Átame a tu recuerdo.

Lluvia.

Frío...es lo único que siento en este momento.
Me eh servido la otra taza de café y sólo veo como cae la lluvia por la ventana.
Lo que se escucha es el agua...y mi respiración.
¿Por que pienso tanto?...truenos los dedos de mis manos eso me relaja, a él no le gustaba.
También tengo un álbum de fotografías, nuestras fotografías, era increíble como de un momento a otro lo único que quedaba era esto.
Un dolor en el pecho me invade junto a un nudo en la garganta.
No, no le lloraré.
Camino a la sala y me siento a ver la nada...me cubro con una cobija y sujeto bien mi café.
Creó que es hora de recordarle por última vez.

No recuerdo la fecha, sólo recuerdo el lugar, el clima, los aromas.
Trabajaba en una floreria, amo las flores, la dueña era mi tía, una mujer loca y solitaria pero con un gran corazón, se llamaba Rocío.

Estábamos localizadas en La cuidad de México, para ser más precisas en la calle de Madero, todos los días veía a personas entrar pidiendo flores para sus hijas, sus parejas, sus madres.

Debo decir que yo no buscaba a nadie, tan sólo tenía 20 años, la soledad me gustaba, era mi mejor amiga.

El día que empezó todo, era un día de Frío, era noviembre, no había muchas personas en la calle, no habían muchas cosas que hacer.

-Kismet- la voz de mi tía inundó el local -¿Que pasa niña?, te veo muy distraída- sus palabras hicieron que me hicieron pegar un brinco ya que estaba distraída haciendo una sopa de letras del periódico.
-Lo siento- le digo con apenas un poco de voz y suspiro -Estoy bien, sólo estaba concentrada...¿necesitas algo?-
-No, sólo quería ver que hacías- ella se sienta a mi lado y ve la hacia la calle -Es un muy bonito día ¿no lo crees?-
-Si, si lo es- le sonrió, realmente mi mente esta en otras cosas, es de esos días en los que no me quería levantar de la cama
-Creó que cerráremos temprano- de levanta de su silla y va hacia la puerta para poner el cartel de cerrado y poner el candado -¿vas a hacer algo hoy?-
-Realmente no- me levantó guarde mis cosas y camine hacia la otra puerta de salida que estaba atrás de la oficina -Sólo quiero dormir- le sonrió, ella camina lentamente hacia mi y al llegar me abraza
-Cuidate niña-
-Lo haré- me besa la mejilla y yo salgo de la tienda.
Amo los días fríos, es bonito, y más en la cuidad en la que vivía, camine por las calles lentamente, apreciando sus edificios mientras escuchaba mi música.
No quería que este día acabara, apenas eran las 3:00 pm.
Como no quería volver a salir pase rápidamente a una panadería que estaba por mi departamento, ese lugar siempre llenaba la calle con su olor a canela, era de las cosas que más me gustaban, compre unos cuantos panquesitos, en esa panadería cabe mencionar que casi todos los días había un señor esperando tu café molido, era un señor de más de 70 años, siempre hiba con una boina, un chaleco Gris y con mucha felicidad, saludaba a todos. Nunca me acerque a él.
Al llegar a casa lo único que hice fue prender la televisión para no tener tanto silencio, preparar un té y sentarme a leer un poco.

Casi siempre, después de leer, me quedaba pensando en muchas cosas de la vida, revisaba mi celular esperando al menos una llamada de alguien y nunca había nada más que de mi madre y mi hermano, pero la última había sido hace 4 días, ese día en especial me había puesto a pensar en el amor, no tenía pareja desde hace ya 2 años y realmente no me importaba mucho, pero esa tarde sentí la necesidad de abrazar a alguien, pensaba que se sentiría ser querida, afortunadamente o desafortunadamente
El ruido de la lluvia hizo que durmiera , como si eso hiciera que aquel nudo en la garganta que tengo ahora mismo se fuera.