Capítulo XIX: Todo.

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Regresar.

Echo me ayudó a cambiarme de ropa y a darme un baño en el río más cercano. El frío congeló mi piel y por una parte me sentí afortunada de volver a experimentar aquellas sensaciones, pues no quería seguir siendo un triste fantasma, la prueba de un delito y un cadáver que podía hablar. Además, junto al grupo de misiones era capaz de experimentar una seguridad única, cálida, como si realmente fueran mi familia.

Tal vez fue esa la razón por la que no soporté mirar a Echo a los ojos. Sabía que, si lo hacía, acabaría sintiéndome más culpable que de costumbre. Era una inútil, necesitaba proteger al alma de Echo de la persona más asquerosa del mundo, pero no podía.

La guerrera no me preguntó, por el contrario, se quedó muda ante los mechones blancos de mi cabello y las marcas del mismo color en mis uñas. Una vez que volvimos a la pequeña zona de campada, Echo fue a hablar con Juno quien se había sentado frente al fuego con la mirada pérdida y pensativo. El príncipe no tardó en posar la mirada sobre mí con los ojos inyectados de una preocupación que no había visto antes en él.

Intenté detener el nerviosismo de mis manos, no obstante, cuando todos se agolparon para dormir frente al fuego, el mayor se sentó a mi lado y acarició mi cabello castaño.

—Esta vez... estás desapareciendo de verdad.—Sus palabras parecieron afectarle, sus ojos claros me analizaron detenidamente y quise pedirle que dejara de hacerlo sin entender el ritmo de mi corazón.

—No sabía que Javier era tu padre, Juno-mi voz lo detuvo y apartó la mirada instantáneamente—...Tu hermano no te asesinó, fue el rey. Tu padre.

Su mandíbula se tensó y apretó los puños con fuerza. Me dolía verle así, pero estaba segura de que Juno no había sido sincero conmigo desde el primer momento.

—Kylan asesinó a la parte más feliz de mi vida. Blanca...—El dolor lo consumió y se llevó las manos a sus ojos, ocultándolos. El temblor de sus labios me explicó que había comenzado a llorar.— Ella me enseñó la felicidad, quería decirle mis sentimientos después de la batalla, pero siempre tenía el deseo de protegerme y... no puedo borrar sus ojos muertos. ¡Kylan clavó la flecha en su corazón! Él sabía que Blanca me protegería y no le importó.

—Juno...—Se estremeció cuando mis dedos apartaron las manos de su cara y aguanté las ganas de romperme con él al ver el intenso dolor de su expresión. Limpié sus lágrimas como solía hacer conmigo y lo atraje hasta que su cabeza se hundió en mi cuello.

—No dejo de perder a las personas que amo-se lamentó y acaricié su cabello con el corazón roto—. Si desapareces tú también, no seré capaz de seguir adelante.

—No va a desaparecer.—Mis latidos se detuvieron al observar a Kambe después de varios meses, sangrante y sonriente. Se posicionó frente a nosotros y dejó caer un libro de tapas de cuero contra mis pies.

Juno levantó la mirada perplejo mientras que yo lo tomaba entre mis manos y apretaba los labios con fuerza, insegura. El soldado rebelde. El guerrero abandonó todas sus armas frente a nuestros confusos ojos.

—Nuestra historia ya está escrita, el escritor sólo está jugando con nosotros y planea que todo finalice con una nueva batalla. Quiere acabar con lo que empezó una vez, destruirnos.

Kambe se mostraba nervioso, el brillo de sus ojos había desaparecido y comenzaba a percatarse de que era sólo un personaje. Me incorporé lentamente, sacando una cantimplora de la bolsa de Juno y se la ofrecí para que bebiera un poco.

—Pajarillo...—Susurró y llevó la palma de su mano a mi pecosa mejilla, acariciándola con dulzura y sonriendo al percatarse de como esta se volvía roja como un tómate.—¿Le han dicho alguna vez que eres hermosa?

No me atreví a reaccionar, pues, como si Juno se moviera a la velocidad de la luz, lo apartó con una expresión seria. Kambe lo observó con confusión, sin embargo y por suerte, Leo y Phoenix lo rodearon entre risas.

—No te preocupes, caballero. —Leo sonrió ladinamente, apunto de bromear como estaba acostumbrado.—Nuestro príncipe es muy celoso con Mar.

Juno murmuró algo inaudible y bufó antes de tomar el libro entre sus manos y sentarse frente al fuego. Fulminé con la mirada a Leo, quien no dejaba de reír, y seguí al príncipe con curiosidad. Me esquivó la mirada, no obstante, me dejó arrebatarle la novela y abrirla por las últimas páginas.

Fue lo peor que pude hacer.

Mi corazón se detuvo, mis piernas temblaron y siendo sujetada por Echo, quien se había acercado para ver el interior del libro, solté un breve jadeo de horror.

—Los investigadores encontraron el cuerpo de Mar Gómez en el maletero de un viejo coche, dieron por cerrada la investigación y se le aplicó un exhaustivo juicio a su pareja de por aquel entonces: Aarón García. La sentencia fue rápida y clara, el muchacho había sido condenado por violación y asesinato. Por otro lado, en la dimensión profunda, Mar fallecía entre los brazos de Juno, siendo víctima de su cruel destino. Uno que se repetiría con el paso de los años.

La voz de Echo cambió conforme fue narrando las últimas líneas de la cruel novela, la mirada horrorizada de los presentes se mezcló con mi respiración agitada y me envolvió la aguda necesidad se chillar.

—Juno, tras años de sufrimiento, acabó encontrando el diamante. No obstante, este se encontraba tan partido como su corazón. Quedándose atrapado en un círculo vicioso que finalizaría con la llegada de una nueva muchacha de aspecto muy similar a Mar. Debía verla morir, otra vez. Por el resto de su indeterminada vida.

—¡No puede ser!—La exclamación desesperada de un nuevo individuo apareció en escena. La reconocí inmediatamente y me giré con las pupilas llenas de lágrimas hacia Kylan.

Juno no se movió, pérdido en su alma destrozada, y clavó sus uñas contra la piel de la palma de sus manos.

— ¡Me prometió que no volvería a haceros daño!—El de cabello blanco se limpió las lágrimas desesperadas con la manga de su uniforme, su respiración agitada tiritaba por culpa del intenso frío y el nerviosismo de mostrarse frente a su hermano una vez más.

—Tranquila, pajarillo.—La mano de Kambe volvió a apoyarse una vez más en mí, justo en mi tembloroso hombro y se ganó el gruñido de Kylan y Juno.

—¡Deja de llamarla así!—Echo rodó los ojos y lo apartó.—Mar, buscaremos la forma de acabar con esto.

Fue lo último que escuché antes de que todo se volviera negro y perdiera el conocimiento por culpa de toda la información.

Entre dos mundosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora