Capítulo 4

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Capítulo 4

El oficial que aún no se su nombre se acerca con la caja y su contenido, toma una toalla y la moja completamente. Me mira sin expresiones y procede a limpiar mis manos con la toalla mojada, en ese momento soy consciente de lo lastimadas que están y también mis rodillas se encuentran con raspones.

-¿Me está limpiando para llevarme a comisaria y darme una lección por atacar a un delincuente?- levanta su cabeza y detiene su trabajo.

-Estoy acá porque me lo pidieron, no será detenida- vuelve a su trabajo y esta vez se agacha para higienizar y curar mis rodillas.

Siento el ardor que genera el agua oxigenada y como desaparece luego de unos segundos, observo al joven hombre mientras procede a tapar la zona con una gasa.

-Acabas de cumplirme un deseo- levanta la mirada hacia mi nuevamente, sin expresiones y con sus ganas de morirse por estar ayudando a una idiota.

-¿Qué deseo?- pregunta antes de terminar y observar específicamente si falta algún lugar curar.

-El deseo de tener a un policía de rodillas ante mi- sonrío, empiezo a jugar con él. Se levanta del suelo como si este quemara, toma mis manos bruscamente para comenzar a limpiar la sangre y tener una mejor vista de mis nudillos.

No siguió con la conversación, tal vez lo hice enojar, no era mi intención, solo trataba de que el ambiente no se torne incómodo. Es muy alto, tal vez unos 20 centímetros más que yo, tenía un aroma tan suave pero rico que podría olerlo como una psicópata toda la noche, yo al estar sobre una banqueta él se situaba bastante bien a pesar de mi baja altura, y podía trabajar sin problema

-¿Cuál es su nombre?- pregunto, molestándolo mientras acercaba el agua oxigenada a mis manos.

-Daxon- contesta sin más, mirándome con sus ojos color ámbar mientras tiraba el líquido neutro sobre los lastimados nudillos, trataba de mantenerme fuerte bajo su firme mirada a pesar del gran ardor, pero consigue salir de mi garganta un suave gemido.

Dax sonríe.

Termina su trabajo untando una crema sobre la zona lastimada y la cierra con más gasa y cinta.

-Terminé- avisa, pero no presto atención a lo que dice, según lo que entiendo explica cómo debo de cuidar mis heridas, pero yo no puedo quitar mis ojos de su rostro, tratando de guardarlo en mi mente hasta el día que me muera. -... por eso no deberías de pasarte alcohol, y tampoco te saques la cascara que se forme- me observa conforme, se despide con un asentimiento y procede a retirarse.

-¡Espera! ¿En qué comisaría trabajas?- pregunto con una sonrisa, tratando de parecer una niña buena a pesar de verme demacrada.

-Búscalo por tus propios métodos, no dejaré que un bicho raro esté detrás de mí como una sombra.- se retira sin más, acariciando la cabeza de Rud y me deja en la mismísima soledad, pensando en sus últimas palabras.

¿Bicho raro?

Nunca nadie me había apodado como tal...

Creo que su simple presencia y su manera suave de insultarme me produjeron un orgasmo.

ANISSA ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora