EPÍLOGO

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Aria Baker

Un año después

Me desperté con el cabello revuelto y con una camiseta que no era mía. Probablemente, Angela me habría colocado la primera que encontró en su armario. Últimamente, me quedaba dormida en cualquier rincón. Se ve que el coma había creado en mí el buen hábito de dormir generosamente, sin embargo, no acababa de descansar bien. Fui directa al baño y observé que las ojeras no desaparecían, así que las difuminé con un toque de iluminador antes de bajar. No quería preocupar a mamá, y sabía que sería cuestión de tiempo volver a recuperar mi reloj biológico.

Los médicos nos habían informado acerca de los efectos que tendría el coma sobre mi vida y cómo afectaría a mi cuerpo. Tendría que hacer rehabilitación, ejercicio físico para recuperar el tono muscular y me recomendaron empezar a leer cuanto antes para ejercitar  la memoria. Y sobre todo, hacer vida social.

- Es terapéutico, curativo y barato. ¡No cuesta nada pasar un buen rato de charla con los amigos!- aseguró la neuróloga.

Bajé a la cocina y  un  delicioso olor a  fetuccini al pesto terminó de despertar todos mis sentidos. El chef se dio la vuelta al oírme llegar y pude leer el rótulo de su mandil: "Soy el mejor cocinero". Reí con ganas.

- De eso nada, Mike Mancini- bromeé acercándome a él para besarlo.¡ Mamá, por favor, dile quién es la mejor cocinera de esta casa!-  dije señalándome a mí misma.

- Sin duda, yo- respondió mamá entre risas.

- Pero bueno, esto es un complot contra mí- bromeé.

Mike se adelantó y me abrazó con ternura durante unos largos y muy agradables segundos. Después me besó en los labios.

- Buenos días, dormilona. Son casi las una - dijo mirando su reloj - y hoy tienes invitados. Los chicos llegarán en apenas media hora.

- Vale, vale, Corleone. Y por favor, no me metas prisa. En cuanto me tome un café , subo a vestirme.

Traté de coger el tenedor para probar los fetuccini, pero el brazo aún no respondía como yo esperaba que lo hiciese. Suspiré molesta y fruncí el ceño.

- ¡Y no vayáis a decirme que tenga paciencia, por favor!- me anticipé protestando bajo la mirada benévola de todos ellos.

- Ya lo has hecho tú, querida - dijo Angela con su característico humor.

Mike se acercó a mí con una buena cucharada de la deliciosa pasta que estaba cocinando. Abrí la boca para engullirlo de un bocado, pero no hizo más que rozar mis labios cuando Mike lo desvió de su destino y se lo metió en la boca.

-Oyeeee, - me quejé dándole un codazo -que tengo hambre.

- Se llama reflejo y tu doctora ha dicho que tienes que mejorarlos - bromeó. Además, café con fetuccini...

El canal de noticias cambió la sintonía para dar un avance de última hora. La televisión estaba encendida en la cocina, así que llamó nuestra atención.

- Buenas tardes. Abrimos el informativo de hoy con una noticia muy esperada por todos durante estos últimos meses. Thomas Wilson, el hombre que trató de acabar con la vida de la joven londinense Aria Baker, - mi cara salió en la pantalla- fue capturado anoche deambulando por las calles de Suecia mientras planeaba la huída del país. Los agentes llevaban días...

Mike quitó la tele inmediatamente.

- Cariño, lamento que hayas tenido que ver esto - dijo mamá abrazándome apenada.

- No pasa nada - aseguré . Estoy superándolo y , además, me alegra saber que acabará en la cárcel para siempre.

- ¿Sabes?...- intervino Angela - hemos estado hablando y creemos que ... sería conveniente que acudieras a algún profesional, para tratar de sanar las heridas.

- Tiene razón, Aria. Si tú estás bien, todos estaremos bien - apuntó Mike.

- Escuchadme bien, vosotros sois los mejores profesionales que existen y a vuestro lado me siento fuerte y capaz de superar cualquier cosa - repliqué.

- Claro que sí, Aria, lo sabemos - apuntó Mike-, pero es mejor hablar con alguien que pueda darte las herramientas necesarias y poder dejar esto atrás para siempre. Mi abuela dice que cuando una preocupación aceche la testa, cuéntaselo a alguien de tu confianza. La mitad del peso se habrá quedado en ese otro lado, y tú te sentirás más ligero" .

- La nonna tiene toda la razón, pero os aseguro que estoy bien y muy feliz. Por ahora no necesito de ningún loquero, os lo aseguro.

Mamá había preparado la mesa en el jardín, bajo el sauce. Colocó un precioso mantel con brillantes limones amarillos y ocho sillas vestidas con mullidos cojines para el almuerzo con los chicos. Además de los fetuccini de Mike, hubo carne, emparedados, ensalada y pastel de cangrejo, y de postre los bollitos de nata y chocolate que siempre tomábamos con el abuelo.

Y allí estaban mis amigos: Sophie, a la que tanto había echado de menos, y los chicos, tan cariñosos conmigo  que no tenía palabras de agradecimiento. Eran los mejores amigos del mundo.

Después del almuerzo, mientras todos recogían la mesa para servir el café, James se sentó a mi lado.

- ¿Cómo te encuentras? - preguntó con gesto responsable.

- James, tú no tienes la culpa de nada. Estoy bien, créeme, así que deja de martirizarte.

- Lo sé, Aria, pero debería haberte advertido...

- Oye, si no quieres estar en deuda conmigo, contéstame a esto.

- Tú dirás.

- Aquel día, cuando me dejó herida en el bosque, ¿cómo supiste dónde me encontraba? La ambulancia y tú llegasteis justo a tiempo.

- ¿De verdad quieres hablar de ello? Podemos dejarlo para más adelante...

- Por favor, James, insisto. No lo había preguntado antes, pero necesito saberlo.

- Claro, ¿recuerdas la mañana que volvíamos del bosque hacia el refugio?

- Desde luego, cómo olvidarla...

- Te pedí el teléfono para llamar a la grúa y a los taxis, yo me había quedado sin batería.

- Lo recuerdo.

- Pues bien, en ese momento te instalé una aplicación para localizar tu teléfono en cualquier situación - confesó abrumado -. Intuía que Thomas estaba detrás de todo esto.

- James...

- Lo siento Aria - se disculpó inmediatamente -. No debí hacerlo, pero esa T en la nota... Espero que algún día puedas perdonarme- se apresuró a decir cogiéndome las manos.

- ¡¡No!! No te disculpes. Eres un genio.

- ¿De veras?- me miró desconcertado.

- Ya lo creo. Cuéntame qué hiciste después.

- Cuando Th...,él me llamó, rápidamente localicé tu teléfono y avisé a una ambulancia para que condujera  hasta allí. Le facilité la ubicación exacta y yo también subí al coche para dirigirme al mismo lugar. Cuando llegué, ya te habían estabilizado. Al parecer, se encontraban en la autopista cuando recibieron el aviso y llegaron inmediatamente.

- Gracias James- dije besándolo en la mejilla -. Siempre supe que él no podías ser tú.

Aprendí que la vida son momentos en los que debemos compartir, amar, reír, llorar, disfrutar, aprender y tropezar, pero sobre todo, hay que vivirla intensamente, porque como llega se va y para ello es fundamental sentirse vivo. Y yo ahora lo estaba, más que nunca.


FIN

EfímeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora