C a p i t u l o || 31 ||

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Aun recuerdo las palabras de mi esposa, diciendo que desde ahora seria feliz. Pensamos que los problemas se habían acabado, pero terminamos equivocándonos. La operación fue realizada demasiado tarde y el tumor se había extendido. Grite, llore, pero nada de lo que hiciera cambiara la situación en la que me encontraba. Fue difícil para ella decirme lo que el doctor le había comentado, pero lo mas difícil de todo, fue decirme que mi hermano había muerto.

Las corneas, eran de mi hermano. No quise creerlo al principio, pensé que estaba mintiendo, pero la seriedad de sus palabras me confirmaban que no estaba mintiendo. Me levante totalmente confundida y exaltada de mi asiento, quería buscarlo, pero Adora trato de detenerme. Me solté de su agarre para salir corriendo hacia "El parque del recuerdo" era el mas grande cementerio de la ciudad, quería confirmarlo con mis propios ojos. 

Casi muero del dolor, cuando vi el nombre de mi hermano en una lápida. Caí de rodillas en el pasto, tratando de controlar el sentimiento de vacío que crecía en mi pecho. Pero fue imposible, no paraba de repetirme la misma pregunta ¿Hasta cuando sufriré? Mientras las lagrimas caían al suelo. Grite con todas mis fuerzas el nombre de mi hermano, como si eso pudiera traerlo de regreso. No podía entender esta vida, no podía entender el propósito de mi existencia. A veces me preguntaba... ¿Qué hubiera pasado si hubiera muerto en aquel accidente de mis padres? O ¿Qué hubiera pasado si nunca hubiera recuperado la memoria? Son preguntas que no tienen respuesta alguna y que solo nos dejan con esa inquietud en nuestro corazón.

Llegue a casa como si de un muerto se tratara, me sentía vacía, porque la única persona que me apoyo desde que era una niña, había desaparecido de este mundo. Me senté en el frio piso de la sala, mientras Adora permanecía sentada al frente mío con la cabeza entre sus piernas. Ambas sabíamos que no podíamos mencionar palabra alguna, no por el momento. Dormimos totalmente incomodas en ese lugar, pero cuando sentí que era el momento de acercarme, me levante y camine a la mujer que había elegido para acompañarme por toda la vida.

Me agache y tome sus manos con gentileza, mientras ella levantaba su cabeza. Podía ver dolor en su mirada, algo malo de tener cáncer...era que el sufrimiento caía sobre las personas que amabas. No quise que ella viera el dolor de mi interior, así que le sonreí. Fue un intento de calmarla, fue en ese momento, que decidí romper el silencio.

—Cuánto crees... ¿Qué me quede de vida, Adora? Yo, debo de agradecer con amor ese regalo que el me dio, yo le dije...que quería verte tan solo una vez y no me arrepiento, porque ahora puedo verte, es lo único que importa. Prometí ver al mundo de otra forma, le prometí eso a mi hermano, ¿Tú me ayudaras? —

Adora, accedió a ayudarme. Desde ese día, ambas tratamos de disfrutar la vida, admirando la belleza de este mundo, viajando de país en país, guardando esas hermosas vistas que nos ofrecían. Caminamos por México, Perú, Colombia, Chile, Argentina, Bolivia y España. A veces nosotros los seres humanos, no valoramos las pequeñas maravillas de nuestro propio hogar, no valoramos a las personas que tenemos cerca, incluso dejamos de valorar nuestra vida. Cuando muchas personas darían lo que fuera por estar en nuestro lugar, no elegí esta vida, pero tampoco me arrepiento de haberla vivido.

Hace unos días, fui a visitar a unas personas, para ser exactos fue días después de visitar esos países. Tenia que hacerlo, tenia que verlos y decirles lo que tengo guardado en mi interior. El primer lugar que visite, fue la misma cárcel, solo había una persona que me interesaba en ese lugar. Tuvieron que revisarme de arriba hacia abajo, por cuestión de seguridad. Pero la espera valió la pena, porque pude verlo. Desvió su mirada, no podía verme directamente a los ojos. Hasta que...

—¿Disfrutas verme aquí? —

—Calla...solo vine, a darte las gracias por todo—

—No mientas, lo disfrutas, al fin me tienes aquí—

Always | Catradora |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora