Capítulo 3

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Capítulo 3

-Anissa saldré con tu abuela, la llevaré a su casa- grita mi madre para que la escuche, salgo rápidamente a saludar a mi abuela y nuevamente agradecerle por el regalo, también que esperaba verla de nuevo pronto

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-Anissa saldré con tu abuela, la llevaré a su casa- grita mi madre para que la escuche, salgo rápidamente a saludar a mi abuela y nuevamente agradecerle por el regalo, también que esperaba verla de nuevo pronto. –Luego hablamos- asiento sin oponerme.

Luego de verlas marcharse, me dispongo a alimentar al gigante de Rud, es un perro feo, que pierde pelo y babea cada cinco segundos, pero le tengo afecto porque es desagradable para mis padres, pero aceptado.

Me hace acordar a mí.

Come un alimento balanceado en específico, el cual gasto cada mes de mi bolsillo y me consume peor que los impuestos. Lo observo comer hasta que termina, es algo de rutina, no me pierdo sus movimientos, podría ahogarse o hasta hacer algo divertido.

Cuando termina se dirige al patio, en ese momento empiezo a guardar la mayor parte de mercadería que mis padres compraron en el mediodía y no pudieron guardar por la misa, no es mucha porque aún tenemos cosas del mes pasado. Pero no comprendo porque compran este tipo de galletas dietéticas, la vez que las probé tenían un parecido al telgopor.

Al terminar escucho otros tipos de ruidos, viene de afuera y parecen ser los vecinos. No le prestó atención, siempre hacen algún tipo de manifestación, por cualquier cosa.

-Anissa ven, pasó algo afuera.- ruedo los ojos, mi padre, quien contiene rasgos asiáticos, es un chismoso de cuarta, siempre atento a lo que pasa afuera y es el primero en enterarse de los problemas ajenos, el aclara que es su descendencia japonesa la que actúa.-Por Dios, es tu madre- grita luego de salir corriendo y abrir la puerta de entrada, estaba descalzo y desorbitado.

No entendía, se suponía que se habían ido, que hacen todavía aquí.

Salgo de mi casa para observar que pasaba, creía que mi madre había chocado el auto nuevo que habían comprado. Apenas mi campo de visión se encuentra con personas conocidas, mi garganta se cierra y comienza a faltarme el aire.

Mi abuela se encuentra agonizando en el helado asfalto, rodeada de personas insolentes sin saber qué hacer, sangre recorría su cavidad abdominal y manchaba su suave suéter color beige.

Mi primera situación que se me viene a la mente es que mi madre estúpida choca el auto y lastima a mi abuela, cuando corro a enfrentarme a ella comprendo el suceso.

Un atraco.

Un hombre mórbido estaba siendo atrapado por los vecinos, gritaba quien sabe que cosas, pero ahí estaba, con un arma que fue empuñada para lastimar, ahí estaba el culpable de manchar a mi abuela.

Trataba de acercarme, la sangre me hervía.

Mis dedos picaban, me temblaban las piernas y mi visión comenzaba a ser indistinta, estaba furiosa, quería verlo muerto.

Todo pasaba en cámara lenta.

Quito a mi padre que se encontraba sosteniendo al matón y dejo salir toda mi ira reprimida, consigo darle varios golpes, quien sabe cuántos, de todas las maneras posibles.

Uno, dos, tres...

Su rostro comienza a tornar de un color azul.

Lo estaba dejando sin aire

Era seguro que me dejaron lugar para violentar a este hombre, era seguro que su sangre salpicada entraba por mis poros y fui conocedora de cómo mis lágrimas saladas recorrían mis frías mejillas.

-Anissa detente, ya llegó la policía.

Me detengo, siento una liberación que antes no había sentido, un tipo de emoción indescriptible, me quemaban las manos, los labios, estaba descolocada y un poco deshidratada. Observo mi trabajo, el rostro del responsable está repleto de su propia sangre, no puedo deducir si su rostro esta magullado o solo mínimamente lastimado.

-Retírese, el señor será detenido- comenta un desconocido, cuando levanto la mirada con un poco de dolor en el cuello puedo divisar a un oficial con dificultad, los faroles de la calle parecían querer incinerar mis ojos bajo la oscura noche.

Mi mirada cae al frente, desconocedora del porque los compañeros del oficial están sosteniendo sus armas, como si las quisieran usar contra mí. Entro en razón al sentir entre mis dedos un objeto pesado, frío.

-Anissa... suelta el arma- dice mi padre, retrocediendo de donde me encontraba.

Fuera de mí completamente durante mi momento de violencia, tomé el arma del asaltante y su salida estaba sobre su frente, no comprendo en que momento hice esos movimientos. Me levanto del cuerpo inerte pero vivo y no suelto el arma, eso influye en la confianza de los oficiales.

El hombre que fue merecedor de mis puños, tose salpicando en mis pies su sangre, y crece una sonrisa cínica en su rostro y muestra sus dientes manchados con sangre.

-Seguro que no vive la vieja idiota- consigue hablar aún con su sonrisa, empuño con fuerza el arma ajena y con la parte pesada de esta noqueo al maldito, tiro el arma Dios sabrá donde y me dirijo a mi casa, no sin antes confirmar que mi familia se había ido en la ambulancia.

Estúpida, dejaste que se vayan mientras intentabas matar a un tipo.

Me siento en el comedor y observo a Rud morder su peluche preferido, estoy tan inerte en mis pensamientos que apenas escucho como una persona se acerca a mi lado.

-¿Viniste a corroborar si no mataba a alguien más?- hablo con voz entrecortada, levanto la mirada desde mi sitio y observo a un uniformado que se encontraba serio, pero eso no quitaba que era atractivo.

-Me mandaron a confirmar si estaba bien y si necesitaba algo.- le sonrío con sorna, mientras agachaba mi cabeza nuevamente y trataba de tranquilizar mi corazón acelerado- ¿Tiene un botiquín?

-En el baño, primera puerta.- le respondo.

ANISSA ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora