∆Capitulo 28∆

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Le quede mirando, sin creer lo que veía, ¿cómo había entrado?, de igual forma, ¿eso importaba?, era la Bestia, él tenía mucho más poder del que yo podía imaginar, y aun así ¿yo pensaba matarle?, ¿cómo?, eso era físicamente, científicamente y lógicamente imposible.


Aun así, y a pesar de todo, él se encontraba ahí, sentado a mi lado, acompañando mis lágrimas con silencio, comprensión y delicadas caricias para reconfortarme. Me invadieron un mundo de emociones, casi todas encontradas. El me había mentido, traicionado y usado para los fines de la guerra. Sin embargo me había enseñado, iluminado, salvado y consolado más de una vez.


Mi cabeza daba vueltas con clara consternación, demore unos minutos en poder hablar en respuesta a su comentario, quería echarlo en cuanto pudiera retomar mi habla, pero sin embargo no fue eso lo que salió de mi boca, sino un sentimiento mucho más puro y sincero.


-No sabes cuánto he extrañado que me llames Gorriona- admití y no pude detener mis palabras provocando que una enorme sonrisa se extendiera por su cara.


-También te he extrañado May- dijo y acaricio rápidamente una de mis mejillas con su pulgar.


-¿Qué haces aquí?- pregunte ladeando la cabeza en un tono suave, no podía hablarle mal, no podía echarle, no hoy, no ahora.


-Presentí que algo andaba mal contigo, y decidí venir- confeso con un tono que casi fue una caricia.


-¿Cómo es que puedes saber cuándo me encuentro mal?- pregunte con real interés.


-Aunque te parezca raro, nosotros estamos estrechamente conectados, nuestras vidas lo están, y por eso puedo sentir lo que tu, si me concentro- explico e hizo una pausa- tu podrías sentir lo que yo, con algo de entrenamiento en manejo de energías y auras, son cosas básicas de la magia.


-¿Y eso no te parece perturbador?- pregunte mirándolo a los ojos.


-No, para nada- dijo mirándome a los ojos- me gusta que sea así- sonrió-¿qué te sucede?-pregunto.


-Nada, yo simplemente estoy cansada- dije desviando mi mirada hacia la colcha de mi cama.


-Si es solo eso, ¿por qué lloras?- pregunto intuitivo.


-Es que- suspire- está bien, es que me siento agobiada, por todo, y además tengo miedo. Miedo de estar sola, miedo de que Benjamín aparezca, miedo de todo- confesé y me mordí el labio


comenzando a temblar nuevamente.


-Él no puede entrar aquí, estas segura, no debes tener miedo- susurro- y lo demás, solo debes afrontarlo, yo sé que eres fuerte y podrás con todo- sonrió.


-No soy fuerte- susurre aún más bajo que él.


-Si que lo eres- dijo tomando delicadamente mi barbilla para que lo mirara- te ves preciosa con esa ropa puesta, no tienes ni idea de cuánto- dijo con su voz ronca y mi corazón se aceleró, al tiempo que mis mejillas se ponían de un color rojo intenso.


-Yo, emm- mordí el labio- no tenía pijama limpio- me excuse.


-Ajam, y ese de ahí arriba- dijo refiriéndose a mi pijama de ositos que estaba perfectamente limpio y doblado sobre mi cómoda.
-Piedad, please- pedí rindiéndome, era demasiado obvio que me la había puesto por que le extrañaba.


-No hay piedad para ti- dijo con una sonrisa en sus labios


Entonces note que en algún momento había colocado uno de sus brazos del otro lado de mi cuerpo

encerrándome entre él y la cama. Me estremecí, pero no de miedo, ni de intranquilidad, si no de


deseo, si de deseo, de un deseo prohibido.

Tres Mundos:El fin de los tiempos. [En Corrección]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora