CAPÍTULO 9

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Las dos últimas semanas estuve estudiando día y noche. Tenía el examen de Antropología, y el señor McDougall llegó a insinuar que había muchas posibilidades de que obtuviera unos muy buenos resultados. Yo mostraba gran interés por su asignatura, me esforzaba, y él lo sabía. En una ocasión me dijo que era su mejor alumna, pero que no lo contara por ahí. Supongo que eso se lo diría a todos, aunque no era necesario. McDougall era un gran profesor y disfrutábamos en sus clases, porque él nos transmitía la ilusión y el deseo por conocer cada vez mejor al ser humano y su manera de actuar. En definitiva, de conocernos mejor a nosotros mismos.

Por las tardes quedaba con Sophie en la biblioteca y pasábamos el tiempo preparándonos a fondo para el examen. Nos gustaba hacer algún descanso y acercarnos a la cafetería a tomar un café. Allí estaba Luke, que nos trataba de maravilla, e incluso nos enviaba emparedados y té caliente a la biblioteca. Sophie y Luke estaban cada vez más enamorados, pero también muy centrados en sus estudios, al igual que yo. Y Mike.

Llevaba días sin verlo por clase, ni tampoco venía con nosotras a estudiar. Prefería quedarse en casa y aprovechar el tiempo.

- Me conozco bien, y estando contigo mi objetivo va a ser otro distinto al examen de McDougall- se disculpó cuando le ofrecí estudiar juntos.

En cierto modo lo agradecí. Para mí tampoco resultaba fácil concentrarme si él estaba cerca y ambos queríamos hacer un buen curso en la Facultad.

Era sábado, e inusualmente el profesor McDougall nos había informado que, a lo largo del día, colgaría las notas en el tablón de su Departamento y a eso de las cuatro de la tarde, recibí un aviso. No podía esperar hasta el lunes, así que cogí la bici y me dirigí a la universidad. Había mucho tráfico y tuve que poner atención para no atropellar a los peatones que salían de todos los rincones. Para variar, el sol brillaba después de varios días de lluvia en los que no se había dejado ver, y el camino fue más agradable de lo que imaginaba.

Al llegar a la Facultad aparqué la bici en el espacio que había reservado para ello y me dispuse a subir presurosa las escaleras de acceso al edificio. No había hecho nada más que poner el pie en el primer peldaño cuando sonó un claxon a pocos metros. Me volví y vi el Jeep de Mike. Estaba al volante y me hizo una señal para que me acercara. No lo dudé, aunque estaba deseando subir a mirar las notas, me apetecía ver a Mike.

- ¿Sabes que me encanta verte llegar en tu bici? - me dijo con decisión. - Llevo un rato esperándote para no perderme el momento en que apareces por la esquina con las mejillas sonrosadas. Sabía que vendrías- afirmó.

- Hola Mike. No podía quedarme en casa y veo que tú tampoco- saludé.

- Quería verte. Solo eso- dijo sacando la mano por la ventanilla y acariciándome la mejilla. - Y cuando he recibido el aviso sabía que te encontraría aquí.

- ¿No entras? Me muero de ganas por ver lo que he sacado- le aseguré.

Mike desplegó una enorme sonrisa y entornó los ojos.

-¿Qué?- pregunté impaciente. ¿Qué pasa?

-Pues que ya las he visto. Llevo aquí un buen rato- me dijo.

- ¿Y? No me dejes así, por favor Mike- supliqué.

- Saca tu teléfono, Aria- me pidió.

Lo busqué en el bolso y maldije el millón de cosas que metía cada día en él. Mi mano se movía atropelladamente en el interior revolviéndolo todo hasta que lo encontré.

- Lo tengo. ¿Y ahora?- pregunté inquieta.

- Te he escrito un mensaje hace quince minutos.

Desbloqueé la pantalla y ahí estaba. Una imagen, me había enviado una imagen. La amplié y pude verlo: Aria Baker, Sobresaliente. El único sobresaliente de toda la clase.

EfímeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora