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Hola a todos! Hoy les traigo un nuevo capítulo espero que les agrade!
Aunque debo de advertir que algunas cosas serán un poco difíciles de tragar, así que tengan precaución!!! m(°∆°")m

Los sobrevivientes de la base contaban con un terrible ego, era sabido que no cualquiera podía instalarse allí, contaban con muchos requisitos para ser admitidos dentro de su comunidad entre ellos una elevada tasa de ingreso.

Debían entregar grandes cantidades de suministros para poder pasar los muros, más elevado cuanto más días querías permanecer, incluso los que originalmente contaban con títulos de propiedad dentro tenían que pagar por su estadía aunque era menos exigente.

Todos eran conscientes de que fuera de sus muros aun quedaban familias luchando por sobrevivir día a día, por ello era más peligroso encontrar otros humanos en las misiones de recolección de suministros; era común que terminaran en batallas a muerte porque a final de cuentas en este mundo apocalíptico eras tú o ellos.

Cerca de la periferia de la base se encontraba una pequeña familia habitando una casa en precarias condiciones, aunque de dos pisos, los integrantes eran madre e hijo y una pareja de ancianos, pocas veces salían de aquel lugar porque al comienzo de todo el padre de la pequeña niña corrió por todos lados donde nadie se atrevió a entrar para robar tantas provisiones como pudiera.

Al final contaban con un enorme deposito que les permitiría llevar una vida cómoda al menos unos meses más, sin embargo en una de las exploraciones aquel señor jamás regresó, algo le sucedió que jamás volvió.

La madre quedó muy afectada, pronto se tornó agresiva y temperamental con su pequeño niño, los abuelos que vivían con ellos comprendían el estado emocional de su hija y realmente se sentían incapaces de juzgarla, solamente podían consolar al pequeño porque sabían que sucedió aquel fatídico día.

La madre sabía que su marido quería pillar un juguete para su pequeño como regalos de cumpleaños, pero no contaban con una juguetería cercana, para encontrar uno debía ir hacia la zona comercial, pero ella era temerosa de que su marido fuera solo hacia aquel lugar que ahora era un punto de Reunión para los zombis.

Cuando su marido salió ella decidió seguirlo sin ser notada, gracias a la bondad de los cielos jamás se vio envuelta con zombi alguno, el marido con mucha destreza esquivo los zombis y pilló un adorable oso de peluche en buenas condiciones, tomándolo con cuidado lo protegió en su bolso; apresuradamente escapó de aquel lugar y cuando pensó que estaba completamente a salvo en un lugar sin zombis, una enredadera tomó a su marido y lo arrastró de vuelta hacia los zombis.

Esperando lo peor la mujer asustada no pudo siquiera dejar salir su voz, solamente se ahogó en sus lagrimas, mirando a su marido colgado, siendo degollado y arrastrado como carnada para los zombis; tomó el bolso que ahora se encontraba tirado y corrió hacia su hogar, entre lagrimas y llantos ahogados.

Deseaba salvar a su marido pero sabía que era incapaz, aun pensaba en su familia esperando y en cuanto necesitaban de ella para sobrevivir; con el corazón destrozado se llenó con determinación para seguir adelante, pero al ver el rostro suave y adorable de su niño no pudo evitar pensar que todo era culpa de él, incluso se culpó, si tan solo no hubiera tenido aquel niño ahora serían una pareja feliz luchando contra el apocalipsis.

Pronto comenzó a perder la razón, los abuelos se enteraron de toda la historia y comprendieron el comportamiento de su hija, sin embargo, los gritos pronto se volvieron maltrato físico y luego incluso dejó de alimentarlo, aquel pequeño niño rápidamente se tornó delgado y de un color pálido poco sano.

Pero jamás culpó a su madre, sentía que era culpable, amaba tanto a su padre y por nacer terminó llevándolo a su muerte. Era terrible que un niño tan pequeño tuviera que vivir en un mundo tan caótico fuera y que ni siquiera contara con la seguridad y el calor que debía brindar su hogar. Deseaba morir no contaba con las ganas de vivir como cualquier persona, pero el temor a sufrir le evitaba correr a su muerte donde los terribles muertos fuera. Sólo deseaba encontrar una razón para vivir.

Aun así su madre era inocente para él, sus abuelos eran amables e intentaban consolarle pero jamás tuvieron oportunidad de corregir los problemas en casa, ni siquiera tuvo la oportunidad de ver a su madre mostrarle amor nuevamente.

Lo más terrible no era solamente la locura de aquella mujer...

Sin darse cuenta terminó llevando un peligro más aterrador a su familia.

Sin darse cuenta fue seguida por un grupo de ladrones de la peor calaña, que sobrevivía a costa de los más vulnerables. Robaban y asesinaban a grupos menores o familias pequeñas indefensas y encontraron a la mejor opción siguiendo a la mujer.

Para ellos era evidente que debían tener una gran cantidad de suministros porque durante los días de vigilancia no pudieron encontrar un sólo día donde alguien saliera de aquella casa para buscar alimentos y no los veían morirse de hambre siquiera.

También descubrieron que eran una familia que sobrevivía aislada del resto de sobrevivientes en toda la ciudad, por lo que si desaparecían nadie los vengaría.

Era una noche calurosa, solamente se podía escuchar los gruñidos de hambrientos zombis a la distancia, mientras descansaban los rufianes no dudaron en irrumpir destrozando una ventana del segundo piso que conectaba con una destrozada tienda de cosméticos.

Los abuelos fueron encerrados en el sótano pero jamás lograron encontrar al pequeño niño, pero tampoco se dieron el trabajo de buscarlo porque con lo poco que observaron sabían que la madre torturaba al niño, no sería extraño para nadie considerarlo ya muerto o que para su suerte huyó antes de que sucediera.

Sin embargo el pequeño niño actualmente se encontraba escondido en el ático cuya puerta se encontraba escondida y era el lugar donde todas las provisiones de esa familia estaban escondidos, no era tonto como para no entender que era lo que deseaban.

Deseaba ganar algo de tiempo para su familia por lo que selló la entrada al ático y por una pequeña ventanilla arrojó algunos enlatados de comida y botellas de agua para ocuparlos.

El ruido de las latas cayendo en la acera fue lo suficientemente fuerte como para llamar la atención de todos los ladrones, pronto corrieron para tomar todo lo que se encontraba fuera, mientras que el jefe que aun se encontraba dentro se llenó de ira y sin dudarlo comenzó a golpear a la mujer.

Los desgarradores gritos de la mujer y el ruido fuera de la casa pronto llamó la atención de todos los zombis en las cercanías que rápidamente se aproximaron; el niño sin dudarlo corrió entre los ladrones que ahora estaban defendiéndose de los zombis.

Incluso si deseaban atacarlo les sería imposible, el niño era pequeño, delgado y muy rápido, corriendo en zigzag entre los zombis para no ser alcanzado, por algún ataque.

Sólo sabía que cerca de ellos se encontraba una base de sobrevivientes llena de mercenarios, conocía la dirección pero no sabía cuan lejos o peligroso sería llegar pero la vida de su familia pendía de un hilo, necesitaba salvarlos.

Con aquel simple pensamiento corrió, pensando que sería rápido y contando que recibiría la ayuda, después de todo son todos humanos luchando por sobrevivir, porque no ayudarse...

No quiero ser una mascota en el apocalipsisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora