capítulo trece

885 130 20
                                    

Los momentos en los que el ligero viento gélido se hacía presente, era cuando Arabella casi lamentaba tener el cabello largo.

Las hebras húmedas se metían entre su ropa y espalda desnuda, teniendo que constantemente llevar su mano a aquel lugar para sacarlo al exterior.

Desde que se marchó de su casa, Arabella a veces no tenía otra alternativa que darse un baño al exterior, tratando de no pensar en el agua fría recorriendo su cuerpo. Aunque eso no evitaba que al finalizar temblara levemente, como una reacción involuntaria con motivo de generar algo de calor.

Volvió a acomodar sus hebras castañas con su mano derecha, mientras que la izquierda se encontraba aferrada a la pequeña bolsa con su ropa desechada.

Sus pasos haciendo eco en la quietud del bosque, mientras el cielo hacía brillar los últimos rayos del sol de la tarde.

Se detuvo observando las alas de la libertad, en la espalda del Capitán Levi, quién sin siquiera darse la vuelta hacia ella, siguió con su labor de avivar el fuego sobre la pila de ramas secas, colocadas estratégicamente en medio de un circulo de rocas.

Quería pensar que aquel fuego significaba que las labores del día habían concluido, pero por las acciones sorpresivas del pelinegro, era mejor no suponer nada aún, por lo que se acercó a él a paso lento.

Al no saber dónde más poner su atención, Arabella se fijó en las manos de su nuevo Capitán temporal y en como éstas se movían sin temor por alrededor de la pequeña llama, buscando aumentar la potencia. Todo el rastro de sangre eliminado de su piel, acompañado de su cabello oscuro brillando a la luz del fuego, húmedo al igual que el de ella, dándole una clara señal de lo que había hecho en su tiempo ausente.

Una vez que el fuego fue lo suficientemente grande como para permanecer encendido a pesar del viento, el Capitán tomó asiento en el piso, flexionando sus piernas y colocando sus antebrazos sobre las rodillas.

El grisáceo azulado de su mirada fría volvió a posarse sobre ella, logrando colocarla sorpresivamente nerviosa. Una emoción que no sentía desde los primeros días como recluta, mientras su instructor la llamaba para comenzar las pruebas que definirían su futuro.

El viento gélido volviendo a golpear sobre su espalda la estremeció levemente. Tentada se acercó a la fogata, sintiéndose aliviada al sentir el calor sobre su piel.

Los ojos del Capitán la observaron en todo momento, desconociendo que pasaba por su cabeza mientras se sentaba frente a él.

Una vez acomodada, Arabella casi esperaba que el Capitán le ordenara hacer su propio fuego o que fuera a supervisar la muralla. Pero los segundos pasaban, y el pelinegro seguía en la misma posición, con las manos laxas frente a su cuerpo, mostrando su postura relajada.

El cielo sobre sus cabezas cambió, dando paso a un cielo oscurecido.

Gracias a la oscuridad y quietud del bosque, se podía apreciar el brillo de las estrellas, las que a Arabella le encantaba apreciar en soledad luego de haber escalado algún árbol.

A Arabella le gustaba mirar la estrella más brillante, imaginando que aquella era la que vería su hermano, donde fuera que estuviera. Sólo con eso ella se sentía menos sola, mientras que al mismo tiempo calmaba su inquietud y culpa.

Y aunque el Capitán estuviera frente a ella, Arabella se giró, llevando su espalda al suelo. Colocó la bolsa con sus pertenencias bajo su cabeza, como si fuese una almohada.

Llevó su cabello todavía húmedo sobre uno de sus hombros, dejando sus manos sobre su abdomen, entrelazando sus dedos.

Una sonrisa involuntaria escapó de sus labios al divisar la estrella más grande y brillante de la noche.

UNSTOPPABLE ━levi ackermanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora