∆Capitulo 34∆

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Aquel día no pude más que optar por encubrirla, no porque su elección de bando estuviera mal, por lo contrario, pero eran demasiadas cosas para que Isaías procesara en poco tiempo. Estaba enamorado de una mujer que lo había engañando, al menos en su mente, y su único y amado hijo resulto ser un cabrón bueno para nada que monto un plan de destrucción terrícola en pocos días.
Como si ya de por si eso fuera poco, tenía que cuidar el arma más revoltosa de la historia, o sea yo, quien ponía su vida en peligro por simples berrinches, y además entrenar para la eminente guerra que se desataría en cuanto la amenaza nephillim estuviera eliminada.
Menuda carga ya tenía como para sumarle lo de Vero. Obviamente debía decirle, no podía ocultarle el secreto por demasiado tiempo, ya que Ángel es el arma destinada contra él y debía estar
prevenido, de igual forma lo haría con sutileza.
Hace ya una semana que me encontraba alojada en una especie de chocita en el cielo. Por supuesto mi recuperación estaba casi al cien por ciento, y ya podía moverme con agilidad y soltura. Aun así Luvia insistía en que debía guardar reposo, pues según ella, las heridas internas no se ven pero están.
En aquella semana, ya nos habíamos introducido en Septiembre. Estaba más que claro, que tenido que abandonar la facultad ese semestre, por razones obvias y externas a mis deseos. Mi madre había estado más curiosa que nunca, y nos había sometidos a Leuviah, a Rafael y a mí a extensos interrogatorios sobre lo que estaba sucediendo en el mundo, sobre mí y el porqué de estar implicada, sobre el mundo mágico y mucho, mucho más.
Le había contado la historia completa de la profecía que envolvía a mi familia paterna, y por supuesto fue ahí cuando le revele los motivos por los que Gonzalo nos había abandonado hace ya
dieciocho años.
Ella por su parte lo tomo bien, alegando que siempre supo que la familia de su ex marido era demasiado excéntrica para ser normal, y le restó importancia al asunto con una encogida de hombros y un cambio de tema.
Yo podía ver en sus ojos, que desde el momento que le conté la verdad a mi madre sobre papá, algo se había vuelto encender, algo que había perdido hace mucho. Era por ese motivo que aún no le había contado lo que había hecho Gonzalo por mí, no sabía cómo contarle que el hombre que alguna vez amo, le había vendido el alma al Diablo.
Aquella tarde de Septiembre estaba luminosa, luminosa aquí en el Cielo, pues sabía que las calles de mi querido Montevideo no debían de estar para nada luminosas, por el contrario, seguramente alguna tormenta de fines del invierno las estaba azotando, y eso sin contar a los aberrantes nephillims recorriéndolas una tras otra con grandes ansias de matar.
Yo me encontraba sentada en un taburete fumando un cigarrillo y viendo como mi madre jugaba con un sudoku o un crucigrama para matar el tiempo. Estaba cavilando la opción de contarle a mi madre lo que realmente había sucedido en el infierno, pues necesitaba contarle la verdad a alguien pero ya no tenía a mi Vero para poder confiarle las cosas a ella.
De un momento a otro me vi a mi misma decidida a contarle la verdad a mi madre, la verdad sobre que yo no había decidido que bando tomar, y de igual forma termine por decantar en el que yo tenía más dudas.
-Madre- llame su atención y ella levanto la mirada hacia mí.
-¿Que pasa cariño?- pregunto ladeando la cabeza.
-Debo contarte algo- mordí mi labio, la inseguridad volvía a apoderarse de mí, ¿que pensaría ella de lo que yo había hecho?
-Dime, sabes que puedes contarme cualquier cosa- animo con una sonrisa.
-Lo sé, es difícil- suspire y me tape la cara- estoy muy avergonzada de lo que hice, mamá, muy muy avergonzada- gimotee.
-¿Qué fue lo que hiciste, tan malo que te avergüenza tanto?- pregunto ella con suavidad- no creo que sea tan malo.
-Oh si lo es- gemí
-Anda, cuéntame, y luego te diré si debes estar avergonzada o no- animo tiernamente y yo asentí y tome aire.
-Mamá, en el Infierno, en el Infierno las cosas no sucedieron tal cual las relate cuando llegue hace una semana- mordí el carillo de mi mejilla derecha.
-¿Y qué sucedió entonces? -pregunto ella alzando una ceja.
-Pues, es cierto que Kelian, o sea la Bestia, y yo peleamos de manera muy dura, que nos hicimos un daño tremendo, y que luego fui echada a un mazmorra- hice una pausa- pero no fui echada a una mazmorra porque Lucifer fuera un tirano que defendió a su hijo a pesar del mal, fui echada a una mazmorra porque me lo merecía- cerré los ojos.
