Capítulo 13: Rota 2/2

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-Buen intento, Satsuki-Imouto... pero, si no lo has entendido, tendremos que volver a empezar...- declaró, volviendo a dibujarse su Mangekyo Sharingan en sus ojos antes de que Satsuki pudiese reaccionar y gritar.

Tsukuyomi (Segundo Tsukuyomi)

Cielo rojo, paredes negras... y suelo rojo también, aunque por una razón bien diferente. Dicen que la sangre es muy difícil de quitar de un lugar, que es la peor mancha. Alguien de carácter más mundano te diría que se debe a la composición del líquido vital, a esa textura pegajosa, a su sabor ferroso... pero Satsuki e Itachi tenían otra teoría. La sangre es vida, la sangre es el color del ser humano. Ni verde, ni azul, el rojo es el color de dios... y, como tal, cuando toca algo deja una parte de si en ese lugar. Una vez, Naruto la preguntó si se sentía sola en ese complejo semiabandonado que una vez dio cobijo a centenares el clan Uchiha... Satsuki no le respondió, porque la respuesta era muy tétrica para el dobe: desgraciadamente, no. Tras esa noche, cada casa, las calles, el suelo, los parques y comercios, cada rincón quedó manchado en mayor o menor medida por sangre Uchiha, y una parte de ellos se quedó allí... el cuerpo Chunin de Konoha tardó varios días en localizar y llevarse cada cadáver, tal fue la masacre. Itachi había sido minucioso... y ella estaba siendo minuciosa.

Cómo en ese momento. Muchos se preguntaron al día siguiente, tras conocer la matanza, cómo es que Itachi no tuvo piedad de NADIE. Cómo no se cebó con los shinobi Uchiha, si es que tanto quería destruir el clan; y dejar en paz a los civiles, que en el fondo solo eran trabajadores sin poder. Con solo perder a sus shinobi, el clan Uchiha habría pasado a ser un clan civil y disolverse. La respuesta era simple: aún con su herencia diluida, seguían siendo parte de la estirpe degenerativa que era en ese momento el clan Uchiha. Cada civil, por poco chakra que tuviese, podía despertar el Sharingan, o hacerlo alguno de sus descendientes. El Sharingan no dependía del chakra en si; si así fuese, el clan Uchiha tendría muchos más tomoes que los del centenar de shinobi que aportaba a la hoja. No, el Sharingan era un potencial, estaba dormido en cada gota de sangre de los descendientes del clan Uchiha. Podías ser un bastardo tataranieto del Uchiha más miserable y débil, que si se daban los factores adecuados, despertarías un poder imparable. Los factores adecuados, para ella la maldición del clan Uchiha... esos eran los factores adecuados. Y, cuando se daban, hasta un civil era peligroso. Como comprobó en esa casa en la que estaba ahora.

En un principio, no le pareció algo diferente al resto. Una casa de tres habitaciones, cocina y baño, donde vivía algún civil de los que regentaban los negocios del complejo junto a su familia. Todas exactamente iguales, ella ya había exterminado a decenas de familias en esa situación: se escondían, huían, los mataba en los armarios, bajo las camas, en sus cunas... familias sin hijos, solteros, niños de cinco años... la daba igual. Todos eran débiles, todos debían de morir. Aquí no iba a ser diferente. El hombre intentó enfrentarle con una vieja katana, quizás la herencia de algún antepasado shinobi... eso estuvo bien, fue valiente... y fracasó miserablemente, y ahora agonizaba en el salón de la residencia con sus intestinos libres en el suelo... eso estuvo mal, dejó a su mujer y a su hija recién nacida sin defensa posible ante ella... Solo tuvo que entrar y arrebatarle de los brazos esa niña a la aterrada madre, para luego tomarla cruelmente de un pie y sostenerla en el aire, como si fuese uno de esos juguetes con los que su hermana jugaba de niña, solo que emitiendo un llanto estridente que ya tenía ganas de silenciar para siempre...

-O... onegai... no... no le hagas nada...- rogó la madre, arqueando una ceja en respuesta Satsuki. Tenía un cierto aire a su propia madre, aunque mucho menos bella, se notaba quien de la pareja civil era de ascendencia Uchiha. Pelo negro, ojos negros, figura esbelta... la hija del hijo del hijo de algún shinobi Uchiha que decidió meterla en el útero equivocado. Una mujer indefensa, sin poder... degeneración del Sharingan. Vaya puto asco. La mujer confundió su silencio con una posibilidad de salvar a su retoño, y no como lo que era... una asesina tomándose un respiro antes de seguir.- Toma... tómame a mi si quieres... haz... haz lo que quieras conmigo, no me resistiré... pe... pero... no le hagas nada a mi niña...

Satsuki Shinden: Punto de no RetornoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora