Capítulo 20: Ira

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-Urgghhh...- me puedo quejar de pronto. Y para mi sorpresa... creí que todo se había acabado hace unos instantes. Yo, flotando en esa oscuridad tras esa caída, sintiendo ese frío, oyendo la voz del kiuby a mi alrededor. Parecía el fin. Pero... no estoy muerto. O al menos no lo parece. Tardo unos segundos en situarme: estoy... estoy en una cama. Qué demonios, estoy en MI cama, y en MI piso... nadie más tiene estas colchas naranjas. Aunque algo me despista todavía... yo perdí estas colchas hace mucho, y nunca pude reemplazarlas. Nadie las fabrica hoy día en tamaño adulto, y no entiendo por qué, eran una pasada con este color naranja chillón. Me miro las manos un instante... son pequeñas, y mi piel es bastante más suave. No debo de tener más de seis años. Por supuesto, llego a una conclusión rápida.- Joder... otro puto recuerdo...

Si, es otro puto recuerdo. Tiene que serlo, hay muchas cosas en esta habitación que tuve y ya he dejado de tener. Camisetas que acabaron raídas y destrozadas, las citadas sábanas naranjas, las gafas que sustituí por mi bandana nada más graduarme... sí, esto es un recuerdo. Otra vez, como al principio de mi pelea con Satsuki. Lo que no entiendo es el sentido de este recuerdo concreto. ¿Por qué estoy recordando esto? Le encuentro menos razón de ser que los anteriores... en ellos al menos había otras personas. Pero aquí estoy solo, no hay nadie en casa. Solo yo y mis sábanas naranjas. Sábanas que perdí hace tanto... acabaron destrozadas esa noche que... ¡Un momento! ¿Qué día es hoy? No tardo en caer en la cuenta de lo que va a ocurrir. Ruidos de gente gritando en el pasillo, cada vez más cerca... metal raspando contra paredes y barandillas en el pasillo... golpes en la puerta, cada vez más fuertes... La puerta de mi piso no tarda en ceder, en caer a base de las patadas que le dan mis... adorables vecinos...

-¡Aquí está el demonio!- gritan, con sus rostros desencajados y llevados por la ira. Yo contemplo todo con miedo e intento escapar por la ventana, aunque realmente mi yo actual sepa lo que va a ocurrir. Ya lo he vivido: llego a la ventana dispuesto a saltar, dudo cuando veo la altura y esos segundos de duda son fatales. Me atrapan, y yo forcejeo mientras lloro y les grito que no me hagan daño, aunque realmente mi yo presente sabe que no necesito hacerlo. Sé lo que va a ocurrir...

-¡No vas a vivir aquí, maldito monstruo!- me chilla una mujer, mi actual vecina del quinto piso. Nunca le he caído bien, como podéis ver ahora que intenta abofetearme entre el gentío. Sí, ese gentío que está destrozando mi piso, cada mueble y cada electrodoméstico. Incluso mis sábanas naranjas que había comprado con Neko-Chan... Sí, estáis asistiendo a mi primera noche en solitario en mi piso. ¿El motivo de esta junta de vecinos? Descontento con la decisión del Hokage de alojar a un inquilino indeseado en el ático...

-¡Tú mataste a mis padres!- me grita otro hombre. En serio, ¿no ven mi cara de incredulidad cuando me acusan de estas mierdas? No he matado a nadie en mi vida, y menos cuando tenía seis años. Unidle a eso el que no entienda la inquina que me tienen, o la razón de llamarme demonio. Realmente hay un inquilino indeseado, lo reconozco... solo que yo soy el puto apartamento donde vive, dattebayo...

Realmente no sé ni porqué estoy recordando esto. Mi cuerpo se mueve solo, luchando contra el gentío, intentando huir de ahí llevado por el terror. Grito y pido ayuda mientras me levantan en volandas, rumbo a la puerta de mi piso... Objetivo: a la barandilla del pasillo, la que da a una caída de siete pisos de altura hasta llegar al pavimento de mi calle. Pero lo vuelvo a repetir... ya he vivido esto. Fue una noche donde a los ciudadanos de Konoha se les fue la olla mucho más de lo normal. Entraron, me tomaron al asalto e intentaron tirarme al vacío. Recalco el "intentaron", porque no lo lograron. No, a pesar de que mi yo de seis años está llorando, aterrado, yo estoy muy tranquilo. Nada más salir, aparecerá Neko-Chan y me salvará con su nodachi desenfundada. Solo ella... sus compañeros lo miran todo desde un tejado cercano, sin intervenir. Kami santo... olían a puro odio en ese momento. Por eso no intervinieron. Pero Neko-Chan sí que lo hizo. Apareció espada en mano, mató a un par de civiles e hizo huir al resto. Era la única Snbu que de verdad se tomaba en serio su trabajo... la única que me protegía de verdad. Por eso la aprecio tanto.

Satsuki Shinden: Punto de no RetornoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora