En la habitación ocupada por los niños, estaba Draco sentado en una mecedora observando al pequeño Avner dormir en su pecho. Sus pensamientos iban y venían; tantas cosas habían ocurrido en apenas tres días, preocupándole especialmente su situación: la explosión mágica que causó en el ataque al Ministerio seguramente le acarrearía una investigación. Si descubrían su desbalance mágico, no iban a darle la custodia de sus sobrinos y se alargaría mucho más su estancia en Francia. Cerró los ojos, trayendo a su mente la imagen de su pequeño vástago... lo extrañaba. Se sintió miserable, percibiéndose como un lastre y no como una ayuda.
Unos suaves toques en la puerta lo devolvieron al momento. Se disponía a ponerse de pie cuando lentamente la puerta se abrió, permitiéndole a Joanna Renard-Beaujeu entrar.
– Señor Malfoy... – lanzó un hechizo silenciador para no despertar a Amber.
– Sabes que puedes decirme Draco... Joanna – recalcó el nombre de la chica.
– Sí, pero la mueca de incomodidad que haces es imperdible; – Draco hizo frunció los labios consiguiendo que Joanna sonriera. – Pasé a verte a tu habitación, al no encontrarte supuse que estarías aquí enclaustrado.
– Bueno, no es como si estuviera en mi propia casa... – Joanna iba a refutar, pero él se adelantó – no, para mí no funciona así. – Ella se recargó en una cómoda observándolo un instante.
– De acuerdo. Entonces, a lo que venía... el desayuno está casi listo, así que vengo a que me acompañes al comedor; la señorita Sendler vendrá a esperar que Amber despierte.
Draco la observó unos segundos. – No tienes que ser amable. Sé que es demasiado el hecho que esté aquí; así que en lo que a mí respecta, preferiría ser lo más inexistente que se pueda.
– Me molestó el hecho que todos hayan sido colocados todos aquí, sería hipócrita negarlo. Pero mi posición no era por ninguno de ustedes sino porque las circunstancias en París son muy peligrosas... sin embargo entiendo las razones: dejó de ser algo del Ministerio a ser un asunto familiar – la mirada de Draco reflejó consternación.
– ¿A qué te refieres?
– Los recursos del Ministerio son insuficientes en estos momentos, así que el abuelo movió sus hilos para que cualquier Malfoy en peligro quedara bajo la protección de esta casa... lo que pasó con Alain y Natalia ha sido demasiado duro como para dejarlos a la deriva; – Draco desvió la mirada de su interlocutora. Joanna retomó la palabra al no recibir respuesta, – y bueno, Hermione Granger está aquí a petición de Harry Potter: mi hermano le está haciendo un favor. – Malfoy acariciaba distraídamente la espalda de Avner, – ya déjalo pasar, Draco... estamos aquí, hoy. Es lo importante.
– Visto de esa forma...
– ¡Anda! Deja de sobre pensar. Vamos al comedor, anoche no cenaste.
– ¿Me vigilas? – Preguntó Draco viéndola con suspicacia.
– No, pero sé lo que pasa en esta casa – ella respondió de la misma manera. Joanna se enderezó y Draco resignado se levantó con el bebé que se removió desperezándose. – Salut beau gosse! – "Hola, chico guapo". Saludó la pelinegra al pequeño, quien sonrió, ella extendió los brazos y Avner se fue con ella.
– Me siento desplazado... – Draco se quejó, dándole al bebé una mirada amistosa.
Joanna rio llevándose al pequeño a la salida. En la puerta la esperaba la señorita Angeline Sendler, a quien la pelinegra le dio instrucciones antes de entrar a la habitación.
– Veo como la señorita Sendler te mira, Draco.
– No vayas por ahí, Joanna – advirtió el rubio en tanto seguía a la mujer por el pasillo. Continuaron hasta llegar a las escaleras y bajar; la pelinegra detuvo sus pasos al notar que Draco no la seguía, giró encontrándolo absorto en el cuadro que colgaba de la pared del descanso. Ella también se detuvo a observar a la mujer del retrato.
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Embrújame
RomanceElla y su sentido de la Justicia. Él y su sentido del Deber. Ambos viviendo con sus propios tormentos... Sólo el amor, en sus distintas facetas, podrá darles la luz que sus vidas necesitan. Esta historia toma a varios personajes y lugares que la mar...