro ligeramente con voz más ronca de lo normal, al ser mañanera, apretando sus ojos un poco antes de comenzar a abrirlos y poder encontrarse con el rostro redondo de su acompañante, frente a él — Tienes el sueño demasiado pesado, ¿lo sabias? — vuelve a apretarla atrayéndola más hacia él, aprisionándola con su agarre que era más bien un abrazo, pero uno que podría considerarse como posesivo.

Marcas - Kacchako (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora