Capítulo XXI: Giro argumental.

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Comencé a darme cuenta de que todo había sido una horrible alucinación conforme el iris negro y muerto de Javier comenzó a tornarse borroso. Me volví a fundir en la oscuridad y, como si nunca hubiera saltado de realidad, mi consciencia regresó al oscuro pasillo del hostal. Mi primer impulso fue tocar mi piel helada, angustiado por volver a estar en una nueva ilusión, sin embargo, tan pronto como vi a Kylan cruzar por mi lado para llegar a su dormitorio, mis sentidos volvieron a la realidad que tenía frente a mis ojos.

 — Estás pálido, hermano mío. 

La voz de Kylan me sobresaltó, pues no me había dado cuenta de que mi mente seguía perdida en los eventos anteriores: la mirada aterrorizada de Mar y la sangre manchando su extraño uniforme... ¿Por qué estaba comenzando a asustarme? Intenté poner mi mejor expresión cuando el intento de conversación de Kylan se vio interrumpido por el buen humor de los demás. Mar sonreía de oreja a oreja, agarrada del brazo de Echo amistosamente, y ambas rieron sin prestarnos atención. Detrás, Leo y Phoenix se mantenían callados y sonrientes. Kambe no estaba, pero no me pareció sospechoso pues normalmente solía estar ausente, como si fuera un fantasma.

Dejé que volvieran a dejarme solo en la penumbra y decidí escapar de aquel lugar por unas horas, demasiado agobiado como para descansar. Los ogros ya no se encontraban en el recibidor cuando pasé por el frente y el aire del exterior recorrió mi rostro como una tierna caricia. No obstante, en vez de conseguir relajarme e intentar buscar una respuesta a mis extrañas alucinaciones, una mano se posó en mi espalda, pidiéndome que me girara hacia su dueña.

Mis ojos se toparon con Mar en ese instante y analicé su brillo curioso con detenimiento. Aguanté el nerviosismo al sentir como sus manos, heridas por el frío, acariciaban la piel de mi cuello y permití que me abrigara con su gorda bufanda para evitar que me congelase. Su sonrisa tímida contrastó con el extraño terror de mi cuerpo y, seguidamente, tuve la aguda necesidad de protegerla de algo que no conocía bien.

 — Desde que regresé no he podido hablar contigo por más de diez minutos —su voz era casi tan suave como su forma de tomarme de las manos y las frotó para que entrasen en calor — . Estás frío, deberías entrar dentro y...

— No hace falta que me cuides, Mar —mi tono se escuchó más frío de lo esperado y me culpé por borrar su preciosa sonrisa — . Mañana saldremos a primera hora, descansa.

—No estoy cansada —replicó sin abandonar mis manos—. ¿Qué te tiene tan preocupado, Juno? Sabes que puedes hablar conmigo, somos mejores amigos.

Cerré los ojos con fuerza, sentí un agudo vacío en el pecho al notar como trataba de ocultar su rostro en él y dudé en si lo mejor para nosotros dos era seguir aferrándonos tan fuerte el uno del otro. Estaba tan confuso que tuve que sujetar sus hombros y regresar mi atención a sus pupilas preocupadas.

Y dolía como mil agujas en la piel, porque quería abrirle mi corazón por completo y amarla hasta que tuviera que irme. Sin embargo, yo no podía quererla de aquella forma, pues, el escritor del libro se estaba aprovechando de ello y nuestro final se vería afectado por un sentimiento que, dolorosamente , estaba destinado a hacernos sufrir.

— Creo que lo mejor es que nos alejemos.

Mis palabras la afectaron de una forma demasiado obvia, su expresión preocupada cambió a una desesperada y sus labios temblaron como si buscara las palabras correctas para hacerme cambiar de opinión.

— ¡Eres lo único que tengo! Juno... ¿Qué he hecho? —Intentó volver a aferrarse a mí y, aunque mi corazón me suplicó abrazarla por una última vez, mi cabeza se negó a ello.

— Mar, no me lo hagas más difícil. 

— ¿Es por que no soy Blanca? Es eso, ¿Verdad? O... Porque estoy sucia... Porque no soy una dama real de tu aldea...

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⏰ Última actualización: Jan 11, 2022 ⏰

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