Capítulo IV - Abogada del Diablo

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No habían pasado mucho de la partida de Harry Potter cuando una voz interrumpió la calma de la silenciosa mesa – ¡Draco! Acabo de ver a Potter salir... – la voz de la mujer se detuvo al ver a Hermione Granger en la mesa. La castaña la observó cuidadosamente: la recién llegada se trataba de una mujer alta y delgada, con una larga melena rubia y carnosos labios rojos.

– Darla – la nombró Malfoy – te presento a Hermione Granger. Granger, Darla, mi abogada.

Hermione se paró y le extendió la mano – mucho gusto.

– Darla Cranmer, el placer es mío – sonrió la rubia examinando a la heroína.

Hermione sintió un poco de envidia por la figura de aquella mujer... se sacudió esos pensamientos una vez que tomaron asiento, Hermione no pretendía azuzar sus propias inseguridades comparándose con la recién llegada.

– ¿Qué tienes para mí? – Interrogó Malfoy a la rubia. El camarero de antes se acercó para preguntarle a la recién llegada qué deseaba tomar, ella sólo pidió agua.

Con voz autosuficiente, la rubia respondió – tengo una buena y una mala noticia, dime cuál quieres escuchar – Darla le lanzaba a Hermione vistazos rápidos, mientras que la castaña se concentraba en tomar la fruta de su plato con parsimonia.

– Da igual

Darla frunció los labios por la manera de responder de Draco – bien, la buena es que según lo estipulado por Alain y Natalia Malfoy – Malfoy-Storno, pensó Hermione un poco ofuscada, – en caso de fallecer, deseaban que los niños se quedaran con tu familia... sin embargo, la mala es que Louis Regnault desea pelear por la patria potestad, alega que los Malfoy no son la mejor influencia para los niños...

Hermione se detuvo un momento para analizar la reacción de Draco, notando como sus ojos, como plata líquida brillaron... sí, estaba furioso, su respiración pesada no dejaba duda de ello.

– ¿Cuál será la estrategia, señorita Cranmer? – Preguntó Hermione al ver que la mirada de Darla habían destellos de miedo por el silencio de Draco.

– Oh!, eh... alegar la situación legal de Regnault, ya que está siendo investigado por tráfico de sustancias ilícitas entre el mundo mágico y el muggle – Darla habló demasiado rápido – además no tiene una residencia fija y la relación tirante con su hermana... no creo que haya algo de qué preocuparse.

– ¿Qué no hay de qué preocuparse? – siseó Draco. Hermione cerró los ojos, el último comentario de la abogada no debió salir de sus labios – ¿entonces no debo preocuparme por que mis sobrinos estén en un orfanato mientras todo este circo se lleva a cabo?

– Creo que lo que ella trata de decir...

– Granger, no – Malfoy detuvo las palabras de Hermione. Ella se limitó a soltar un suspiro resignado y tomar lo último que quedaba de la fruta en su plato.

– No queda de otra, Draco – soltó al fin Darla con un poco de más valor – Estoy segura que él no quiere a los niños, sólo lo hace para fastidiar y para hacerse con el fideicomiso que les corresponde a tus sobrinos. Él está apostando, y en esta apuesta, él es el que menos tiene qué perder: si se salva o no de la cárcel por tráfico de sustancias, es como una moneda al aire... pero si al menos hay una posibilidad de hacerse con los niños, esa sería una insólita recompensa, sino no lo logra, no pasa nada, no pierde nada... nos queda seguir por el camino que vamos, es el único que tenemos, a menos que tú tengas información que yo no... – Darla miraba a Draco detenidamente y él analizaba cada palabra que ella soltaba.

– Fue un gusto compartir un café con ustedes – comentó de pronto Hermione poniéndose de pie. Serpiente y Leona se vieron a los ojos – voy a ver a los niños – le informó.

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