Unos cuantos cuervos.

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· Baje esa varita de inmediato – la voz de Kingsley resonó, el rubio vio al ministro que acaba de llegar acompañado de Percy

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· Baje esa varita de inmediato – la voz de Kingsley resonó, el rubio vio al ministro que acaba de llegar acompañado de Percy.

· Mínimo esta haciendo su trabajo Kingsley – una bruja hablo mientras se retiraba la capucha – no como la inútil que llevaste hace años – miro a la castaña - Hola Jane, ¿Cómo sigues?

· Bianca – una voz reprendió a la joven bruja

· ¿Qué? Solo pregunte como estaba, no es cosa del otro mundo – decía con una gran sonrisa de yo no rompo ni un plato – me interesa saber cómo se encuentra, ya han pasado 4 años desde aquel día.

Hermione sabia que Bianca era muy impertinente al hablar, sin tacto, pero era muy sincera y honesta, la joven pelinegra le gustaba decir las cosas sin rodeos y eso le gustaba a la castaña, pero no en estos momentos, hubiera preferido que Alonzo, llegara solo, aunque sabía que la joven estaba destilando veneno porque se sentía igual que ella en esos momentos.

Todas las miradas se posaron en ambas brujas, esperando, aunque sea una mínima reacción, se formo un silencio muy incómodo para todos los presentes.

· Es mejor que entremos y no perdamos tiempo – un castaño dijo serio e imponente mientras se retiraba la capa con la que estaba cubierto hace unos minutos, aunque solo 2 magos supieron que era para cortar el tema y no poner a la castaña mas incomoda de lo que se veía.

· Estoy de acuerdo Alexandre, no perdamos mas el tiempo, resolvamos a lo que hemos venido – Kingsley secundo al castaño – ¿Hermione?

· Eh...oh si, si claro, pasemos a la sala – el resto de brujas y magos se retiraron las capuchas, Hermione tomo la delantera para guiar a todos dentro, a sus costados venían Alexandre y Kingsley seguido de los demás y hasta el final un pelirrojo y un rubio que no entendían nada pero que la situación les ocasionaba una sensación inquietante – no sabía que vendrías Alexandre

· Magnus no pudo venir, tenía asuntos que resolver, vine en su lugar – miro de reojo a la castaña – me alegra verte, toma – como respuesta obtuvo una leve sonrisa mientras tomaba los pequeños frascos que el castaño le ofrecía y los ingería de un solo trago.

Siguieron caminando entre pasillos hasta llegar a un muro, la castaña coloco la punta de su varita, el muro se empezó a abrir dejando paso al inicio de unas escaleras; empezaron a descenderlas.

Siguieron caminando entre pasillos hasta llegar a un muro, la castaña coloco la punta de su varita, el muro se empezó a abrir dejando paso al inicio de unas escaleras; empezaron a descenderlas

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Sanando un corazón - PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora