capítulo cuatro

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El traje de la Legión de Reconocimiento debería darle una pista de que aquel hombre no era un simple intruso, sin embargo, la mano de Arabella estaba más firme que nunca, sin querer soltar el mango del cuchillo. No cuando cada instinto de ella le decía a gritos que aquel era un hombre peligroso y letal, el que no dudaría en acabar con ella si se interponía en su camino.

Y sospechaba que ya estaba interponiéndose.

Aquellos ojos azules grisáceos parecían volverse cada vez más fríos y duros, rivalizando con el hielo que parecía cubrir las casas y piso en el día más helado del año, levantando cada terminación nerviosa de ella, en alerta.

El viento levantó los mechones más cortos del cabello de Arabella los que perfilaban su rostro, húmedos debido al río. Los negros mechones lisos del hombre se mecieron al compas de los de ella, dándole un vistazo de la falta de cabello en sus costados. El brillo de la luna, creó sombras bajo sus ojos, ocultos por los mechones restantes en su frente, haciéndolo parecer más peligroso e intimidante. Arabella no dudaba de que hubiera logrado hacer retroceder a varias mujeres y hombres sólo con esa expresión.

El tiempo pareció alargarse mientras ambos permanecían en sus lugares, estudiándose. O al menos así fue hasta que el peli negro dio un pequeño paso más cerca de ella. Arabella quedó inmóvil, viendo de lo que era capaz, aún cuando su mirada le decía que estaba dispuesto a todo con tal de lograr lo que quería.

Con un último paso, el cuello del peli negro hizo contacto con la hoja sujeta, sin darle siquiera la impresión de temor alguno por dicho objeto en su garganta. Arabella observó como el filo del cuchillo cortaba su piel, dando paso a un hilo de sangre.

Aquel hombre permaneció imperturbable, aún cuando las finas gotas carmesíes pintaban su pálido cuello, yendo a parar al pañuelo sujeto a su camisa. Excepto por aquellos ojos, los que seguían atentos a cada acción de ella como si estuviera evaluándola, retándola a que bajara aquel cuchillo, más lo único que consiguió fue la sosegada apariencia de ella permaneciendo estática en el lugar.

A través del cuchillo, Arabella podía sentir como la carne estaba siendo dividida con mayor profundidad, logrando que la sangre fuera abundante y espesa.

Le miró una última vez antes de bajar su brazo llevando con ella el cuchillo. La punta rojiza en el metal, de al menos un centímetro, la hizo consciente de la profundidad del corte, no obstante el peli negro recibió aquella incisión impertérrito.

Arabella sabía que al menos debería pedir disculpas por amenazarle de esa manera, más los labios de ella permanecieron cerrados.

Se dio la vuelta en dirección al río para sumergir en ella la punta del cuchillo, viendo como la transparencia del agua se pintaba de rojo para volver a la misma tonalidad, quitando todo rastro de sangre, al menos de aquel objeto, porque la mayor evidencia seguía detrás de ella.

La mirada de aquel hombre seguía prendada en la castaña, atento a sus acciones, pero permaneciendo en el mismo sitio.

Con un suspiro, Arabella hundió un pedazo de tela al río. La estrujó quitando el exceso de agua y se levantó en dirección al hombre con ella sujeta fuertemente.

Estiró la tela húmeda hacia él, quien simplemente se dedicó a observarla en silencio, sin ademán de tomarlo.

Arabella dudaba que él tomara algo de ella con facilidad, mucho menos cuando le clavó la punta del cuchillo como saludo. Tampoco quería acercarse a él para tratar de curarle, no cuando desconocía las acciones que realizaría a causa de un toque involuntario.

Carraspeó con ligereza buscando aclarar su garganta, para soltar las primeras palabras, más no esperaba que el hombre se diera la vuelta con un chasquido de lengua.

UNSTOPPABLE ━levi ackermanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora