—Kaaaraaaaaaa... Me despierto de repente e intento comprender de dónde procede el ruido. La puerta de la habitación se cierra con un golpe que avivaría incluso a un muerto. En la oscuridad del dormitorio oigo un ruido: alguien acaba de caerse al suelo. Mi mente se despeja de golpe y estoy algo asustada. Enciendo el interruptor de la luz que hay junto a la cama y veo a Lena tumbada boca abajo sobre la alfombra antigua. Su nivel etílico habrá empeorado desde que la dejé en el jardín. Me levanto.—Vamos, Lena, dame la mano, te ayudo a levantarte. No parece oírme. Sacudo su cuerpo, pero Lena se limita a emitir un gemido de dolor.
—Te lo mereces —le regaño sin ablandarme por la escena—. Beber hasta casi perder el conocimiento... Enhorabuena. Qué maduro. Lena se da media vuelta sobre la alfombra.
—Tú también habrías bebido en mi lugar... —murmura— ... si tu abuelo repitiera siempre los mismos discursitos...
—Por eso no visitas a menudo a tu familia. Con este ritmo, morirías por cirrosis hepática antes de llegar a los cuarenta —comento muy seca. De algún modo, Lena consigue reír. Pero se trata de una carcajada fea típica de borracho que no juega en su favor.
—No seas mala —suplica incorporándose.
—Te lo mereces —digo. Veo su rostro de sufrimiento y le ofrezco de nuevo la mano. Esta vez la toma, pero se detiene al ver el escote de mi pijama.
—¿Has acabado de mirar? —pregunto con voz aguda.
—Me siento mejor así. Finalmente decide levantarse del suelo. Pero el equilibrio dura poco. De una forma poco elegante consigo arrastrarnos hasta la cama, donde aterrizamos con un golpe seco.
—Estás super borracha —comento sorprendida. Ella murmura algo incomprensible.
—Lena, todavía llevas el traje, no puedes dormir así —le recuerdo.
—Sí que puedo... —Suspira y cierra los ojos.
—Vamos, te ayudo —digo, y le empiezo a quitar la chaqueta. Ella intenta colaborar como puede, pero la tarea es ardua. Trato de ignorar la extraña sensación en mis dedos mientras le desabrocho y le saco la camisa. Tiene un torso perfecto, pero eso ya lo sabía, y bra negro solo desvía mis pensamientos: la ropa no te queda como un guante si no hay un cuerpo notable.
—Los pantalones —me recuerda Lena. No, me niego a hacer eso.
—Solo te los quitaré si te los desabrochas tú —digo alzando la voz. No pienso poner ahí la mano. La mera idea hace que me invada un calor anómalo.
—Recatada —dice la medio muerta con tono acusador, pero luego, de algún modo, consigue desabrochárselos. Primero una pierna, después la otra, y finalmente se los quito. Sé que no debería mirar, pero no puedo apartar del todo la mirada: lleva unos calzoncitos ajustados. Dios mío. Prefiero no hacer comentarios.
—Vamos, métete en la cama —digo intentando cubrirla con las sábanas de algún modo. Agarro mi cojín decidida a dormir en el sofá cuando una mano me sujeta con firmeza. Todo pasa muy rápido. Caigo sobre el pecho casi desnudo de Lena emitiendo un sonido de estupor.
—¡¿Qué haces?! —pregunto aterrorizada por mi reacción a su proximidad.
—Shhhh... —se limita a decir y me acerca a ella.
—Lena, me confundes con alguien —digo para escabullirme, pero, aunque esté casi inconsciente, tiene mucha fuerza.
—¡LENA! —grito de nuevo, ahora muy nerviosa.
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DEJAME ODIARTE (SUPERCORP)
Fanfiction¿Puedes llegar a enamorarte de alguien a quien odias? Kara Danvers es abogada especializada en gestión de patrimonios y Lena Luthor es economista, miembro de la nobleza inglesa y famosa. una de las solteras de oro que aparecen en las revistas del c...