Capítulo I - Un paso primero, el otro a continuación

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Esa mañana de otoño, un martes como cualquier otro, Hermione Granger se había despertado un poco más temprano de lo habitual: la noche anterior Harry Potter pidió verla en su oficina del Ministerio a primera hora para tratar un asunto importante. Estaba un poco agobiada, ya que su amigo no dio detalles y la verdad sea dicha, ella no imaginaba de qué se trataba el asunto.

Tenía algunos años trabajando para Ministerio de Magia; Hermione siempre recordaba con anhelo su primera experiencia allí en el Departamento de Regulación de Criaturas Mágicas, que aunque fue un periodo corto lo aprovechó al máximo. Su situación era distinta: ahora ocupaba un puesto importante en el área jurídica y de legislación del Departamento de Seguridad Mágica. Había sido un camino lleno de esfuerzo pero a la vez muy gratificante; así que a diferencia del plano amoroso, podía decirse que en el profesional se encontraba cosechando sus primeros frutos.

Hermione arribó al Ministerio y sin perder tiempo en nada más, se dirigió a su oficina; al llegar saludó a su secretaria:

– Buen día Mary – saludó.

– Buen día Señorita Granger – la mujer de unos cuarenta años se puso de pie con su libreta en mano.

– ¿Está Harry dentro? – Preguntó la castaña enseguida.

– Sí, la espera junto con el ministro Shacklebolt – informó la mujer. Hermione no pudo evitar sentirse ansiosa, ya que si el ministro estaba involucrado, el asunto era aún más delicado de lo que podía imaginar.

– Gracias, Mary – sonrió la ex Gryffindor a su secretaria antes de dirigirse a la puerta de su oficina.

– ¡Buen día, señorita Granger! – saludó Kingsley Shacklebolt al ver entrar a la castaña.

– Buen día, ministro, Harry – se dirigió Hermione a ambos.

Sin pronunciar palabra, Harry Potter le dedicó un asentimiento y una sonrisa, luego lanzó un hechizo no verbal para cerrar y silenciar la oficina.

– Veo que el asunto es urgente e importante – comentó la chica mientras todos tomaban asiento. La oficina de Hermione era bastante amplia, contaba con un bonito escritorio, un librero al fondo, baño propio y un juego de sillones con mesa de centro nada más al entrar.

– Sí Hermione, además también por el momento es confidencial – puntualizó Kingsley seriamente – pero antes de empezar, quiero que sepas que no estás obligada a tomar el caso ya que no entra dentro de tus responsabilidades y... es un asunto que se trata de los Malfoy.

– Claro, entiendo – señaló Hermione observando a ambos hombres. – Sea cual sea mi decisión, además cuente con mi discreción.

Shacklebolt asintió complacido antes de continuar – lo agradezco, Hermione – el ministro sacó de su túnica una carpeta y se la dio a Hermione, luego volvió a hablar: – Lucius Malfoy tenía un hijo extramatrimonial, un hijo mayor a Draco – Hermione estaba por examinar la carpeta cuando levantó la vista sorprendida, pero ¿oyó bien? ¿Kingsley dijo tenía? – por la edad, seguramente fue concebido en los últimos años escolares de Lucius. No conozco la historia familiar, mucho menos la del joven en cuestión, sin embargo el asunto que nos atañe es... – el ministro se detuvo un momento y suspiró – falleció ayer en la tarde junto con su esposa en París... – Hermione pasó de la curiosidad al sobresalto – dejaron dos hijos: un niño de escasos meses y una niña de cuatro años aproximadamente.

– Revisa la carpeta, Hermione – le pidió Harry Potter a su amiga, ella obedeció.

Hermione miró la primera página – Alain Malfoy-Storno – leyó. Junto a una serie de datos personales se incluía una fotografía, la de un hombre un poco mayor a Draco Malfoy: mismos ojos grises y cabello plateado, sin embargo aquel joven tenía una mirada amable, y casi podría decir, una leve sonrisa.

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