𝑪𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 -13

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—¡Vamos, chicas, aprieten! ¡Hay que cerrar esta maldita maleta como sea! —imploro a mis amigas. 

—Si no te llevaras tantas cosas... —comenta Imra. La miro indignada. 

—¡Pero si ustedes me obligan a llevarme todo esto! Nía se atreve incluso a reír. 

—Hay que reconocer que tiene razón. Hemos sido nosotras. Imra, no obstante, no parece convencida. 

—Nosotras simplemente le hemos seleccionado las prendas imprescindibles. Luego ella también habrá metido en la maleta un montón de cosas inútiles. 

—¿Por ejemplo? —quiero saber porque no me ha convencido en absoluto. 

—¡Tus dichosas circulares fiscales! ¡Y no te atrevas a negarlo! —dice mi amiga con determinación. 

—Sí, creo que yo he estado tocando papeles —confirma Nía. Levanto las manos en señal de defensa. 

—Son cosas estrictamente necesarias. Y ahora probemos de nuevo, ¡con fuerza! 

—La ropa es necesaria, las circulares puedes leerlas en la oficina — replica Imra, que hoy está muy nerviosa. 

—¿Te has peleado con James? —pregunto, porque está claro que mi maleta no puede ser la causa de toda esta rabia reprimida. 

—¡Claro que me he peleado con James! —responde ofuscada—. ¿Cuándo no me peleo con James? 

Ahora todo cuadra.

Después de unos minutos largos y complicados, conseguimos cerrar la maleta. 

—¡Oh, por fin! —suspira Nía, que se sienta en el suelo agotada por el esfuerzo—. Deberías comprarte una maleta más grande. 

—¡Esta maleta siempre me ha ido bien y seguirá yéndome bien! —le hago ver. Imra también está de acuerdo con Nía. 

—Pero no es lo bastante grande y si sales con la condesa de Courtown y tienes que ir al castillo de Revington. 

—En primer lugar, yo no salgo con Lena—empiezo a decir con decisión. 

—Claro, ¡solo las dos se besan! —me interrumpe Nía. Le tiro un cojín e intento recuperar el hilo. 

—Bueno, como decía, no salgo con Lena. Y en segundo lugar, no sé cómo te imaginas Courtown, pero seguro que es una casa de campo grande. Imra rompe a carcajadas. 

—Hazme un favor, mujer que no ha leído una revista de cotilleos en su vida y que se obstina en ignorar la realidad de este país: cuando llegues y veas el castillo de Courtown, ¿podrías llamarme para contarme qué te parece? Justo lo que necesitaba para estar tranquila. 

—¿Es un castillo de verdad? —pregunto titubeante. —Es un castillo enorme —confirma mi amiga con sadismo. Mi rostro se contrae en una mueca de dolor. 

—Si mi madre se enterara, creo que renunciaría por una vez a su dieta y comería carne. Me asaría al horno. 

—¿Por qué? ¿Qué excusa le has dado esta vez para no ir a comer con ellos? —pregunta Nía. 

—¿Qué quieres que le haya dicho? Que tengo un viaje de trabajo. Punto. Por cierto, si llama aquí pidiendo información, vosotras no sabéis nada, ¿de acuerdo? —suplico. 

—¡Claro que no sabemos nada! Puedes estar tranquila. 

—¡Si supieras lo tranquila que estoy! Por algún motivo tengo un mal presentimiento acerca de este fin de semana. Como si algo muy, muy malo fuera a pasarme. Y, para ser sincera, últimamente ya me han pasado bastantes cosas malas, así que agradecería una pequeña tregua.

DEJAME ODIARTE (SUPERCORP)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora