𝐂𝐇𝐀𝐏𝐓𝐄𝐑 𝐒𝐄𝐕𝐄𝐍: 𝐒𝐎𝐋𝐈𝐒 𝐎𝐂𝐂𝐀𝐒𝐔𝐌 (𝐄)

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CW: Menciones de enfermedad, sangre, masacres, autolesiones, asesinato, desmembramiento, muerte, posesión, desollamiento, mordeduras.




Le tomó demasiado a Harker descubrir cómo escapar. Conforme el tiempo pasó, poco a poco fue debilitándose más. El hecho de que estuviese tan frágil, a punto de morir, obviamente no le ofrecía ventaja. Sentía que moría en vida y, cada que se miraba al espejo solamente se encontraba con una carcasa vieja que debería ser su antes saludable cuerpo. Estaba siendo engullido gota por gota por Renai y Drácula, cayendo a un abismo negro sin fondo del cual jamás saldría. Se alimentaban succionando su sangre sin piedad, aprovechándose de su cada vez más constante pérdida de memoria para hacer como que nada ocurría, que eran una pareja normal.

Dos cosas le quedaban claras: La primera, que tenía que salir de aquél endemoniado castillo con vida.

La segunda, que por ninguna razón o circunstancia debía dejar que los Drácula arribasen a Inglaterra.

El motivo de su viaje, cruzando océanos, tierras y continentes distintos durante demasiado tiempo, fue realizar el papeleo sobre la compra de una mansión en el centro de Londres. Un regalo de Drácula a su esposa, el hogar que tendrían para que su hija creciese en un ambiente más... ameno que un oscuro castillo en Wallachia. Sin embargo, más que una bonita propiedad, era una oportunidad inmensa para que ambos vampiros tuviesen un amplio repertorio de humanos de los cuales alimentarse sin restricción alguna. Cuando Harker dedujo sus verdaderas intenciones, no podía dejar que las cumpliesen.

Una noche, mientras el Conde le mostraba sus partes favoritas del castillo, terminó completando la historia que comenzó a contarle hacía mucho tiempo, en las primeras cenas que John tuvo junto a Renai y él: La leyenda del arquitecto Vetrulio, quien erigió la edificación hacía siglos antes en honor a su esposa difunta, como un símbolo de su amor eterno por ella. El retrato del hombre y su mujer adornaban uno de los tantos pasillos de la construcción.

Con el mero hecho de saber dicha leyenda, la cual Drácula contó con alguno que otro tono de melancolía, el abogado intuyó que la clave para escapar estuvo siempre en frente suyo, detrás de esos antiquísimos óleos de Vetrulio y su mujer, gritándole desesperadamente a sus oídos sordos e ignorantes y a sus ojos ciegos, que creían que sus amigables anfitriones jamás le harían daño alguno.

En medio de altas horas de la mañana donde más brillaba el sol y donde sabía que tanto Drácula como Renai dormían, a pesar de que ella podía caminar perfectamente bajo la luz natural, una idea cruzó el océano inquieto de su mente, una que parecía ridícula, por supuesto, pero que en ese momento parecía también ser la única opción para salir de aquél endemoniado lugar con vida.


¿Qué es más luz de sol que el rostro del ser amado?


Pensó en su preciosa Mina, en lo que significaba para él. Esa era la clave para salir.


Así que, sin mayor distracción y con bastante prisa, bajó rápidamente hasta el sótano donde miró los retratos del arquitecto Vetrulio y su esposa. En un acto de valentía y extrema desesperación, con la única fuerza que le quedaba a aquella carcasa frágil que llamaba cuerpo, tomó el marco de madera del retrato del hombre y lo estrelló contra el suelo hasta por fin hacerlo pedazos, dejando solo un óleo maltratado y, detrás de este, aparecieron los planos del castillo perfectamente conservados. Cada habitación, cada pasillo, recoveco, esquina, escalera... todo estaba ahí. Estaba sosteniendo en sus manos la respuesta para ser libre por fin.

𝐈𝐍𝐒𝐎𝐋𝐈𝐓𝐄 | 𝐁𝐁𝐂 𝐃𝐑𝐀𝐂𝐔𝐋𝐀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora