∆Capitulo 17∆

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-Cuatro- pausa- cinco- pausa- seis- pausa- siete...-y siguió el recuento.
La voz de Kelian resonaba en el vació como un estruendoso trueno que rompe la noche en dos; apenas estaba amaneciendo, y él ya tenía un humor de perros. Era Domingo, temprano a la mañana, y yo ya había dado unas malditas ocho vueltas a la alambrada, realizado treinta lagartijas, y ahora mi entrenador había decidido torturarme con veinte abdominales. No daba más de cansancio, mis músculos ardían, mi respiración estaba fuertemente agitada y mi cara, eso era lo peor, mi cara era como un globo rojo de helio, hinchada y colorada a no poder más debido al esfuerzo.
-Veinte- afirmo con vos severa y se retiró de mi lado- levántate, debes estirar- ordeno.
-No entiendo por qué me haces hacer estas cosas-proteste mientras me levantaba- debería aprender a manejar armas, no a hacer abdominales- bufe.
-Si no tienes fuerza, no podrás levantar una espada, así de simple, señorita inteligente- dijo en tono de burla y me miró fijamente.
Kelian había estado así toda la semana, solo me dirigía órdenes severas o se burlaba de mí, y eso último lo hacía con frecuencia. Estaba cansada de su actitud malhumorada, fría y autoritaria. yo
nada le había hecho para que me tratase de aquella manera, pero no quería enfrentarlo para reclamar mejor trato.
De inmediato comencé a estirar, una tras otra imitaba las posiciones que el hacía, por el tiempo justo en la cuales el las hacía. Por un momento me quede observándolo, hoy traía un pantalón deportivo negro y una remera ajustada azul-marino, pero no fue su ropa la que llamo mi atención, si no la fortaleza de sus músculos, que se movían como en una danza bajo la remera mientras estiraba. Músculos tensos, fuertes, que se movían con total destreza, comencé a sentir demasiado calor, y en ese momento, Kelian me pillo observándole, y baje la mirada.
-¿Que miras?-pregunto bruscamente, clavando su mirada en mí.
-Yo, yo no-dude, me había atrapado- ¿Por qué tienes esa actitud?, ¡Yo no te hecho nada!, y me tratas cual perro- afirme sin saber muy bien lo que hacía, con tal de desviar su atención a otro tema.
-Yo no te trato cual perro, soy tu entrenador, no tu amigo-dijo con seguridad.
-Vaya- dije pensativa- y yo que pensé que éramos amigos- dije con algo de rencor.
La charla culmino ahí y no volvimos a mediar palabra mientras estuvimos en el campo de entrenamiento, ni sobre la moto, ni siquiera al despedirnos. Por alguna estúpida razón me sentía realmente ofendida, Kelian para mí era algo más que un simple entrenador, le consideraba un amigo, alguien en quien poder confiar, alguien a quien acudir, pero él lo había negado. Yo no sabía si hablaba enserio o era fruto del desnaturalizado enojo que cargaba desde hace una semana, pero lo cierto era que me había dolido su afirmación.
Luego de que estuve en casa, y de haberme bañado, prepare el almuerzo para mi madre y para mí, pues ella llegaría en poco más de hora y media, y quería esperarla con algo caliente.
Cuando llego mi madre, al saludarme, note que sus ojos estaban rojos como si hubiese llorado, su rostro reflejaba una profunda tristeza y su semblante era peor que malo. De inmediato me alarme, algo había sucedido, y esta vez me lo tendría que contar. Luego de hacerla sentar en una de las sillas de la mesa de la cocina y encender un cigarrillo, hable firmemente.
-Mamá, ¿qué te pasa?-pregunte mirándola a los ojos y tomándole las manos- sé que algo ha estado pasando hace ya más de dos meses con tu trabajo, si es que aun tienes uno, así que por favor cuéntame, no tienes por qué llevar toda la carga en tu espalda- argumente.
-No es nada, pequeña- intento calmarme.
-No, no me digas que no pasa algo en tu trabajo, sé que algo sucede, ya no soy una cría- afirme.
-Está bien- suspiro- debo reconocer que siempre fuiste una muchacha inteligente- comento-¿Recuerdas cuando a mediados de Marzo comencé a venir más temprano?- pregunto.
-Sí, lo recuerdo muy bien- dije reviviendo aquellos días en mi mente.
-Bueno, eso se dio por que hubo recorte de personal, y si bien a mí no me despidió, me descendió de puesto y redujo mi sueldo-explico.
-¡Maldito hijo de put*!- exclame furiosa.
-Lamentablemente, eso no es todo hija- dijo angustiada- como hacía falta dinero, comencé a hacer limpiezas, por eso llegaba tan tarde, y una de ellas fue en la casa de mi propio jefe, ahí empezó lo
peor- hizo una pausa- mi jefe empezó a insinuarse cada vez que iba a su casa y su mujer no estaba, luego ese acoso paso a darse dentro de la empresa- bajo la mirada.
-¿Porque no denunciaste mamá?, debes renunciar-dije desesperada e indignada.
-Ya renuncie hoy hija, no quería hacerlo, pues necesitamos el dinero, así que me dedique a buscar otro trabajo, pero no encontré- hizo una larga pausa y se estremeció- pero hoy no pude más que
renunciar, pues a intentado violarme, y no estoy dispuesta a soportar más- dijo y rompió en llanto.
Me acerque a ella y la abrace, mientras lloraba a su misma vez, mi madre estaba desconsolada, y yo también. Me sentía rabiosa, quería golpear a ese hombre, matarlo, quería tomar venganza toda costa, pero ahora solo podía consolar a mi pobre madre.
-Ya está, todo ha pasado, ese cavernícola no volverá a ponerte una mano encima mamá- la consolaba.
-Tuve que elegir si conservar mi dignidad o mi sueldo hija- lloraba- lo siento, ahora estamos en la calle.
-No mamá. No estamos en la calle- afirme- ya mismo iremos a poner la denuncia, le demandaremos, y le sacaremos hasta el último centavo- afirme seriamente- mañana mismo iras a hablar con el sindicato de la empresa o con alguien de la central, no me importa, pero conseguiremos apoyo, ganaras- dije y la abrase mucho más fuerte.
-Gracias hija, gracias por tu apoyo- repetía mi madre constantemente mientras sollozaba.
-No me des las gracias mamá, nos tenemos una a la otra- afirme- y yo estaré siempre, siempre a tu lado.
Me quede por un rato consolando a mi madre, hasta que ella pudo recuperarse del hecho y retomo la calma, luego de eso, le hice lavar la cara, pues el delineador se le había corrido, y finalmente almorzamos.
El resto de la tarde ayude a mamá a buscar ofertas de empleo en los periódicos que dieran con su perfil laboral, luego de dos horas de intensa búsqueda, y de encontrar algunas ofertas realmente tentativas, dejamos los periódicos, y mamá encendió la televisión. Yo por mi parte mire la hora, eran ya las cuatro y diez pm, me levante y me fui a mi habitación.
Estando ahí, busque en mi armario algo lindo para ponerme, a lo que termine optando por un jean negro, botas de plataforma, una blusa y un saco multicolor de manga murciélago. Luego de mirarme al espejo varias veces, colocarme un maquillaje sutil, y atarme el pelo en una media cola, salí a la
sala, y mi apariencia llamo de inmediato la atención de mi madre.
-¿Se puede saber dónde vas tan arreglada cariño?- pregunto fijando su vista en mí.
-¿No te lo había comentado?-pregunte.
-Ah, ah-dijo negando con la cabeza.
-Hoy llega a la seis una amigo que conocí en Brasil, y yo quede de ir a buscarlo al aeropuerto, y acompañarlo hasta la pensión en donde se va a quedar-explique a mi madre.
-Oh, hablas de ese amigo tuyo, Benjamín, ¿Puede ser?-pregunto mi madre con mirada cómplice, pues yo le había contado sobre el beso, que por cierto había sido mi primer beso.
-Sí, mamá, ese mismo- dije quedando roja de vergüenza.
-Cuidado con lo que haces en la pensión eh- enarco una ceja sonriendo.
-¡Mamá!-exclame muerta de vergüenza.
-Dale, dale- reía- ve, o vas a llegar mucho después que el avión-dijo sonriendo.
Me despedí de ella, diciendo que volvería lo antes posible, y luego me encamine hasta la parada, para luego de preguntar a varias personas y enterarme de que no había bondi que me llevara hasta el aeropuerto, llamar un taxi y esperarlo sentada en la parada. El maldito vehículo demoro veinte minutos en recogerme, y media hora en llegar al aeropuerto, y para colmo me cobro quinientos diez
pesos.
Luego de esperar unos diez minutos a que el avión de Ben arribara al aeropuerto, vi como este llegaba y los pasajeros bajaban, diez minutos después de ello, observe como Benjamín cruzaba las puertas mirando hacia todas partes, buscándome.
-¡Ben!- alce la voz, levantando la mano para saludarlo, el corrió hacia mi, dejo sus maletas y nos abrazamos- Bienvenido-dije en su abrazo.
-Hola, May -dijo sonriendo cuando nos separábamos- gracias por venir a esperarme.
-No me lo agradezcas, yo cumplo mis promesas- Dije y sonreí
Le ayude a cargar sus maletas, y quince minutos después íbamos rumbo a la pensión que el había escogido en la Ciudad Vieja. El viaje en taxi fue de una hora, hora en la que nos pusimos al día en muchas cosas que nos habían sucedido, y también que planificábamos donde iríamos primero.
Al llegar, bajamos y le ayude a entrar las maletas a la pensión. Era una casona vieja, tal vez de principios de 1800, pero muy bien remodelada, pintadas en coloreas amarillos y cremas, con una
decoración de principios del siglo XX, las luces eran tenues y todo en su conjunto proporcionaba un ambiente muy acogedor. Llegamos a la habitación que le habían asignado, la numero seis, Ben
abrió la puesta e introducimos las maletas.
La habitación contaba con una cama matrimonial, un armario, una mesilla de luz y un espejo, las paredes de la misma eran de un color azul pálido y el suelo de madera. La decoración, la volvía
una habitación elegante, pero también algo fría.
-Vaya, no escatimas en gastos, ¿no?-dije mirando a mi alrededor.
-Para nada, si he de vivir, he de vivir bien-dijo con una sonrisa.
-Buen lema de vida- elogie- oye, debo irme, mi madre me ha de estar esperando.
-¿Tan pronto?-hizo un mohín con el labio- quédate un ratito más- pidió mientras se acercaba a mi tomándome por la cintura y pegándome a él.
-Oh, yo-me ruborice- es que no puedo-dije un poco agitada, pues podía sentir cada centímetro del firme cuerpo de Benjamín pegado al mío.
-Vamos, quédate- ronroneo en mi oído y me hizo estremecer.
Una de sus manos subió por mi espalda lentamente hasta mi cuello, tomándome delicadamente por la nuca, se acercó a mí, haciendo desparecer toda la poca distancia que quedaba entre nosotros,
fundiéndonos en un delirante beso, que me hizo llegar a las nueves. Podía comparar sus suaves labios como trozos de seda, que me proporcionaban una gran calidez al contacto con los míos.
De un momento a otro, la intensidad del beso cambio, y sentí que las manos de Benjamín comenzaban a moverse por mi espalda. En ese momento, entre en pánico, y dándole un pequeño empujoncito, me separe de su abrazo rápidamente.
-Yo, yo- dude, quedando roja de vergüenza - perdón es que-me interrumpió.
-No, perdóname tu a mí, no debí apresurar las cosas- bajo la mirada- ¿sigue en pie nuestra cita?- pregunto temeroso de que la cancelara.
-Yo, si , sigue en pie- asentí a lo que él sonrió abiertamente.
-Entonces nos veremos el viernes- canturreo contento- a las cinco, ¿Te parece?-pregunto.
-Claro, creo que está perfecto-sonreí- debo irme, perdón- me despedí de el con un delicado beso en los labios y salí de la habitación.
Salí de la pensión y fui caminando lentamente hasta la parada del 407, mientras recordaba el beso que había recibido hace tan solo un instante. Cuando llegue espere media hora hasta que el bondi pasara y poder tomármelo. Mientras iba en el bondi pensaba en Benjamín y en lo bien que me sentía a su lado, pero mientras desarrollaba esos pensamientos, el nombre de alguien más aparecía y desaparecía en mi mente, ese nombre era Kelian.
Luego de una hora veinte de viaje, estuve frente a la puerta de mi casa, donde me encontré con Verónica esperándome.
-Vero, ¿qué haces ahí?, ¿Por qué no tocaste timbre?, mamá te habría hecho pasar- regañe al verla al frio.
-Oh, es que te vi llegando, y me quede a esperarte May -sonrió.
-Oh bueno-dije y me acerque a la puerta para abrirla- vamos pasa, morirás de frio ahí afuera-dije haciéndola pasar a la sala.
Luego de echarle cerrojo a la puerta y de avisarle a mi madre que había llegada a casa sana y salva, volví con Vero a la sala, nos sentamos en los sofás y encendimos la televisión. Era raro que
Verónica se pasara tan tarde por casa, pues ella odiaba andar sola por la calle en la noche, así que frunciendo el ceño decidí indagar.
-¿Pasa algo Vero?-pregunte- es raro que estés aquí tan tarde- expuse el fundamento de la pregunta.
-Este, bueno, pasan algunas cosas- hizo una pausa- pero primero cuéntame, ¿ha llegado ya Ben?, estoy ansiosa de verle-sonrió
-Pues si, ha llegado esta misma tarde, le he ido a buscar al aeropuerto, y le acompañe hasta la pensión en la que se está hospedando, queda en la ciudad vieja- informe con agrado.
-¡Qué bueno!-exclamo- seguro que nos divertiremos mucho- sonrió
-Estoy segura de que si- deje escapar una risa soñadora a lo que Vero me molesto por un rato.
-Veras, estoy aquí por otra cosa-dijo y su estado de ánimo cambio radicalmente- es por Isaías, aun no le he dicho nada, y no sé cómo decirle. Además debido a que me corroe la culpa por dentro me
comporto extraña junto a él, y está comenzando a notarlo- explico.
-Vero, ya te he dicho que es necesario que le digas cuanto antes-hice una pausa- él se va a enterar tarde o temprano;¡ por el amor de Dios, Vero, él es el arcángel Rafael, dudo que se mantenga ignorando las cosa por mucho tiempo!-exclame.
En lo que hablaba, encendí un cigarrillo, y me encamine hasta la chimenea, el frio me estaba calando hasta los huesos, y el temblequeo constante de mis labios me estaba sacando de quicio.
Introduje varias ramas, leños y papeles, y con mi encendedor logre encender las llamas, frotándome las manos en cuanto sentí el primer atisbo de calor.
-Espera, ¿qué dices?-dijo sorprendida Verónica- ¿el arcángel Rafael?, oh por Dios, no puede ser-dijo con los ojos desorbitados por la sorpresa.
-Sí, lo es- confirme- tu novio es un vejestorio con mucho poder -bromee.
-Por el amor de Dios, no sé si sentirme alagada, atemorizada, o pensar que salgo con el pedófilo más viejo del mundo- hablo seria y luego rio- estoy en el horno May -gimió.
-Si le dices la verdad él te perdonara, te lo aseguro- afirme
-¿Tu como sabes eso?, no puedes saberlo- negó Vero.
-Ángel, te aseguro que es así- hice una pausa- el jueves pasado, luego de reunirme con él y los demás ángeles, él me dijo que te amaba demasiado como para abandonarte-hice una pausa- pues hablábamos de la prohibición de estar con humanos- explique- así que te aseguro que te perdonara.
-En cuanto pueda se lo diré- dijo alicaída pero con esperanza reflejada en sus ojos verdes.
-¿Hay algo más que te aqueje?-pregunte, pues ella me había dicho que tenía varios puntos de los que hablar.
-Bueno, pues no mucho- quedo pensativa- el otro día estaba en casa con Luvia, la note un poco extraña, así que le pregunte que le pasaba, tuve que insistir un montón puesto que no quería decirme, pero termino haciéndome preguntas sobre el amor y la diferencias de especie- hizo una pausa- ¿Crees que no aprueba mi relación o que hablaba de sí misma?
Bueno, puede ser cualquiera de las dos- dije pensativa- pero yo la última vez que la vi la note algo distante y pensativa, también le prestaba una atención descomunal a su celular- reflexione- creo que se ha enamorado de algún humano- afirme.
-¿Tú crees?- asentí- eso sería tan tierno- exclamo.
-Lo seria- afirme- espero que tenga la confianza suficiente para contárnoslo- desee.
-Si- dijo y se quedó pensativa- sabes, últimamente no me siento muy bien, pero no he ido al médico, no sé qué tendré- comento en voz baja para que mi madre no escuchara.
-Ve al médico Vero, ¿que estas esperando?-dije regañándola.
-No, es que, tampoco es nada tan grave- balbuceo restándole importancia- solo son algunas nauseas, y mal de estómago, creo que algo me ha caído muy mal.
-¿Segura?, no vaya a ser que te hayas cogido algún virus o algo- comente- insisto, deberías ir al médico.
-Hagamos un trato May- hizo una pequeña pausa- prometo ir al hospital si mi situación empeora, ¿vale?- sonrió mi mejor amiga.
-Vale, trato hecho- sonreí.
Vero y yo nos quedamos hablando por dos horas más y luego me pidió que la acompañara a su casa; por supuesto la acompañe, a pesar de que mi cuerpo se resistía a salir al gélido viento de allí
afuera.
Llego el lunes, volví a padecer el entrenamiento con Kelian esa mañana, en el cual solo me había aumentado una vuelta a la alambrada, así que no lo sufrí tanto aquella rutina, eso sí dejabas pasar por alto que ese día había estado aún más frio que los anteriores.
Luego de volver a casa, e ir a facultad, acompañe a mi madre a hacer la denuncia de acoso laboral y poner una demanda. Para esto el Estado nos proporcionó un abogado de oficio, el cual al ir a verlo nos dijo que teníamos altas probabilidades de ganar el juicio puesto que el tipo ya tenía varias
denuncias de la misma índole. Contentas volvimos a la casa y comenzamos a sacar cuentas del monto estimado que podríamos recaudar.
Unas cuantas horas después, salí con Verónica y Benjamín, ya que fuimos a la rambla del parque Rodo a tomar unos mates y comer unos cuantos bizcochos. A la noche regresamos a casa, me despedí de Ben con un beso, y le observe irse a través del cristal de la ventana, deseando que llegara el miércoles por la tarde con rapidez.

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Hola!! Cómo están!?❤️
Comieron?🍔
Que les parece la historia?

Que creen que le sucede a Vero?

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Tres Mundos:El fin de los tiempos. [En Corrección]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora