Capítulo 13 "Cumpleaños feliz"

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Laura

–Cállate, nos va a escuchar–le dice Jenni a Oliver. Lleva todo el camino sin callarse, hablando como un papagayo.

–¡Aahh! ¡Mi pie! ¡Lauu!–miro a Ania asustada y sin entender. Le  estaba pisando el pie.

–Lo siento–dije con cara de pena. Sus zapatos eran de color blanco.

–Oigan voy a llamar a la puerta–Eliza habló.

Caminábamos sigilosamente por el patio delantero de la casa de Lia, estando allí solo puede recordar aquel día, pero no era un momento para estar triste. Faltaban cinco minutos para las doce. En mis manos traía una cuchara y una olla. Los padres de mi amiga abrieron la puerta sonrientes. Se veían realmente emocionados y no era para menos. Su hija menor estaría cumpliendo diecisiete años.

–Pasen con cuidado, dejamos la puerta de su cuarto abierta, pero nos costó hacerlo. Está como piedra–nos dijo su madre muy bajito.

11:58 pm...

11:59 pm...

Los minutos más largos de mi vida...

–Ya, son las doce–dijo Oliver alborotado–uno, dos y tres.

Estás son las mañanitas que cantaba el rey David–todos cantábamos al unísono. Lia dio un salto en su cama y comenzó a sonreír.

Debo decir que cubano que se respete, sorprende a sus amigos a las doce, ya sea lanzarle un cubo de agua para que se valla todo lo malo, música, escándalo, llenarte la cara de cake, darte una serenata, tomar vino o bailar, eso es más que una tradición, es identidad.

Terminamos de cantar y cada uno le dio un abrazo y le deseó "Felicidades" a la cumpleañera. Nos sentamos en la sala de la casa y el padre de Lia nos trajo vino y Lia picó un pequeño cake. Brindamos y le contamos cómo habíamos planeado la sorpresa y lo que había pasado en el transcurso del camino. Media hora más tarde nos despedimos. Mañana sería un día inolvidable.

No voy a negar que era difícil ignorar todo lo sucedido con Roger y Fernando, pero no podía quedarme encerrada llorando. Tenía que ser fuerte y seguir adelante. Nunca fui una persona cobarde. Una amiga estaba de cumpleaños y no sería yo precisamente la encargada de causar malas caras. No soy tan egoísta como para hacer eso.

Roger

Son las seis y media de la mañana, me levanto y recuerdo que hoy es el día. Realizo todas las actividades matutinas y a las siete y quince minutos estoy listo. Salgo de mi casa y toco la puerta de Lianet, me abre y saluda con buena cara.

–Felicidades, te ves contenta–le doy un abrazo aunque no me recibe de igual forma.

–Claro que si, nada puede arruinarme el día–me dice y se separa.

–Bueno, nos vemos en la tarde, tú no vas a la escuela, pero otros si tenemos que ir–le sonrío tratando de ser amable.

–Está bien, que te valla bien hoy–me alejo y ella cierra la puerta.

Mientras camino rumbo a la parada para tomar el ómnibus hacia la escuela, pienso en que hoy será un día bastante difícil. Se me olvidaba un pequeño detalle: Laura, la persona que ahora mismo me tiene confundido. Era imposible controlarme con ella y es seguro que la vería en el cumpleaños. No sé cómo explicar los deseos que le tengo, es como si involuntariamente quisiera besarla, abrazarla o tocarla. Es tan difícil para mí. Había estado con chicas mucho mejores, me repetía una y mil veces, pero entonces ¿Por qué me está pasando esto? No encontraba respuestas.

En cinco minutos ya estaba sentado al lado de mi nuevo amigo Darío. Nos íbamos juntos todas las mañanas y también estábamos en el mismo grupo. Sacó del bolsillo de su pantalón un cigarro y lo puso en su boca.

Eres el amor de mi vida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora