CAPÍTULO 19

41 3 9
                                    

PENÚLTIMO CAPÍTULO

Habían pasado más de tres semanas desde aquel suceso en el bosque. Mike había regresado de Italia y las clases nos habían devuelto la tan ansiada normalidad que tanto necesitábamos. La vida seguía igual y eso era lo mejor que podía ocurrirnos a todos.

Aquella mañana, mientras la grúa se ocupaba de nuestra furgoneta, el taxi nos llevó a casa a James y a mí, mientras que los demás también ocuparon sendos vehículos que los dejaron en sus domicilios. Antes de entrar a casa, James me hizo prometer que pasaría página y me olvidaría de todo.

- De acuerdo, James. Lo haré. Lo intentaré.

- Es lo mejor de Aria, sino esto no nos dejará vivir. Y quiero que sepas que yo siempre estaré ahí para protegerte - me aseguró - . Ah, y deshazte de esa nota.

Pero no lo hice. En esto no estaba dispuesta a hacerle caso. Subí a mi habitación y la guardé en el joyero, bajo llave. Era la única evidencia que tenía de que no me estaba volviendo loca.

A punto de entrar en el mes de febrero hacía un frío que arreciaba, así que dejé la bicicleta aparcada en casa y me fui en metro hasta la facultad. Adoraba esas mañanas tumultuosas en el andén, la cálida voz de la locución que, con su musicalidad, avisaba de que habíamos llegado a nuestro destino, y variedad de viajeros que ocupábamos el vagón.

Subí las escaleras del edificio principal y ahí estaba Mike, esperándome, como cada día desde que había vuelto.

- Te he echado tanto de menos, que tengo que recuperar ese tiempo de algún modo, ¿no crees?- aseguró convencido mientras me daba un cálido beso cogiéndome las manos -. ¿Te llevo el bolso? Creo que así sería el perfecto caballero.

- ¡Deja!- bromeé dando un manotazo mientras intentaba sacarlo de mi hombro para cargar con él -. Hago esto cada día, y subida a una bicicleta la mayoría de ellos, pero gracias de todos modos, caballero.

Estaba tan feliz de tenerle de nuevo a mi lado, que era inevitable no dejar de sonreír a cada instante. Me había traído una pulsera de Italia. Era una banda de seda tejida con los colores de la bandera de Italia. La anudó en mi muñeca el mismo día que llegó y él hizo lo mismo con la suya.

- Esto nos mantendrá más unidos aún - argumentó.

A la hora del desayuno quedamos en encontrarnos con los chicos en la cafetería. Luke celebraba su cumpleaños y quería invitarnos a tomar algo.

Salí del Departamento de Sociología. La Sra. Chilton me había pedido que acudiera para revisar algunos aspectos del estudio que estaba llevando a cabo sobre los distintos grupos étnicos de la población londinense. Me dirigía a la cafetería cuando me crucé con James.

- Ey, ¿no vienes?- le pregunté viendo que iba en dirección contraria.

- ¿Si no voy? No, no. Te estaba buscando, Aria.

- Dime, ¿qué pasa? ¿Por qué llevas la capucha puesta aquí dentro?

- Estoy constipado- respondió -. Este frío húmedo me está matando. Oye Aria, debo volver al albergue. Llevaba semanas buscando mi reloj y no lo encontraba. Se me ocurrió llamarlos por si me lo había dejado allí y, en efecto, lo tienen ellos. Como no había teléfono de contacto, decidieron guardarlo por si se nos ocurría volver.

- Pues has tenido suerte

- Me preguntaba si te gustaría venir conmigo. Será rápido...

- James, no es que no quiera ir contigo, es que volver allí...

- No tardaremos. Te recogeré a las dos y antes de que anochezca estaremos de vuelta - insistió.

No me apetecía nada tener que pasar de nuevo por todo aquello, pero últimamente James estaba muy desconectado y apenas quedaba con nosotros. Supuse que lo ocurrido en Navidad tenía mucho que ver.

EfímeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora