Capítulo XV: Más verdades.

74 9 32
                                    

Me había convertido en una simple alma, nadie podía verme salvo Oliver y, aunque habían pasado meses desde que fallecí, al parecer en mi mundo sólo transcurrieron unas simples horas. Al menos, eso entendí cuando mis piernas se arrastraron por las frías calles y me detuve frente a la iluminada fachada de lo que una vez fue mi hogar.

La lluvia se había detenido, en el jardín no existía ningún rastro de fiesta y mis padres se agolpaban en el comedor con el teléfono en sus manos. Sus expresiones preocupadas consiguieron que mis pupilas se ahogasen de lágrimas y quise abrazarlos para asegurarles de que seguía ahí. Dispuesta a pelear por volver. Escuché como las deportivas de Oliver se posicionaban a mi lado y observó la escena con una mueca de tristeza y angustia.

-¿Vivías aquí?- cuestionó en voz baja, avergonzado por que las personas que paseaban se pensaran que estaba hablando totalmente sólo.

Salí del confuso trance en el que me encontraba, aparentando ser lo más fuerte posible, y me giré hacia él para observarlo mejor. Era la viva imagen de Juno: alto, castaño, ojos claros y dos hoyuelos encantadores que se dibujaban sobre sus pómulos. Lo extrañé incoscientemente.

-Sí, es mi familia. Están esperando a que llegue a casa.-Susurré y apreté los labios con fuerza en el instante que la policía se detuvo frente a la puerta.

-¿Hay alguna forma en la que pueda ayudarte?

Mi rostro se iluminó por las luces del vehículo de los oficiales y, antes de que pudiera contestar, la presencia de la bruja volvió a aparecer tras mi espalda. El frío me recorrió, heló el ambiente y tuve la sensación de que algo extraño estaba ocurriendo.

-Mar...-Un hilo de voz escapó de su garganta y me obligó a girar para observar su estado.

El horror se instaló en mi piel al reconocer la espada de Juno sobre sus pequeñas y blancas manos, mis rodillas flaquearon y Marga dio un paso hacia atrás para que no me acercase. Sus pupilas estaban inyectadas de un terror angustioso y el rojo de su iris había cambiado a un intenso color negro.

-El alma de Lobo ha muerto.-La noticia que pasó por sus labios entrecortados se clavó en mi pecho como si fuera un afilado puñal.

Intenté aguantar la desesperación de mi corazón mientras mis rodillas golpeaban el húmedo césped, el dolor me dejó confundida por unos segundos y sentí la mano de Marga sobre mi cabello, acariciándolo como si de aquella forma pudiera calmar mi angustia.

-¿Qué está ocurriendo?-Intenté no ahogarme con mis palabras, sin embargo, la sangre comenzó a brotar del arma de Juno. Intenté negarme a lo que Marga me estaba transmitiendo através de sus pupilas, pues era imposible que el príncipe hubiera asesinado a su mejor amigo.

-Algo se metió en su cuerpo, le dolía demasiado y comenzó a atacar a Echo. No era él, Mar-Marga parecía estar sufriendo mientras narraba-. Fue a asesinar a Juno. ¡Él no tuvo otra opción!

Me tapé los oídos con desesperación, abrumada por la información y el ritmo de los latidos de mi corazón. No podía asimilarlo, Lobo era fiel y dulce, además, ambos tenían la amistad más bonita del universo. Mis manos temblaron conforme Marga se arrodilló ante mí y las apartó de mis orejas. El suelo tembló bajo nuestras piernas, la oscuridad engulló el cielo y, como si el mismo rayo quisiera atacarme, toda la escena cambió.

Me aferré por última vez a los brazos de la bruja con desesperación, no obstante, por más que supliqué que se quedase, mi alma fue transportada a un cálido prado de margaritas blancas. Parpadeé varias veces e intenté acostumbrarme a la luz del sol y a la dureza del suelo. Una vez que mi campo visual aclaró, me topé con una cabellera blanca y sedosa, la sonrisa de Kylan me dio la bienvenida a mi vida pasada y experimenté una extraña sensación de familiaridad.

Entre dos mundosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora