Es viernes por la noche y Lena me ha invitado a cenar a su casa. Hemos preparado algo juntas antes de tumbarnos en el precioso sofá de su apartamento. Estamos agotadas después de una semana de trabajo sin tregua. —Quédate esta noche. —Intenta convencerme masajeándome la espalda. Estoy muy tentada, pero tengo que resistir. —No, ya conoces mis reglas —respondo con una voz muy influenciada por el movimiento de sus manos.
—A la mierda las reglas —dice besándome. Sabe que no puedo resistirme a ciertas cosas, así que su táctica consiste en ganar estos desacuerdos haciéndome perder la razón. Y tengo que admitir que generalmente funciona. En época de guerra habría sido una estratega fantástica. —Juegas sucio —me quejo sin aliento, mucho después. Me mira sin sentirse culpable.
—Cada uno juega con las medios de las que dispone —dice sabiamente. —Por favor, no insistas —suplico de nuevo. Levanta las manos en señal de rendición. —De acuerdo, si no quieres dormir en casa de tu chica, entonces tu chica irá a tu casa —dice muy tranquila. —Lena... —intento disuadirla con tono de advertencia. Cuando quiere puede ser muy testaruda.
—¿Sí? —pregunta con inocencia. Respiro profundamente. —Vale, me quedaré aquí. Pero que quede claro: no eres mi chica — preciso. Tengo muy pocas armas para defenderme de ella, así que trato de mantenerlas a salvo. Lena asiente satisfecha logrando no regodearse demasiado e ignorando por completo mi última afirmación. —¿Podríamos hablar de algo serio? —pregunto para tocar un tema espinoso. Lena percibe enseguida el cambio en mi tono de voz.
—Claro —responde haciendo un esfuerzo por no parecer alarmada. —Sé que no hemos hablado antes de esto, pero ¿qué sientes exactamente por mí? —pregunto con valentía. Lena me observa sorprendida, está claro que no se esperaba algo así. —¿Ha llegado el momento de la verdad? —dice tratando de ponerle un poco de humor al momento. Típico. —Bueno, es una forma de verlo —confirmo sonriendo.
—Te responderé con sinceridad si luego tú también lo haces —dice con mucha calma después de una breve pausa. —De acuerdo... —consiento sin saber muy bien cómo salir de esta. Me toma la mano y juguetea con ella. —Bien... —empieza nerviosa—, ¿por dónde puedo empezar? Me quedo en silencio. No sé qué esperarme.
—Creo que estoy enamorada de ti —confiesa tras unos segundos de espera—. Diría que se nota... —añade riendo nerviosamente—. ¿Necesitabas que lo dijera en voz alta? No, porque ya sabes, no soy exactamente el tipo de mujer que habla de sus sentimientos, pero... La detengo.
—No, está bien así. —Mi corazón late a mil por hora—. De veras. La incomodidad de las dos es evidente. —¿Y tú? —pregunta mirándome de reojo. He ahí la pregunta del millón de dólares. —Como la gente no deja de decirme, supongo que yo también estoy enamorada de ti —confieso. En el fondo, su abuelo está convencido, Nia y imra están super convencidas e incluso mi familia lo sospecha.
Está claro que debe de ser así. He perdido la razón por este mujer extraña, aunque me esfuerzo por no pensar demasiado en ello y evito reconocerlo. —Estaba pensando —dice después— que, si nos hemos enamorado a pesar de tantas dificultades, ¿Qué te parece si nos vamos a vivir juntas dentro de un tiempo? ¿He oído bien? La fulmino con la mirada. —¿Cómo? —digo incrédula—. Estoy segura de que no me estás pidiendo que me vaya a vivir contigo porque sabes perfectamente que en realidad ni siquiera te considero mi novia.
—Sí que me consideras tu novia, pero no te gusta dar el brazo a torcer cuando te obsesionas con algo. Pero piénsalo, podríamos dar el salto: directamente de compañeras de trabajo a personas que viven juntas. De ese modo, no tendrías demasiados problemas para definir qué soy —propone bastante seria. —No digas tonterías —la reprendo.
Lena cambia su expresión por completo y me observa gélida. —Francamente, estas obsesiones tuyas empiezan a ponerme de las nervios. Llevo seis meses esperando a que aceptes este cambio en nuestra relación. Estoy un poco harta —me informa con el ceño fruncido. —¡Exacto! ¿Te irías a vivir con una mujer como yo? —digo en un intento de hacerle comprender mis motivaciones—. Tengo un carácter terrible — añado para que entre en razón.
Pero parece que Lena ha dejado la razón de lado durante las últimos seis meses. Respira profundamente. —Como si no lo supiera —dice ofendida—. Pero a pesar de eso y conociéndote bien, me gustaría de todos modos vivir contigo. E insisto en el de todos modos. —Lena, sería un infierno —digo lentamente. Lo pienso de verdad. Una convivencia requiere un juego de equilibrios notable, y nosotros somos dos elefantes en una cacharrería.
—No, no lo sería —replica obstinada. —¿Y cómo podríamos limar nuestras diferencias? —pregunto asustada. —¿Qué diferencias? Yo no veo grandes diferencias —responde cruzándose de brazos. —Somos dos personas rencillases, una hipotética convivencia sería como mínimo muy bulliciosa —confieso sincera—. Por no mencionar que estamos acostumbradas a ambientes sociales distintos, tenemos intereses diversos, aficiones irreconciliables...
—¡Pero qué aficiones! Nos pasamos el día encerrados en la oficina y no tenemos tiempo para nada —estalla. —De verdad... —empiezo a decir, pero me interrumpe enseguida. Lena se acerca y apoya las manos en mis rodillas. —¿Puedes parar un momento? —pregunta con mucha amabilidad. Asiento y me pierdo en su mirada intensamente verde. Podría ser encantadora de fieras.
—Entiendo que la convivencia asusta. Pero no somos dos niñas. Y seguirás siendo huidiza y recelosa respecto a mí si no encuentro el modo para convencerte de que vengas a vivir conmigo. Te advierto que no tengo intención de rendirme, seré pesada, insistente y no te daré tregua —dice con una sonrisa. Habla con sinceridad, pero también con determinación. Emito un sonido entrecortada. ¿Cómo puedo salir de esta situación?
—Eres la persona más absurda y cabezota que conozco. —Lo sé —responde casi orgullosa. Claro, eso es un cumplido para Lena. Pero cuando poco después vuelve a besarme y me lleva al dormitorio, reconozco que buena parte de mi frustración desaparece por arte de magia. De seguir así, voy de cabeza hacia la perdición
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DEJAME ODIARTE (SUPERCORP)
Fanfiction¿Puedes llegar a enamorarte de alguien a quien odias? Kara Danvers es abogada especializada en gestión de patrimonios y Lena Luthor es economista, miembro de la nobleza inglesa y famosa. una de las solteras de oro que aparecen en las revistas del c...