-¿Porque dices que te lo merecías, hija?, nadie merece algo así- inquirió ella regalándome una pequeña sonrisa.
-Yo sí, yo si me lo merecía- la mire a los ojos- fui encarcelada por traición mama, no por agresión-suspire- ellos creyeron que yo los había engañado, para acercarme a la Bestia y tomarlo desprevenido, creyendo que mentía cuando afirmaba que aún no había elegido bando. Pero yo no mentía, en realidad yo no había elegido bando, solo fue una confusión
-¿Y si no habías elegido bando, porque creyeron lo contrario?- frunció el ceño profundamente mi madre.
-Porque yo rabiosa se lo escupí a la cara a Kelian mientras discutíamos, invente que yo tenía bando seguro, el bando celestial para herirle-confesé apenada- y luego se dio la pelea, la cual inicie yo, y todo pareció cerrar.
-¿Porque hiciste todo eso cariño?- pregunto mi madre angustiada.
-Por celos mamá, por celos- baje la mirada.
-¿Por celos?, pero, ¿de qué hablas Maite?- me miro sin entender.
-Si mama, por celos- respire- yo estaba celosa de Kashdejan, la médico más poderosa del Infierno, pues veía que entre ella y Kelian había una relación demasiado estrecha- mire a mi madre apeada-entonces le dije sobre mi elección de bando, falsa por supuesto, para herirlo. Pero lo peor fue cuando descubrí efectivamente que ellos son amantes, amigos con derechos o lo que sea, pues oí los gemidos de ella tras su puerta- mordí mi labio- me desmorone mamá, está mal lo que hice, pero estaba cegada, lo ataque, lo ataque por rabia, por celos, pero no por bandos, nada de esta guerra tiene que ver con ello- a esa altura ya había comenzado a llorar lentamente mientras relataba.
-Vaya hija, eres un desastre- dijo mi madre anonadada.
-¿Sabes que es lo peor de todo?, ¿lo sabes?- pregunte ahogada en mi llanto.
-¿Que amor?-pregunto ella acercándose a mí para abrazarme.
-¡Que le amo mamá!- exclame- le amo como a nadie, la mierda, le amo más que a mí misma, amo a ese grandísimo bueno para nada- solloce- y le herí, le herí por un simple berrinche, y ahora me odia- gimotee- no me lo va a perdonar, jamás lo hará.
-Él te engaño una vez, te engatuso para los fines de la guerra, ¿no es así? - Dijo ella y yo asentí-bueno, y tú lo perdonaste- me miro a los ojos- porque es obvio que lo perdonaste- sonrió- ¿qué te hace pensar que él no te perdonara a ti?.
-¿Tu perdonarías a quien intentó matarte?- respondí a su pregunta.
-Yo perdone a tu padre, ¿No es así?- contesto ella con una tierna sonrisa y por unos cuantos minutos nos quedamos en un completo silencio.
Ella tenía razón, ella había perdonado a papa por intentar matarme en cuanto se enteró de los verdaderos motivos que a él le atemorizaban. Pero aun así, mi caso era distinto, yo no tenía una buena justificación para lo que había echo, solo un magistral ataque de celos.
-Sobre papá- hable sin concluir lo que diría.
-¿Que paso con tu padre?- vi la preocupación reflejada en sus verdes ojos.
-Él está en el Infierno- dije y ya no pude hablar más.
-¿¡Como!?- se exalto ella.
-Si pues- me mordí el labio- para que yo pudiera salir alguien debía ocupar mi lugar- hice una pausa-por eso papa en cuanto se enteró, le vendió su alma al diablo para poder comprar mi libertad- suspire- fue como una especie de fianza.
-¡Oh por el amor de Dios!- exclamo ella- Gonzalo por Dios- la angustia se había apoderado de su rostro- ¿qué le sucederá?, ¿Que le sucederá a tu padre, hija?- pregunto con clara desesperación en los ojos.
-No lo sé mamá, no lo sé- solloce.
-Quien sabe que le estarán haciendo- balbuceo ella con la voz casi muerta.
Yo iba a contestar aquello, pero el ruido de la puerta al abrirse capto de inmediato la atención de nosotras dos. Cuando vimos quien era, ambas suspiramos, pues por un momento temimos que algún arcángel hubiera escuchado nuestra conversación.
-Luvia- dije yo con un suspiro de alivio.
-Hola- saludo cerrando la puerta tras de sí y echo un vistazo por la ventana.
-¿Que te trae por aquí?- pregunto mi madre.
-Yo - miro a su alrededor- yo solo vine a ver como estaban- se mordió el labio- pero al llegar no pude evitar escuchar lo que decían- se encogió de hombros- espero no se molesten por ello-pidió- mejor yo que cualquier otro.
-En eso tienes un punto- concedí aliviada de que no estuviera molesta.
-En fin, vaya en que lio te has metido May, ahora perteneces a este bando por haberte peleado por celos con el otro- dijo negando con la cabeza.
-Soy un desastre- admití.
-No te lo discutiré- frunció la nariz y se sentó en un taburete- si quieres puedo ayudarte, Lili puede intentar contarle a Kelian la verdad- ofreció
-No le va a creer-afirme- no gasten pólvora en chimangos.
-Estoy segura de que él está sufriendo tu perdida tanto como tú la de él- miro hacia la nada- yo podía ver el amor en sus ojos cada vez que te miraba.
-Si me amara, no se encamaría con Kashdejan- escupí cruzándome de brazos.
-Eso no tiene nada que ver, no en el infierno, ahí son mucho más liberales, el sexo es cosa de todos los días, es normal, lo hacen cuando se aburren, cuando tienen ganas, para descargar tensiones o por cualquier otra cosa- se encogió de hombros- no significa que allá amor entre quienes llevan a cabo el acto- explico.
-¿Cómo es que sabes eso?-pregunte frunciendo el ceño.
-Lili me lo contó- se encogió de hombros- con eso alega que no tendremos sexo hasta no estar casadas, para que yo no pueda pensar que no soy especial para ella- comento- yo que sé, son cosas de demonios- dijo retándole un poco de importancia, pero sin poder evitar que los colores se le subieran a la cara.
Entonces recordé las veces que él se había alejado de mi alegando que no quería traicionarme y ganar la guerra. Se me ocurrió por un momento que tal vez él quería demostrarme de esa manera
que me quería, negándose a sí mismo el hacerme suya.
-Vaya- fue lo único que pude decir y mire a mi madre, quien estaba con los ojos como platos, un poco perturbada.
-Perdón- se disculpó Alejandra- a veces me olvido que May no es más una niña, y ahora ustedes están hablando de relaciones sexuales con tanta naturalidad, que me preocupo un poco.
-Mamá, no te preocupes, soy virgen aun- consolé y ella sonrió- de igual forma- le hable a Luvia- me sigue doliendo- hice una mueca- además ya están todas las cartas jugadas, no hay vuelta atrás.
-Te entiendo, debes asimilarlo de a poco- hizo una pausa- nunca creas que está todo perdido, la vida te puede sorprender- sonrió- bueno, en fin, nunca les dije por que las interrumpí -hizo una mueca- la cosa es que al notar su angustia por lo de tu padre, decidí entrar a explicarles lo que implica su trato.
-¿De verdad sabes lo que harán con él?- pregunto Alejandra con una clara brillando esperanza en sus ojos.
-Ajam- asintió Luvia- Lili también me explico eso, pues ella fue la que convenció a Gonzalo de que lo hiciera- yo asentí para que prosiguiera- Cuando alguien hace un pacto con el Diablo, no es como muestran en las películas, que te ves obligado a ser el sirviente de Satanás por el resto de la eternidad- sonrió- Gonzalo a lo que se comprometió es a pelear a favor del bando infernal, eso no significa que vaya a la batalla, si no que aportara con sus conocimientos a la producción de armas, el ejército y otros, mientras vive en el infierno y será considerado como un ciudadano más- hizo una pausa- o sea tendrá una casa, trabajo e incluso podrá formar una familia, solo cambia su domicilio-sonrió- es como si le hubieran conseguido un nuevo trabajo.
-Entonces, si es así, ¿dé que les sirve?-pregunto mi madre.
-Por cada pacto que el Diablo obtiene, la fuerza de su ejército aumenta en un veinticinco por ciento, ese es el verdadero motivo- sonrió.
-Vaya, solo es como una batería, nada le harán- suspire- no sabes el peso que me sacas de encima, gracias.
-No me lo agradezcas querida- sonrió.
Yo realmente podía respirar ahora que sabía que mi padre estaría bien, la sola idea de que por mi culpa fuera a ser atormentado me descomponía. Algo me dijo que había estado en un error al juzgar de aquella manera a Lucifer, le había conocido, y no le veía capaz de infligir una tortura a un hombre inocente; al menos eso era lo que él me había dejado ver.Por otra parte, tal vez Kelian si fuera capaz de hacer algo como aquello, el llevaba siempre en su mirada un rencor alojado y profundamente arraigado, que pude suponer que venía a raíz del asesinato de su madre. Eso lo convertía en un ser capaz de hacer cosas malas, pero no, yo no era capaz de saber hasta qué punto.
Nos quedamos por un rato más charlando sobre el bando infernal, cuando ella cambio el rumbo de nuestra conversación hacia el tema de Benjamín. Yo había tratado de evitar ese punto, pero era obvio que sería imposible evitarlo por siempre.
-Rafael me contó lo sucedido con tu ex- comento- lo siento mucho, no lo vi venir-se disculpó apenada.
-No te preocupes, nadie lo hizo- me encogí de hombros.
-Se ha vuelto un maniático -balbuceo- está arrasando con la Tierra solo para encontrarte- negó con la cabeza.
-No se ha vuelto, ya lo era- afirme- ¿Se está haciendo algo?- pregunte angustiada.
-Si, por una vez en la historia ambos bandos pelean por una causa común- sonrió- los nephillims lobos están casi controlados, pero no hemos podido atrapar a Benjamín.
-¿Van a hacer algo al respecto?-pregunte mordiéndome el labio.
-Sí, y ese algo eres tu- afirmo- Rafael tiene un plan, y tu estas implicada- comento mirando por laventana.
-¿Cuál es el plan?
-No lo sé, el aún no lo ha revelado- hizo una mueca.
-Supongo que si Rafael lo hizo, será efectivo- me encogí de hombros y la conversación se detuvo ahí, no había mucho más que decir.
Luvia se fue, pues tenía una cita con Lilian, la despedí deseándole suerte y ella me prometió traerme noticias del Infierno. Era seguro que la vampiresa le haría saber todos los chimentos que se hicieran conocer en el infierno y más.
Luego de que ella se fuera, decidí salir a recorrer algunos caminos cercanos a nuestro alojamiento, pues era lo más lejos que tenía permitido recorrer.
Era increíble como los cuentos de hadas si eran verídicos en la descripción del Cielo. Tal y como en ellos se mencionaba, las calles de aquel lugar eran de nubes, el oro rebosaba por toda partes y por supuesto la paz reinaba. Ese último punto era el que más me perturbaba, los ángeles sonreían demasiado para estar inmersos en una guerra que día tras día se cobraba vidas de una y otra fila.
De igual forma sabía que ellos no sonreían constantemente, sabía que sentían nerviosismo, que lloraban, anhelaban, odiaban y un sin fin de otros sentimientos los arribaban en todas y cada una de las situaciones de la vida, pero no lo demostraban en público, ya que yo lo sabía únicamente por el estrecho contacto que mantenía con Leuviah y Rafael.
Observe a una madre y una hija con detenimiento, se encontraban en una especie de parque, la niña no tendría más de dos años, y la madre seria unos dos o tres años mayor que yo. Bueno, si no tenía miles de años como Rafael obviamente. Aquí nada se regía por las reglas de la naturaleza, y todo era sumamente retorcido.
Aquella madre parecía estar enseñando a su hija a volar, pero no estaba teniendo mucho éxito, pues se notaba que era una pequeña algo distraída y tal vez un poco rebelde. La niña dio un saltito y salió corriendo en dirección opuesta a la de su madre, la cual era la mía.
Yo me sobresalte cuando la pequeña se detuvo en seco y me miró fijamente con su pequeña carita envuelta en una melena de risos negros y con sus ojos del mismo color. Ambas nos miramos hasta
que la madre llego hasta nosotras, apenada.
-Lo siento muchísimo- se apresuró a decir- Mariáh es muy traviesa- hizo una pausa- soy Sarel -se presentó.
-No se preocupe, la travesura es normal en los demonios- conteste sin procesar lo que decía, y de inmediato me arrepentí, era cierto que ella tenía sangre demoníaca, lo había visto en ella cuando me miro, pero no estaba bien que lo dijera.
-¿Co...Como lo supo?- pregunto ella temblando.
-No se preocupe, no la juzgare por amar a quien está prohibido- sonreí- lo vi en los ojos de la niña-explique- me llamo Maite, Maite Nazaret.
-Oh Jesús- ella quedo pálida- eres la misteriosa hija de Yahvéh.
-Sí, pero prometo no decir nada, yo sé lo que es estar enamorada de un demonio- sonreí y me agache para quedar a la altura de la niña- y tú, debes hacerle caso a tu mama- la pequeña asintió
con una sonrisa.
-¿De verdad no nos delatara?- pregunto la madre incrédula.
-Ella no, pero tal vez yo si- hablo una voz grave a su espalda y de inmediato la reconocí, era el inconfundible arcángel Rafael.

Hola Hola!
Cómo están?
Bueno, aquí el capítulo de hoy, con algunas revelaciones.
Díganme sus teorías y opiniones.
Las leo 😎

Tres Mundos:El fin de los tiempos. [En Corrección]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora