capítulo dos

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AÑO 845.

Un gran lienzo azulado se encontraba frente a sus ojos. Sintió el tacto de una persona, presionando sus dedos con un agarre firme y a la vez con tanta suavidad.

Intentó girar la cabeza. Intentó buscar al dueño de tal contacto, pero todo lo que veía se volvía borroso, como si un velo estuviera cubriendo su cabeza, impidiendo que siguiera descubriendo más.

Las palabras comenzaron a salir de sus labios. Palabras que sabía venían de esa persona, aunque en estos momentos no pudiera ver. Su voz tan familiar y a la vez tan desconocida.

Intentó prestar atención pero algo le impedía escuchar. Como si sus oídos no fueran capaces de oír bien, como si las palabras se escaparan de ella, mezclándose sobre el lienzo azulado frente a ella.

Aún así pudo retener algo.

━...Por tu... Recuerda... Te amo...

Una presión se alojó en su pecho, como si en lo profundo de ella supiera que algo iba a pasar, algo que la cambiaría, hasta no ser la misma.

El lienzo azul desvaneciéndose mientras el sonido de los pájaros volando en el aire acallaron todo a su paso.

Oscuridad.

Le arrulló.

Le consoló.

Le hizo olvidar.

Arabella se sentó con sobresalto. Un grito silencioso se alojó en su garganta. Sus manos temblaban y el sudor frío empapaba su camiseta.

Llevó sus manos a su garganta mirando alrededor de la habitación tratando de regular su respiración. Dobló sus piernas y se abrazó a ellas desconsolada. Fue en ese momento en el que se percató de una pequeña lágrima que bajaba por su mejilla, cayendo sobre sus piernas desnudas.

¿Por qué razón estoy llorando?, se preguntó una y otra vez, apartando la evidencia de esta con la palma de su mano. Desconociendo el por qué de su actitud y el de sus lágrimas. A fin de cuentas era sólo un sueño. O eso era lo que al menos ella se decía.

Se levantó de forma temblorosa, acercándose al rincón de su cama, donde se encontraba su ropa pulcramente doblada. Arabella la tomó y se la colocó, quitándose el camisón sudado. Una vez vestida, agarró la pequeña lamparilla y la capa que guardaba a su lado, que era parte de su uniforme.

Gracias a la luz de la luna que venía de las ventanas, Arabella pudo salir de aquella gran habitación, evitando chocar con las camas de sus otras compañeras, las que por suerte seguían profundamente dormidas.

El frío caló sus huesos apenas salió al exterior, logrando que llevara su brazo sobre su abdomen, buscando de forma inútil, el calor que su cuerpo necesitaba. Sin esperar, tomó la capa de su uniforme, envolviéndola alrededor de su cuerpo y colocando la capucha sobre su cabeza.

Arabella encendió la lamparilla con el pequeño fuego que se encontraba fuera de las habitaciones, las que alumbraban débilmente el camino. Con la lamparilla sujeta firmemente, se adentró al bosque, buscando privacidad.

Cuando caminó los metros suficientes, y vio el pequeño lago en el que siempre venía a refugiarse, sonrió débilmente con alivio.

Se acercó al árbol que era tan familiar para ella y comenzó a escalarlo, buscando altura.

Lo maravilloso de ese árbol, que aparte de ser fácil para ella escalarlo. Las ramas eran lo suficiente gruesas y anchas para poder estirarse sobre ellas sin temor a sufrir una caída. Desde que lo vio por primera vez, ya era costumbre para Arabella, subirlo y acomodarse sobre el para ver las estrellas y tratar de despejar los pensamientos que vivían atormentándola desde que formó parte de la tropa de reclutas.

UNSTOPPABLE ━levi ackermanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora