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Luego de revisar completamente la aldea abandonada en medio de la nada, pudieron determinar que no había peligro alguno en las cercanías.

Todo el lugar estaba silencioso y no se encontraban ni animales mutantes o zombis en el camino, no era posible habitar para cualquiera aquel lugar contaminado por la "maldición de la sirena", aunque claro los acompañantes de nuestro protagonista no lo sabían aun por lo que les era imposible bajar la guardia; Pero estaba claro que era un lugar ideal para descansar de ataques enemigos para luego emprender su camino.

La nana no sabía la razón por la cual el pequeño animalito los guió allí, pero jamás dudó de sus intenciones, desde el momento en el que fueron salvados de la desesperación y les ofreció esperanza y cálida protección; decidieron tomar una de las casas en mejor condición para poder descansar antes de seguir su camino.


Todo era muy tranquilo, como si de una noche de acampar se tratara y no del apocalipsis; comieron una deliciosa sopa con aderezos que podrían considerarse lujos para muchos sobrevivientes, se acostaron temprano sin la necesidad de hacer guardia porque el lugar era completamente silencioso y podían escuchar hasta el sonido de las hojas caer; pero lo que mas tranquilidad les daba era saber que el pequeño cuidaba de ellos en todo momento y sin reserva.

Cuando la noche cayó completamente, solo el sonido de tranquilas y rítmicas respiraciones sonaba, el pequeño Yumian se encaminó a su verdadero objetivo, planeaba encontrar las lagrimas de la sirena para asegurarse que el manantial en su gargantilla fuera capaz de curar sus heridas sin importar de que tipo o gravedad se tratara.

No le preocupaba que fueran atacados mientras dormían porque en la novela se describía perfectamente que este lugar era imposible de invadir para los zombis, que comenzaban a descomponerse como si segundos se volvieran años; aunque no era muy bien descrito el motivo

Recorrió un pequeño pasaje entre las malezas detrás de aquella casa que podría considerarse la mas importante de aquel pueblo fantasma; el camino era accidentado y muy descuidado, si no prestabas atención fácilmente podías perder tu rumbo. No le fue muy difícil seguirlo dado que tenía la información de la novela grabada en su mente tan fresca como una lechuga.

Al final de aquel pasaje, abandonando las malezas se podía observar un lago de aguas turbias sin una sola ola en ella que daba la fuerte impresión de peligro y de abandono, como si de una zona prohibida se tratara, cosa que era acertada para los que sabían de aquel lugar.

En el centro se podía vislumbrar una pequeña cabaña medio sumergida, no existía camino alguno que te permitiera llegar allí pero sabía que los aldeanos eran capaces de acercarse cuando lo necesitaban. Principalmente la maldición de estas personas dependía de que todos allí bebían de estas turbias aguas incluso alimentaban a sus cultivos con estas mismas.

El grado de contaminación era excesiva para toda la gente, pero jamás pensaron en alejarse o dejar de consumirla porque sentían que su sufrimiento era mas severo si retiraban estas de su vida; cosa que en la novela decía que no era cierto, sino mas bien era un placebo o un consuelo psicológico para todos los que padecían de aquella maldición.

Para poder llegar al centro del lago comenzó a formar un puente con lianas que rozaba parcialmente aquellas aguas turbias dando la imagen de que flotaban. Atándolas fuertemente en la pequeña cabaña para que no sufriera accidente alguno.

Era bastante consciente que no le pasaría nada por exponerse levemente a las aguas de este lago pero ahora no era una persona, sino mas bien un pequeño animal con el cuerpo completamente cubierto de pelo que seria muy difícil de secar por si mismo y lo que mas terror le daba era que su pelaje blanco como la nieve se tornara sucio y desprolijo.

Ahora apreciaba mucho su pelaje no quería parecer un trapo sucio!!!!

Ingresó sin miedo en la cabaña que a pesar de su imagen exterior de cabaña sumergida por dentro era muy limpia y seca, con un altar de apariencia tétrica en el cual se encontraba una enorme copa con un liquido que parecía vino, aunque claro estaba por el olor metálico en el ambiente que de sangre se trataba.

Sabía que eso era el tesoro incorrecto porque lo que realmente importaba era de donde caía la sangre, en el techo existía un compartimiento secreto donde podías subir a un pequeño compartimiento donde se encontraba su objetivo.

Subió con mucho cuidado y dentro se encontraba una persona en posición fetal acostada contra un muro, débilmente respirando.

Era la sirena

La pobre sirena era una rehén de los terribles habitantes en ese pueblo, capturada por siglos y encadenada en aquel pequeño lugar siendo alimentada como un pequeño animal, lo necesario para que no muriera pero escaso para darle fuerzas para luchar, además por las heridas en sus piernas era evidente que de pequeña le cortaron los tendones de Aquiles para que fuera incapaz de correr.

Una sirena que no tenía fuerzas para luchar y menos para convertir aquellas heridas piernas en una hermosa cola para nadar lejos del horror que vivía...

La aterrorizada sirena se acurrucó fuertemente contra el muro para alejarse lo más posible de aquello que se encontraba junto a ella que desconocía. Su escaso conocimiento solo contaba con la oscuridad de aquel cuarto, la sala de sangrado y los aterradores humanos que se aparecían ocasionalmente para beber de su sangre y comer de su carne.

Deseaba que fueran tan codiciosos que por accidente terminaran con su vida pero siempre eran precavidos, no le daban la oportunidad de morir. Pero desde hace un tiempo nadie aparece para reclamar su sangre y menos para alimentarla, pensó que decidieron matarla de hambre, el hambre era terrible... un fuerte dolor punzante en el estomago que ardía como si quisiera quemarla por dentro, Los rugidos de su estomago la despertaban tarde por la noche.

Pero su cuerpo tenía mayor vitalidad que un humano, llevaba desde el comienzo del apocalipsis o quizás antes sin comer o beber algo...

Con la escasa luz que entraba por un agujero en el techo contaba los días sin alimento, ocasionalmente intentaba desesperada luchar por sobrevivir pero luego se preguntaba porque intentarlo cuando la vida era horrible y dolorosa, bebía algo de agua de lluvia por desesperación hasta que recordaba cuanto deseaba morir y la escupía... de esa forma resistió hasta la actualidad que su cuerpo mostraba signos de rendirse

Cuando sintió que la vida se le escapaba de las manos, apareció aquel pequeño ser que no emanaba malicia.

Se acercó con delicadeza y le entregó algo de pan que no sabía de donde sacó.

A pesar que se había resignado a la vida, cuando vio la comida en frente no lo dudó y tomó el pan devorándolo a grandes mordiscos mientras lágrimas caían de sus ahora iluminados ojos, la amabilidad que recibió era algo que nunca pensó recibiría en esta vida desde que fue privada de su libertad.

Para cuando el pan se terminó miró con aquellos enrojecidos ojos al animal que repitió el proceso y entregó mas alimento hasta que por fin calmó el hambre y las lagrimas estuvieron completamente secas.

Le entregó una botella de agua, para hidratarse la garganta pero como no sabía como abrirla sin dudarlo perforó la botella con sus colmillos...

Era incapaz de hablarle por lo que tampoco podía explicarle que hacer y no contaba con manos para abrirla así que hizo de ojos ciegos y siguió alimentando a la pobre sirena.

No quiero ser una mascota en el apocalipsisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora