16

1.3K 260 27
                                    

Actualización-Chan!!!

Debía correr hacia el centro de la ciudad, su objetivo de captura era la gargantilla de uroboros, que estaba en la casa de subastas; una vez con ella podría acaparar todos los suministros de las tiendas que estaban dentro, que sabía nadie fue capaz de tomar.

Cuando comenzó el apocalipsis todas las personas fuera de sus hogares comenzaron a transformarse en zombis, ya sea por no poder desarrollar habilidades o porque eran devorados por los que no lo lograron. Para ese momento era media noche sin embargo todo estaba lleno de vida con tanta gente circulando, el centro comercial tenía un horario de 24horas abierto, por los múltiples bares que se encontraban en sus instalaciones.

El centro comercial cercano a la casa de subastas estaba lleno de personas que pronto volvieron el lugar un infierno al convertirse, la casa de subastas sufrió el mismo destino...

Tal era la cantidad de personas convertidas que toda la zona central de la ciudad fue completamente inexplorable, ninguno de los mercenarios en la base tenía el coraje para entrar en aquel lugar por unos pocos suministros; por esa razón era el mejor lugar para comenzar a recolectar suministros para el orfanato.

Desde que absorbió el núcleo de "planta-control", sentía que su cuerpo era más fuerte, corrió por horas para alejarse de las cercanías del laboratorio, no le tomó mucho pasar la base de sobrevivientes, que por algún motivo se notaba algo "viva". reuniendo provisiones en autos todo terreno, todos los participantes reunidos alrededor de aquellos autos, se encontraban con trajes de tela gruesa, armados hasta los codos, como listos para ir a guerra.

Decidió no pensarlo mucho, no le dio mucha importancia y continuó su camino.

Mientras más se acercaba al centro más zombis encontraba, aunque moviéndose por los techos utilizando lianas como puente entre las diversas terrazas no le estorbaban de ninguna forma.

La casa de subastas contaba con un techo de cristal, por el cual fácilmente se podían ver las cosas que se encontraban en la galería de exposición. La sala no tenía zombis dentro, solo los rastros del infierno que se llevó a cavo dentro de aquel lugar, sangre y carne picada ensuciaba cada baldosa que antes parecía tener color perlado pero que ahora era sucio y opaco.

Para su suerte una pequeña ventanilla se encontraba abierta, por lo que utilizando ramas de plantas creadas por su habilidad, las cuales se movilizaban a su voluntad, sirvieron de escaleras por las cuales descendió a brinquitos.

Al tocar el frío suelo notó el paso del tiempo, el suelo se encontraba húmedo por las múltiples lluvias que con el tiempo fueron atravesando aquella ventanilla abierta; hongo comenzaba a crecer en la pared cercana y las manchas de sangre cercanas comenzaban a borrarse, intentando secar sus patas un poco para evitar arrastrar sangre con ellas avanzó hasta los objetos en exposición.

Observó una a una cada pieza de arte en aquella sala, algunos con los cristales de protección rotos, quizás en un intento de robo en medio del caos o simplemente resultado de la lucha por sobrevivir en aquel lugar; siguió observando hasta por fin encontrar lo que buscaba, una gargantilla que parecía ser tallada en un gran pedazo del jade más puro, con forma de uroboros, la serpiente que devora su propia cola; que llevaba unas cadenas que parecían ser de oro blanco atándolo en el cuello y entre sus patas, como aprisionándolo.

Rápidamente rompió la caja de cristal que lo protegía, sosteniéndolo entre sus colmillos procedió a colocarlo en el suelo, mordiendo la punta de su lengua para poder salpicar con un poco de su sangre al uroboros, que como en cualquier novela, para reconocer a su dueño debía absorber algo de su sangre para reconocerlo como su amo y que mejor lugar para herirse siendo un animal que en la boca donde las heridas dejan de sangrar rápidamente y no pondrá en peligro su vida durante su recorrido en lugares llenos de zombis.

Sintió como algo se vinculaba con su alma, como entrelazándose con su vida y muerte, fuerte pero inocua para él, amigable como si estuvieran destinadas a jamás separarse. Para cuando perdió esa sensación notó que la gargantilla ahora estaba en su cuello como un collar de mascotas firmemente sujeto y que por más que lo jalara no lograba sacarlo; al principio consideró un gran inconveniente no poder esconderlo porque si se lo arrebataban perdería su espacio pero en la novela se decía que al subir de nivel el amo, el uroboros también mejoraría llegando a un punto donde éste no estaría más dentro de la gargantilla, sino en el alma del mismo amo.

El espacio dentro era como una pradera verde de gran extensión sin encontrar sus límites que estaban rodeados de esponjosas nubes color pastel, un arroyo que empezaba entre aquellas nubes y terminaba en una gran laguna, con sus orillas rodeadas de piedras uniformes apiladas como muros de a lo mucho 15cm de altura, como las pequeñas lagunas artificiales en los patios japoneses donde crían peces koi.

Después de ello no había otra cosa.

Procuraría recolectar una gran variedad de semillas para poder crear un paraíso de frutas y verduras en aquella basta pradera, para que todas las personas a su alrededor jamás sufran de hambre; también encontraría animales que no estuvieran tan mutados para ser criados

¡su especie es carnívora por lo que debe encontrarse alimento!

Aunque, siendo un animal mutado no cuenta con las limitaciones de especie que fuera de una novela se encuentran, es decir, puede comer lo que desee, de no ser así esta vida sería considerada un infierno, como un ex humano que adora comer bien, vivir una vida 0 carbohidratos sería lo peor!!

Entre las cosas en exposición de aquella sala, habían muchas cosas exóticas que le llamaron la atención, cuadros, decoraciones o joyería, todo fue dentro de su espacio de almacenamiento, no tiene limite de espacio por lo que todo va dentro. Incluso si son cosas inútiles en el apocalipsis, lo que te gusta te gusta, quizás sea por la naturaleza de un hurón pero todo lo interesante quería esconderlo donde nadie lo toque.

Muy satisfecho con su pequeño botín corrió hacia fuera para observar la situación. Para su sorpresa las calles que hace poco estaban a tope con zombis ahora estaban vacías; evitando pensar demasiado en ello, corrió hacia el centro comercial para almacenar todo lo útil.

Aquel lugar era de cuatro pisos divididos en diversos sectores y sin contar sus almacenes.

Todos los abarrotes estaban cargados de productos indispensables; sin pensarlo dos veces todo fue guardado en su espacio, ropa de todos los tipos y tallas, zapatos, ropa de cama, muebles, equipamiento de hogar, herramientas, objetos de gran tamaño. Tomando incluso las estanterías, dejando solamente pisos desolados a su paso.

Todos los productos alimenticios fueron depositados en orden como creando un supermercado dentro del espacio, evitando los que obviamente ya no servían, como los objetos de las neveras, quesos o carnes; ver todo desperdiciado era descorazonador, pero inevitable.

Los puestos de frutas y verduras ahora tenían restos de putrefacción, aunque ocasionalmente tomaba las semillas de algunos esperando reproducirlas.

Con todo lo que llevaba ahora dentro, podría vivir toda su vida cómodamente, sobre todo porque lo introducido al espacio se congelará en el tiempo y jamás envejecerá, los enlatados duraran hasta ser ingeridos.

Cuando no quedaba objeto alguno dentro, se dirigió hacia los enormes almacenes que se encontraban atrás y con mucha suerte fue igual que en el centro comercial; galpones gigantescos llenos de alimentos, utensilios, ropa y otras cosas útiles; encontrando incluso una enorme sala de congelación que apenas estaba de pie con carnes, embutidos, pescado, pollo, quesos y otros lácteos.

¡Qué gran botín!, eran toneladas de alimentos con los que se aseguraba la vida, todo guardado rápidamente en un rincón del espacio como su más valioso tesoro.

Ahora era el Daddy de todos los Hurones! tenía carne para comer hasta reventar!

No quiero ser una mascota en el apocalipsisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora