Átame a tu recuerdo.

Casualidad.

Ya había despertado hace algunos minutos pero no quería abrir mis ojos.
Lleve mi mano a mi pecho, desde hace ya más de un año había empezado a crecer dentro de mi un vacío que cada vez se iba haciendo más grande, después de lo que había pasado parecía que había crecido por todo mi cuerpo llegando a cada rincón de mi, cuando empecé a trabajar en la florería había disminuido un poco pero no desaparecía, algunas veces me detenía a pensar en que podría estarme provocando esto pero sentía las lágrimas salir y me detenía. Por alguna razón ese vacío había dejado de cambiar su tamaño, no crecía pero tampoco disminuía se mantenía ahí pero a la vez podía ignorarlo un poco, nada había cambiado o al menos no lo sentía así.
Una imagen pasó por mi cabeza, la figura de aquel hombre dándome la espalda, abrí mis ojos intentando hacer que eso que había visto se desvaneciera como si se tratara solo de humo.
-Carajo- solté con un poco de estrés.
Mi celular empezó a vibrar, aquello me saco de mi zona de pensamientos, no tuve otra opción que contestar aun y sin fijarme en el número.
-¿Bueno?
-¿En verdad estabas dormida?- su voz me tranquilizo sacándome una sonrisa
-Piero, no, tranquilo solo están descansando un poco, dime ¿Sucede algo?
-Nada, solo quería saber si seguías viva
-Eres un tonto- me reí, hasta ese momento no me había percatado que me había quedado dormida en el suelo en el mismo lugar donde había caído, me levante quedando sentada
-¿Cómo van las cosas por allá?
-Nada fuera de lo normal, todo es un cotidiano que si llegará a pasar algo creo que no lo notaría
-¿Y él?
-¿De quien hablas?
-Ya sabes, el chico misterioso, ¿Siguen sin hablar?
-Es extraño- sonreí recordando lo que había pasado -Básicamente tomé valor y le pedí que volviéramos a hablar-escuche su risa -El dijo que tenía tiempo tratando de pedirme lo mismo.
-¿Y por qué no lo hacía?
-No lo sé, no me detuve más tiempo para seguir hablando con él, solo... le sonreí
-¿Solo le sonreíste?
-Si, fue todo
-¿Y hace cuánto fue eso?- empecé a contar los días
-Unos 5 días, supongo
-¿Y...- me quede pensando unos segundos
-Ahora que lo pienso no lo he visto desde ese día y no pareciera haber alguien en su casa, al menos no lo he percibido así.
-Ve y toca su puerta
-¿Estás loco?, de todas formas no tengo excusa para ir.- escuche como suspiraba al otro lado del celular, nos quedamos en silencio, mire mi celular preguntándome internamente qué hora podría ser "2:48 am" suspire -Pensé que era más temprano- el río
-La verdad es que quiero hablar de algo contigo
-¿Hice algo mal?- me reí
-Para nada, de hecho es algo que no haz hecho- suspire -¿Recuerdas aquel teatro en el que nos conocimos?
-Claro, no puedo olvidar un lugar y momento tan importante
-Bien, tengo un proyecto en ese lugar
-¿Quieres arreglos de flores?- escuche como volvía a reír seguido de un quejido
-Quiero que te presentes- un escalofrío recorrió mi espalda ¿Acaso esto era una mala broma?
-¿Qué?, Piero esto no es gracioso- un tono de molestia salió de mi y me levante del piso para caminar hacia el sillón y tirarme mientras rascaba mi nuca como queriendo arrancar tantos pensamientos de mi cabeza
-No estoy bromeando- quedamos en silencio -En verdad sería bueno verte ahí otra vez... mira, sé que las cosas no salieron bien para ti la última vez pero tienes que dejar a un lado eso, ya ha pasado tiempo, sabes que no lo hago con la intención de molestarte pero en verdad quiero verte bai...
-Adiós- colgué la llamada lanzando mi celular a un lado, esto tenía que ser pura coincidencia, mire al techo tratando de buscar alguna explicación pero todo lo que podría ser era ridículo.

☁️☁️☁️☁️

No pude conciliar el sueño, mi vista solo se dirigía al techo sin pensar nada aun que por momentos la voz de Piero volvía a mis oídos
"Quiero que te presentes"
Negué moviendo la cabeza, una parte de mí estaba un tanto convencida de que eso era algo que no volvería a hacer. No, ya no importaba, aun que lo intentara sabía que no me provocaría ninguna emoción. Mi mirada se desvió hacia la ventana unos cuantos rayos de Sol empezaban a asomarse por las cortinas, no tenía ánimo, no quería nada.

Volví a cerrar los ojos.

Otra vez, ese sonido me saco de mis pensamientos.

Dios debía estar alucinando.

Todo era tan silencioso, así recordaba siempre mi hogar.

Así lo era al menos hasta que él llego.