𝐂𝐇𝐀𝐏𝐓𝐄𝐑 𝐄𝐈𝐆𝐇𝐓: 𝐏𝐀𝐑𝐀𝐃𝐈𝐒𝐎

119 18 4
                                    








CW: Menciones de asesinato (implícito).





1898

Tres días después.





—Siempre hay que disfrutar la compañía de un buen libro, ¿no? Sin embargo, cuando este es increíblemente aburrido, es una desdicha. Quiero decir, hay un compromiso entre autor y lector. Es casi como una promesa que viene escondida entre las líneas. Una buena lectura para un ferviente lector. No podemos desperdiciar vida leyendo algo banal. Después de todo, solo tenemos cierto tiempo —Renai habló mientras bajaba las escaleras de caracol con un libro en las manos que miró con interés; llevaba un precioso vestido de falda gris con patrón a cuadros negros y una blusa de mangas bombachas blanca que le cubría hasta el cuello y que tenía unos olanes del mismo pálido color que iban desde las clavículas hasta el abdomen de manera vertical. A pesar de la sencillez en la gama de tonos de sus prendas, se notaba que éstas eran costosas por el tipo de tela, fina, elegante y muy obviamente costosa, que se usó para confeccionarles.

—Usted lo sabe mejor que nadie —Agatha Van Helsing respondió, muy sonriente, esperando al final de las escaleras. Llevaba sus largos cabellos castaños claros sueltos, dejando que cayesen por sus hombros hasta llegar a la mitad de su espalda, olvidando la parte superior de su hábito por completo—. ¿Es mucho atrevimiento si pregunto dónde está su esposo?

—Para nada, estoy justo aquí —Drácula apareció detrás de ella, vestido elegantemente usando una camisa de manga larga blanca, chaleco negro y pantalones a juego—. Mis disculpas, suelo ser impuntual a veces.

— ¿Solo a veces? —Renai inquirió subiendo una ceja, soltando una risilla muy corta. Le dio un beso a su marido en la mejilla y apuntó educadamente hacia la única mesa de madera oscura que llenaba el gran espacio iluminado por velas cálidas pero que no eran suficientes para mitigar el frío que la humana sentía; había tres sillas con respaldos altos, un ajedrez en la superficie, dos copas metálicas, una taza de porcelana y una tetera—. Agatha, justo íbamos a jugar la primera partida —comentó, inclinando la cabeza levemente hacia el juego—, acompáñanos, te cederé mi lugar en el juego por ahora.

—Elige un color —Drácula mencionó, señalando con su dedo índice decorado con largas y afiladas uñas, hacia el tablero. La humana no se tomó demasiado tiempo en pensar su decisión, prontamente tomando asiento justo del lado color blanco—. Ah, el lado perdedor.

—No por mucho —una leve sonrisa se formó en sus labios—, ya lo veremos.

Renai tomó asiento a lado de su marido, olvidando por su momento su lectura y dejando el libro sobre su regazo—. Bueno, ahora que eso está resuelto, siento que debo contarte las buenas noticias —sirvió el té en la pequeña taza, que colocó sobre un pequeño plato y empujó levemente con la mano hacia Agatha—. Viajaremos a Inglaterra.

— ¿Oh? —La mujer recibió su bebida, dando las gracias con un murmuro, envolviendo los dedos alrededor de la taza para absorber un poco de calor. En su rostro se podía notar la sorpresa y, quizá un atisbo de confusión—. Entonces, supongo que las felicitaciones son oportunas —dio el primer sorbo e hizo una mueca al sentir el té tan agrio—. Desearía que hubiese un poco de azúcar.

La vampiresa le sonrió y, en su mano izquierda, pronto apareció un contenedor de porcelana con una cuchara de metal; parecía como si le hubiese sacado de debajo de la mesa o como si siempre hubiese estado ahí—. Tal vez no te detuviste a mirar con atención, querida —colocó el objeto sobre la mesa y Agatha se sirvió dos porciones de azúcar. Luego, notó que había otra pequeña vasija con leche y hasta un plato con galletas de coco.

𝐈𝐍𝐒𝐎𝐋𝐈𝐓𝐄 | 𝐁𝐁𝐂 𝐃𝐑𝐀𝐂𝐔𝐋𝐀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora