Capítulo 9

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Capítulo 9

Mi madre observa detenidamente mi movimiento, no cuestiona nada pero entiendo que esté un poco confundida.

Nuevamente estoy aquí, preparando un desayuno ajeno. Aunque esté siendo acompañada en la cocina, estoy incómoda y siento que podría arruinar el exquisito café que preparo.

-Mamá ¿necesitas algo?- la mujer con rasgos americanos sale de su ensoñación, la observo con el ceño fruncido, no es algo común que ella pase el rato conmigo.

-Solo quería comentarte que tu abuela se encuentra bien, solo le están haciendo unos estudios rutinarios y le darán el alta- asiento y vuelvo mi vista a lo que estaba, ignorando a la persona que me acompaña. Mi madre lentamente se retira sin decir más nada y me deja sola, con un sabor amargo en la boca.

Siento emoción al saber por fin algo de mi abuela, ella estaba bien y eso es un avance, me preocupaba porque a pesar de salvarse de una bala, la anciana no dejaba de ser una mujer con muchos años por arriba.

Observo la hora en mi celular y me preparo para salir, con un trayecto principal a mi nuevo lugar favorito.

Día caluroso, falda fresca

Salgo sin más de mi casa y camino al mismo lugar que anteriormente ya había ido, me sentía con una alegría indescriptible, verlo nuevamente es como probar tu postre favorito, y estoy creída de que me estará esperando.

La noche anterior había llovido, prácticamente las calles seguían húmedas, mis zapatillas pisaban indistintamente charcos fríos de agua, ensuciando completamente parte del calzado, pero no era algo de mi interés, debía de llegar cuanto antes. El olor en el ambiente de tierra mojada aumentaba mi serotonina, ayudando a que mis pies caminen con más rapidez.

Me encuentro en frente del espacio público, bajo mi atenta mirada distingo que el día de hoy no concurre mucha gente como debería de ser habitualmente. Al pasar por la entrada corrediza me preparo para mentirle nuevamente a la despistada secretaria, pero no se encuentra en su zona de trabajo.

Respiro con más regularidad.

Con pasos firmes y largos trato de ir al mismo pasillo de la última vez, pero no hay nada ni nadie. Por un momento siento una punzada en el pecho, estaba perdida y enfadada conmigo misma, debi de pedirle a alguien la oficina del policía.

-¿Cómo entraste?- doy una media vuelta lentamente y observo un poco hacia abajo, encontrándome con un pequeño uniformado de piel morena.

-Tenía el pase libre- presento desinterés señalando el ingreso de la comisaríay vuelvo a mi trabajo, esperar a que el oficial en cuestión aparezca

-Tu bizcocho estaba exquisito, Müller fue un buen tipo y me compartió un pedazo- esta vez fijo mi mirada en el hombre, se encontraba relajado pero su mirada era interrogante.- ¿Qué le agregaste para que tenga tan buen sabor?- pregunta con cierto interés, tomando asiento en una silla del pasillo

-Polonio – agrego sin más, tomando asiento a su lado y observando el café todavía humeante. El silencio del lugar era muy relajante, y aun sentía presente el olor a la tierra y la presencia de la lluvia, podría dormir en esta misma posición si quisiese.

-Okey Marie Curie, eres culpable de mi diarrea explosiva que anoche apareció- sonrío de lado, esta vez observando sus ojos oscuros, había diversión en estos.-Oficina 102- se levanta guiñando su ojo derecho a mi persona, y este se aleja como rey del lugar.

Rápidamente me levanto agradeciendo mentalmente al policía gracioso y camino con la vista en cada puerta del pasillo, con mis pisadas resonando el desolado espacio, leyendo atentamente los números que tienen escritos hasta que la encuentro.

ANISSA ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora