Capítulo 1: Contrastes

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La humanidad vive en un mundo nuevo, un mundo de oportunidades, un mundo de poder... la era del chakra. El continente shinobi, tras recibir el legado de la mágica energía del legendario Hagoromo Otsutsuki, se convirtió en un lugar de contrastes, un terreno donde el rey pasaba a mendigar en el arroyo y el vagabundo mostraba el poder de un dios. Y, ahondando dentro de estos contrastes, destacaba una aldea sobre el resto: Konohagakure no Sato, la aldea oculta de la hoja. Fundada por dos Shinobi contrapuestos: Hashirama Senju, el Shinobi no Kami (Dios Shinobi), un hombre de corazón generoso y gran poder que creía en unir lazos, fiel a la idea de que "dos personas unidas siempre harán más que dos separadas"; y Madara Uchiha, Densetsu no Shinobi (Shinobi legendario), un guerrero de mente de hielo y oscura esencia que creía en el poder como único medio de gobernar al ser humano, siguiendo la lógica de "el poder dará unidad, la unidad traerá progreso". Ambos encontraron un objetivo común, y de esa unión nació la aldea más poderosa del mundo Shinobi, un baluarte de poder y unidad durante más de un siglo.

Pero esa unidad no eliminó los grandes defectos del ser humano: ni eliminó las guerras, que continuaron asolando el continente; ni impidió que el negro corazón del Uchiha le hiciese traicionar a su amigo, marcando a sus descendientes como sospechosos de rebelión para el resto de los ninja; ni por supuesto eliminó la maldad que vive en cada ser humano. Una maldad que se cebó cruelmente en el último gran contraste de la hoja: un niño hecho de luz que portaba la oscuridad en su interior, y una niña hecha de oscuridad que todavía conservaba un poso de luz en lo mas profundo de su ser. Naruto Uzumaki, un niño de cabello rubio y ojos azules, huérfano antes de alcanzar la hora de vida y jinchuriki sin saberlo del terrorífico Kyubi; y Satsuki Uchiha, una niña de cabello y ojos negros, princesa Uchiha y última portadora del legendario Sharingan dentro de Konoha.

Satsuki atravesó los árboles del bosque de Konoha entre lágrimas, a la carrera, sin importarle a donde iba o lo que dejaba atrás. Su pelo negro y sus lágrimas contrastaban con la blanca nieve que cubría el paisaje, como si un borrón oscuro huyese de un terrible depredador pero fuese incapaz de esconderse de él. Satsuki huía, y lo hacía tanto en el espacio, como en el tiempo. Huía de las miradas de lastima, de las condolencias vacías, de los aduladores oportunistas y de los juicios de valor. Y huía de sus recuerdos sobre todo. Su hermano mayor, su ídolo, su ejemplo a seguir, aquella persona que significaba para ella todo lo bueno del mundo, había cometido un pecado imperdonable. Itachi Uchiha, el Anbu mas joven del mundo, el Shinobi mas prometedor de la aldea, futuro Hokage para muchos incluso, había exterminado a todo su clan en una noche de locura y espanto. Y a sangre fría... hombres, mujeres... niños. Uno a uno, sin piedad. Incluso a sus propios padres.

Pero había dejado a un único superviviente... su hermana menor. A Satsuki la había dejado con vida... y a su pesar. La supervivencia no quitaba el sufrimiento, y Satsuki estaba experimentándolo en su máximo nivel. Su hermano le había obligado a experimentar en un cruel Tsukuyomi la muerte de cada uno de sus conocidos, todo al máximo detalle, sin omitir nada. Toda la sangre, las vísceras, los gritos suplicando piedad... la muerte del niño con el que jugaba en el parque, del vendedor de pan de la esquina... de sus propios padres, degollados por la espalda... Una visión tan espeluznante que la joven había tardado días en poder tan siquiera reaccionar a los estímulos de los médicos. Una herida incurable en su psique, una cicatriz imborrable en su alma. Una y otra vez se repetía en su mente las ultimas palabras de su hermano, como un mantra.

-¿Quieres vengarte? Pues ódiame... no dejes nunca de odiarme. Céntrate en ese odio, máscalo, duerme con él, haz que te mantenga con vida. Haz lo que sea necesario para ello, que el poder sea tu meta. Y, cuando tengas mis mismos ojos... búscame. Y te daré la oportunidad de acabar con todo.- anunció Itachi Uchiha a su hermana pequeña, de tan solo seis años, que lloraba y gimoteaba en el suelo mientras miraba el cuerpo degollado de su madre. Y en los ojos del primogénito Uchiha se dibujo la señal maldita del clan de los tres aspas. El Mangekyo Sharingan.

Satsuki Shinden: Punto de no RetornoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora