𝐂𝐇𝐀𝐏𝐓𝐄𝐑 𝐅𝐎𝐔𝐑𝐓𝐄𝐄𝐍: 𝐈𝐑𝐑É𝐕𝐄𝐑𝐒𝐈𝐁𝐋𝐄

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CW: Menciones de asesinato (implícito), sangre, amenazas, secuestro, captividad, envenenamiento.







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RUMANIA (Anteriormente Wallachia).


No recordaba mucho de ese lugar.

Sabía que había nacido ahí, que vivió en felicidad y paz junto a ambos de sus padres durante un muy corto periodo de tiempo. Sin embargo, no tenía memoria alguna de ese castillo. Quizá algún vago recuerdo que resurgía al doblar alguna de sus múltiples esquinas, pero era más como un sueño lejano que como algo tangible. Los espacios eran irreconocibles, aunque sabía que su madre y padre se enamoraron en ellos. Realmente no lo sentía como un hogar, ni tenía alguna conexión metafórica con este. Simplemente no lo conocía a pesar de saber que ese castillo había albergado el infinito amor que sus padres sentían uno por el otro y eso por sí solo lo hacía especial. Tenía que visitarlo tarde o temprano. Fue restaurado a principios de los dos mil, después de décadas y décadas de abandono y deterioro. Renai expresó fervientemente que jamás regresaría a él, porque si a Tabitha le faltaban los recuerdos, a Renai le sobraban. Sería demasiado dolor, demasiada remembranza para ella.

Aquel castillo que solo albergó dos almas, de repente comenzó a recibir las visitas de cientos, miles de turistas al año cuando fue convertido en un museo. Sus paredes encerraban historias que merecían ser escuchadas. Los turistas se paseaban de un lado al otro, admirando las antiguas alfombras persas moradas, la gran chimenea, las antiquísimas pinturas de sus antepasados, las múltiples condecoraciones de guerra que su padre había ganado con el paso del tiempo y que se mostraban orgullosas dentro de una vitrina colgada en una pared. Uno de los atractivos principales, era el jardín con las grandes estacas aún enterradas en la tierra, aunque sin cadáveres o esqueletos, pues fueron retirados hacía años. La administración le había dado un mantenimiento que nunca recibió ni por su padre, ni por la naturaleza en la que fue abandonado. Le regresaron a la vida y contaron los secretos que sus recovecos guardaban en sepulcral silencio. Los espacios que alguna vez fueron iluminados con velas, ahora se encendían con luces led comandadas por la voz del guía quien explicaba amablemente los hechos históricos alguna vez ocurridos ahí.

Cuando el grupo donde iba llegó a la sala principal, la pintura que Tabitha tenía en su habitación, enmarcada y cuidada perfectamente a pesar del paso de los años, en la versión hecha a lápiz, se presentaba en precioso color frente suyo. Según el guía, acababa de llegar de las oficinas de un aclamado restaurador de arte en Estados Unidos. Había sido limpiada y, hasta la fecha, el autor seguía siendo desconocido. Aunque su madre lo conoció, realmente no recordaba su nombre; los ojos cafés, profundos de su padre le devolvían la mirada y podía ver una versión más pequeña y joven de sí misma, dormida en los brazos de Renai. Era como mirarse en un espejo, aunque no pudiese reconocerse en el reflejo. A pesar del poco misericordioso paso del tiempo, su madre se veía exactamente igual a como lucía en la pintura.

La gente las conocía como las últimas descendientes de Drácula. Tataranietas o algo por el estilo. Fueron muy populares cuando se supo la noticia porque Renai era igual a la mujer de la pintura e incluso tenían el mismo nombre. Hubo algunas pláticas banales sobre reencarnación o tonterías como esa. Pero el mundo ignoraba que su madre era la misma mujer de la pintura, que era un vampiro y que no envejecía. Quizás lo único bueno de la ignorancia humana es que, al ser 'descendientes' de Drácula, tenían derechos de su imagen y, por ende, recibían una considerable cantidad de dinero en regalías por parte del museo y no solo por este, sino por cualquiera que usase el nombre.

𝐈𝐍𝐒𝐎𝐋𝐈𝐓𝐄 | 𝐁𝐁𝐂 𝐃𝐑𝐀𝐂𝐔𝐋𝐀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora