XXIII

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Un pequeño de siete años estaba garabateando en una hoja de papel arrugado que horas antes había servido como envoltorio para unas pequeñas piezas de computadora, con sus frágiles piernas se movió de su diminuto dormitorio hacia la pequeña sala que se podía recorrer con tan solo dar unos cuantos pasos con sus pequeños piececitos.

_Gael, ¿podemos jugar a ¿'encuentrame si puedes'?, prometo no esconderme tan bien para que tú puedas encontrarme,_ preguntó el pequeño mostrando su amplia sonrisa a la persona que le doblaba la edad a su lado.

_Ahora no chiquitín, quizá más tarde, sí._

_Pero yo quería...,_ el pequeño se agarró del pantalón de la persona a su lado desviando poco a poco su rostro hacia la mesa con muchos artefactos, posando su mirada directamente a las patas de esta donde yacía una pequeña portátil que recordaba haber visto la noche anterior cuando la habían traído a la casa.

_Gael, yo, yo no...,_ el pequeño apretó el agarre levemente, _si ve esto de seguro...,_ el pequeño calló rápidamente y el miedo se instaló en su cuerpo cuando escuchó el tintineo de llaves al otro lado de la puerta.

_Lo sé, ehm, ¿querías jugar a 'encuentrame si puedes, verdad chiquitín?, pues escóndete y yo te buscaré,_ el adolescente giró al pequeño para que este fuera a esconderse.

_Está bien..._ el pequeño sabía que Gael solo quería jugar en ese momento para protegerlo, pero aún cuando se escondía, aún cuando Gael nunca lo encontraba, siempre, todas las veces que se escondía, era encontrado por esa persona y al contrario que cuando jugaba con Gael, con esa persona nunca había una recompensa por esconderse tan bien, _pero y tú...,_ su voz se fue apagando cuando vió la tenue sonrisa del mayor una vez que la puerta de su dormitorio se cerró, rápidamente se encerró en el pequeño armario al lado de su cama, su corazón latía con fuerza pensando en lo que se le venía si era encontrado pero estaba más preocupado por Gael que por el mismo, Gael siempre lo protegía, era muy amable, cariñoso y siempre terminaba herido por su culpa.

El pequeño escuchó gruñidos e insultos desde el otro lado de la puerta, palabras que a su corta edad sabía que no debían pronunciarse por considerarse 'malas palabras' y se tapó la boca para no emitir sonido cuando sintió la puerta de su habitación abrirse, al mirar por la rejilla del armario, vió a la persona grande con un cable, de esos que se usaban para recargar computadoras.

_¡¡¿Donde estás?!!, sal de ahí malnacido, no te atrevas a esconderte de mí como siempre, ¿porque siempre creas problemas?, todo en tí es un maldito problema.!!_

El pequeño se tapó los oídos para impedir que aquellas palabras ingresaran a su cabeza, pero era imposible, los insultos eran cada vez peores y siempre se repetían una y otra vez.
Estaba sentado en una esquina del armario cuando la puerta de este se abrió y fue sacado de golpe.

_¡Eres un estúpido!, acaso no sabes que no debes tocar mis cosas, eres igual que tu madre de desobediente, porque jamás me haces caso, eres igual que la puta de tu madre._

El niño jadeo cuando el último látigo cayó sobre su frágil cuerpo, tumbado en el frío piso, perdió la cuenta de cuantos golpes de aquel cable ya había recibo, puesto que solo se sabía los números hasta el cincuenta, los que Gael le había dicho que eran de dos dijitos, estaba más que seguro que había sobrepasado aquel número pero después del látigo veinte su cuerpo quedó inconsciente por el dolor.

_¡¡Eres un inútil, la puta esa debió llevarte cuando se largó de aquí, solo eres un estorbo, ¿porqué haces lo que haces?, ¿estás loco?, ¿porqué eres tan tonto?, si tienes problemas mentales no me sirves, será mejor que te arregles o te arreglaré a golpes._

_Ga..el...Gael..._ murmuraba el pequeño encorvado en posición fetal sobre el suelo, preocupado por el niño mayor , pensaba que si el había sido golpeado tantas veces, Gael debía estar peor, como cada vez que eran golpeados. Reteniendo las lágrimas que amenazaban con salir, se limpió su rostro moviendo sus dedos lentamente para evitar el dolor en sus costados aunque no se atrevía a mirarse, estaba seguro de que había lo que él desde hace años cuando su progenitora se fue, comenzó a experimentar, terribles hematomas y heridas sangrantes, resultados de las golpistas que recibía.

Novios Al RescateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora