Capítulo 14: Nubes Negras

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El bosque que rodea Konoha es un lugar peculiar. Hashirama Senju y Madara Uchiha no escogieron ese lugar por casualidad: para el Senju, se trataba de un lugar lleno de paz. Un claro a la sombra de una montaña y en medio de un bosque amable, lleno de caza, recursos, ideal para que los ninjas de su futura aldea no perdiesen de vista sus raíces, su conexión con la naturaleza y el entorno. Había visto las industrializadas ciudades de Hi no Kuni, y en serio quería evitar que su aldea acabase así, y ese objetivo lo logró con creces. Pero, en el caso del Uchiha, la elección se debió a razones mucho más pragmáticas. Ese bosque aislaba la aldea, era un entorno ideal para mantenerla oculta, y además a salvo. Si un ejército les atacaba, la superior noción del entorno de los ninjas de Konoha les permitirían tender mil emboscadas al enemigo. Minato Namikaze pudo dar fe de ello... y los 1000 shinobi de Iwa que mató en media hora entre esos mismos árboles, también. El bosque de Konoha era un lugar hermoso... y peligroso. Porque, en lo profundo de su espesura, nadie podía oírte gritar...

-¡AAHHHHH, NO, NO ONEGAI!- gritó en un desgarro un joven de cabello corto y negro, arrastrándose por el suelo, desesperado por sobrevivir. Un enorme reguero de sangre marcaba el lugar desde donde Shisui Uchiha cayó hasta donde había logrado llegar antes de que su enemigo le alcanzase. Una imagen terrible del creador del Genjutsu perfecto, de un Uchiha tan temido en la última gran guerra ninja que había orden de retirada nada más verle. De la cima al frío suelo... y a manos de su mejor amigo.- Itachi... eres... eres mi mejor amigo... por favor, no...

-...- en pie junto a él, con su katana manchada de sangre, el otro gran Uchiha de la última hornada del clan de los tres tomoes observaba a su víctima. Lo hacía con una expresión de absoluta tranquilidad, como si fuese ajeno a lo que estaba ocurriendo allí... como si no hubiese citado a su mejor amigo a ese lugar tan apartado, como si no lo hubiese atacado a traición nada más aparecer... como si no estuviese en realidad disfrutando de su sufrimiento. Shisui Uchiha... el talento del clan y último portador del Mangekyou, tras desarrollarlo durante la guerra, a sus pies y suplicando. Otro Uchiha débil que iba a ser eliminado. Quién iba a decirle que el motivo de su gran fama como ninja era ahora la causa de su caída... Itachi no toleraba no ser el más fuerte, por lo que había condenado a Shisui nada más verle usar su habilidad.- Cierto, Shisui... eres mi mejor amigo. Nos hemos criado juntos, hemos estado siempre el uno con el otro, incluso me presentaste a mi novia... fuera de mi madre y mi hermana, eres mi ser más querido...- por un momento, Shisui dejó de temblar y se dejó vencer por la esperanza. Quizás todo había sido un accidente, quizás todo se podía arreglar... estaba reconociendo que le quería, eso tenía que ser bueno, eso...

-IAAAARGHHH- gritó en un estertor de sufrimiento el pelinegro cuando la katana de Itachi penetró en su estómago sin la más mínima piedad, destrozando su carne. Itachi, con un gesto sádico, dejando asomar esa sonrisa que ponía los pelos de punta a propios y extraños, continuó hablando.

-... pero el ser mi persona más querida no es un golpe de suerte, Shisui...- reconoció con un tono burlesco, para luego mirar a la cámara con sus ojos tornándose en un nuevo dibujo, uno de aspas enrevesadas... la maldición del clan Uchiha, el Mangekyou Sharingan.- ...porque nuestro poder tiene un precio.

Y, tras volverse todo negro y solo oírse los gritos y llantos de agonía del difunto Shisui Uchiha, Satsuki Uchiha abrió los ojos. Tardó unos segundos en situarse, en averiguar dónde estaba. La última vez que los tuvo abiertos estaba en ese pasillo de hotel, tirada en el suelo, con Naruto sosteniéndola... ahora, en cambio, estaba en una habitación desconocida. No era la suya, ni por asomo... se trataba de una habitación demasiado luminosa para su estilo. Las paredes blancas, las sencillas mesas de madera, la limpieza del lugar... estaba en el hospital. Si, era el hospital... la bastó una mirada al lugar donde estaba tumbada para ver que era una camilla. Y, sentada en una silla, con su torso y cabeza apoyadas en esa misma camilla, estaba su acompañante. Pelo rosado, piel blanca con algunas pecas, expresión serena en su sueño... la reconocía. Sakura Haruno. Tenía que admitir que tanto color y contraste la resultaba atractivo... aunque Satsuki parpadeó unos segundos y comenzó a moverse... ella no era quien la interesaba... no era Naruto...

Satsuki Shinden: Punto de no RetornoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora