𝑪𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 -14

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—No es por insistir, pero son casi las diez, Kara—dice una voz. Qué raro, me encuentro en una cama muy cómoda que no es la mía y una voz armoniosa intenta despertarme. Pero no quiero, se está muy bien calentita entre las sábanas. 

—Vamos, Kara, dentro de poco ya no quedará nada para desayunar. Tienes que levantarte ya. La voz sigue hablando, una voz que no me resulta del todo desconocida, pero que no puedo asociar a mi despertar habitual. A duras penas consigo abrir un párpado y luego el otro. Hay demasiada luz, me cuesta enfocar las cosas. Parpadeo y finalmente la niebla se deshace. Frente a mí hay un rostro, el de una mujer con el cabello oscuro y ojos intensamente verdes.

He visto esta mirada muchas veces... ¡Oh, cielos, es Lena! En un abrir y cerrar de ojos, nunca mejor dicho, recuerdo dónde estoy, y por qué me he despertado en el castillo de Revington. 

—¿No te encuentras bien? —pregunta Lena, que parece preocupada por mi expresión desconcertante. Me refriego los ojos. 

—No demasiado. ¿Qué hora has dicho que es? —pregunto con voz ronca a causa del sueño. 

—Son las diez —responde y me mira con recelo. Seguro que mi aspecto es bastante deplorable. 

—¿¡Qué!? —exclamo agobiada. Y de repente, estoy perfectamente despierta—. ¡No pueden ser las diez! ¡Nunca he dormido hasta las diez!.

—Bueno, pues son las diez —replica Lena y se cruza de brazos para observar el espectáculo que tiene frente a ella.

Ni siquiera me atrevo a imaginar qué aspecto tengo ahora mismo: ojos hinchados por el sueño, cabello despeinado, nada de maquillaje. ¿Cómo es que Lena no ha huido dando gritos? Juro que no me habría ofendido si hubiera escapado, de hecho me parecería lógico. 

—No sé si ofenderme o ponerme a reír —confiesa alejando su rostro del mío. 

—¿Por qué lo dices? —murmullo todavía con voz ronca y me siento en la cama. 

—Normalmente las chicas se arreglan mucho para que las vea, especialmente si es por la mañana y se encuentran en mi cama —insinúa con socarronería, y empieza a fijarse demasiado en el escote de mi pijama. Me lo esperaba. No llevo ni un minuto despierta y ya me ha soltado algo así. Por no mencionar que no me pueden provocar con el estómago vacío. 

—Esta es mi cama durante el fin de semana, que quede claro. Y honestamente, el aspecto que tengo antes de levantarme de la cama me importa un comino. 

—¿Siempre estás tan alterada cuando te despiertas? —pregunta como si nada. La miro con elocuencia. Lena ríe y sigue mirándome. 

—No me malinterpretes, es un cambio agradable. Por no mencionar que sin maquillaje tienes un aspecto más de niña. ¿En serio piensa esta estupida que eso es un cumplido? 

—¿Podrías apartarte para que me levante? —digo enfadada. Se mueve lo justo para dejarme un hueco y que pueda salir disparada hacia el baño. 

—¡Te espero abajo, en el comedor! —grita poco después cuando ya estoy segura dentro del lavabo. ¡Por fin un momento de paz! Es horrible empezar la mañana así: parezco recién salida de una película de miedo y ella, en cambio, está perfecta, bien peinada y bien vestida. ¿Cómo habrá conseguido dormir tan profundamente sabiendo que yo estaba en su cama? Una vocecita me dice que tal vez lo ha hecho porque precisamente era su cama, pero aparto rápidamente ese pensamiento molesto.

En pocos segundos me lavo los dientes y me visto. Opto por unos pantalones negros cómodos pero que dan el pego, y un jersey azul de cuello ancho. Por último me peino y me dejo el pelo suelto, que está un poco despeinado por la almohada, y me maquillo más que de costumbre. ¡Nada de parecer una niña! Salgo de la habitación y me topo con el primer problema: no sé a dónde tengo que ir. Bajo las escaleras por las que subimos anoche y emprendo una exploración en busca de comida. Afortunadamente, al pie de la escalera encuentro a Charles junto a una señora muy elegante que saluda a algunos invitados recién llegados. 

DEJAME ODIARTE (SUPERCORP)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora