CAPITULO 8: "Su dulce aroma a vainilla"

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Se apartó lo más rápido posible, antes de poder recibir alguna explosión por parte del cenizo. Sabe que tarde o temprano se lo agradecerá a su manera violenta, o eso quiere llegar a pensar por lo menos. Desde algún tiempo había tenido las sospechas de que aquel joven tan explosivo estaba comenzando a tener un ligero interés por aquella dulce y tierna compañera de clase. En varias ocasiones le lanzó de algunas cuantas indirectas para que este pudiese confesarlo, algo que le ha sido difícil, hasta ahora. Si no hubiese soltado aquello de la confesión de ella hacia el peliverde de seguro él ahora estaría durmiendo y no aprovechando de ese tierno momento junto a Uraraka. Quien diría que podría ser así de compresivo y acaramelado. Bueno, eso es lo que se puede apreciar desde esa distancia en la que está. Dibuja una sonrisa complacido por su gran labor para poder dirigirse a sus amigos quienes seguían intentando apartar a la rosada de la pista de baile.

—Está peor que niña de preescolar — suelta el pelinegro al llegar junto al grupo de amigos quienes seguían mirando la escena un tanto graciosa. Todos los presentes asienten. El mitad albino mira hacia el pelinegro curioso, para después mirar hacia detrás de él notando la ausencia de los otros dos que habían salido junto a él.

—Sero — le llama, captando su atención — ¿Dónde está Uraraka?

—¡Ah! Bueno... — mira de reojo hacia atrás, volviendo enseguida su vista hacia él — Ella está tomando un poco de aire fresco. No te preocupes — le asegura intentando no entrar a detalle sobre ese tema. No quiere llamar la atención de los demás. Sabe que si les comenta algo estos correrían para ver qué sucedía entre ambos y es que era algo imposible de creer. Por ello, no hay que arruinarles el bello e intimo momento.

—Ya veo — responde y poniéndose de pie, comienza a caminar hacia la salida justo a la dirección donde se encontraba aquel par de tortolos. Rápidamente el pelinegro, preocupado, se apresura a seguirlo, intuyendo algo malo.

—¡Todoroki! ¿A dónde vas? — le pregunta curioso, aunque más preocupado y nervioso.

—Iré a informarle a Midoriya lo que ha sucedido con Uraraka.

—Ah, vas con Midoriya — dibuja una sonrisa, relajándose un poco, pero... — ¿Eh? ¡¿Qué dices?! ¡No, no, no! — niega interponiéndose en su camino, colocando sus manos frente a él — No hace falta que le avises nada a nadie, Todoroki.

—¿Eh? ¿Por qué no? — no entendía la razón — Midoriya es quien prometió hacerse cargo de Uraraka, ¿no? Considero que lo mejor será informarle que ella...

—B-Bueno eso es verdad, pero... ammm — le interrupe, intentando pensar en algo que pudiese convencer al inocente mitad albino sin dar alguna información que podría delatar la situación de su amigo el cenizo. Está seguro que el mitad albino no es de los que le harían bulla sobre eso, pero su sinceridad e inocencia podrían revelar algo que no frente al cenizo y es seguro que nada bueno saldría de ello.

—Sero, — llama con seriedad el joven de cicatriz poniendo un poco nervioso al pelinegro, cuando este se ponía de esa manera era de preocuparse — Dime la verdad.

—¿L-La verdad? — traga con dificulta. Los nervios cada vez aumentaban. ¿Qué verdad podría soltarle sin revelar la situación del "bakuraka" que había fuera del edificio?

—Bakugou... ¿él se hará responsable?

—¿Eh?

—De Uraraka — aclara — Tu mismo lo dijiste hace un rato: él también... parece estar preocupado por ella al igual que Midoriya.

—Pues... — no sabe que responder realmente, ya que no podía asegurar que era el mismo sentimiento que ambos sentían hacia ella. Tal vez del cenizo puede suponerlo un poco por lo que ha visto, pero del peliverde, tenia demasiadas dudas.

Marcas - Kacchako (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora