Capítulo VIII - Entre líneas

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Draco bajó de su dormitorio esa mañana alrededor de las 9:30 A. M. Se había quedado dormido y no sabía si se encontraría con Hermione en el restaurante del hotel. 

Cuando entró al restaurante vio a Darla hablando con Hermione, mientras ambas examinaban unos documentos. – ¡Buen día! – saludó Malfoy.

– Hola Draco – el saludo de Darla fue opaco, mientras que Hermione sólo le dedicó un asentimiento.

– ¿Algo nuevo? – inquirió Malfoy al darse cuenta que las mujeres seguían en lo suyo.

– Sí, estamos armando la solicitud ante el tribunal para que muevan a tus sobrinos a un lugar más cercano a París... – explicó la abogada.

– ¿Qué tiempo podría tomar eso? – Preguntó el rubio.

– No será hoy, ni mañana. – Darla no dejaba de releer los papeles por lo que no le dirigía ni una mirada a Draco, – la finalidad de esto es que haya un precedente y una manera de hacer presión al avance de la investigación.

– ¿Y tú, qué piensas de esto? – Se dirigió Draco a Hermione.

– Fue de ella la idea – interrumpió Darla al fin dignándose a ver a Draco. La rubia se levantó y le sonrió a la castaña – Hermione, fue un placer desayunar contigo, ha sido una gran retroalimentación – luego volteó a ver a Malfoy con una mirada indiferente – Draco, tu padre vendrá a buscarte al medio día... me pidió que te avisara. – Darla tomó sus cosas – nos vemos más tarde – y sin más salió.

Hermione se abstuvo de decir algo sobre la evidente tensión que tenían Draco y Darla.

– ¿Y qué, ya se volvieron amigas tan sólo tomando el desayuno? – Preguntó Draco ofuscado, tratando de desahogar con alguien la creciente molestia de verlas tan cómodamente juntas.

Hermione sonrió por el comentario, – no creo que "amiga" sea el mejor término, pero encontramos un punto intermedio para conciliar ideas – la diplomacia en las palabras de Hermione irritó a Draco, – soy la asesora legal, no puedes molestarte porque tenga una buena relación con tu abogada.

– ¡Claro! Como ambas son tan profesionales – siseó Malfoy.

– Aunque lo dudes – dijo Hermione sin borrar de su rostro la sonrisa, – además la señorita Cranmer es muy brillante... es siempre un gusto tratar con personas así – explicó Hermione mientras tomaba su café. Draco soltó un respiro indignado – Malfoy, no quieras desquitarte conmigo... además, ayer quedamos en algo – puntualizó la castaña – y aunque te cueste confiar, no haré un complot en tu contra... te doy mi palabra, si eso te deja tranquilo.

– ¡Cuánta civilidad en tu ser, Granger!

Hermione sonrió complacida a pesar de la evidente sorna en la voz de Malfoy – ¿qué te puedo decir? Me gusta ser reflexiva y autocrítica, es un buen ejercicio... te lo recomiendo.

Él la vio molesto – ¿qué harás hoy, Granger? – Draco decidió cambiar el tema.

– Quería tomarme un momento de la mañana para conversar contigo sobre algunas cosas y resolver dudas, pero dado que tu padre viene y quiere hablar contigo, lo pensé mejor y decidí ir a la biblioteca del Ministerio francés.

– ¿Es porque él viene a hablar conmigo o porque no quieres verlo? – Preguntó el rubio con sinceridad.

– Ambas cosas – Draco la vio con interrogación, – seamos honestos, no le agrado a tu padre... bueno, en general a tu familia, así que mejor me abstengo. No quiero ningún comentario fuera de lugar.

Draco se sintió abrumado por aquella revelación tan honesta – él no debería incomodarte de ninguna manera...

– No pasa nada – ella restó importancia. – Me tengo que ir, hablamos luego – Hermione recogió sus cosas y se levantó sin esperar una palabra más de Draco.

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