Capítulo 2: Rosa Tono Hokage

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Otra vez se estaban peleando... ya es la tónica habitual. Pasa cada vez que Iruka sensei anuncia duelos para probar cualquier habilidad, la que sea. Luchas uno contra uno, lanzamiento de kunai, carreras... En la academia shinobi se fomentan dos características supuestamente contrapuestas: por un lado, la competitividad; por otro; el compañerismo. Con respecto a la primera, es común que se reparta un número limitado de aprobados, siendo imposible que apruebes con solo estudiar... incluso es habitual que no se cubran todos las plazas si los aspirantes no lo merecen. No, se sigue el sistema de una oposición, y por lo tanto tu aprobado depende de ser mejor que el resto. Puedes ser sabio, fuerte, listo... que, si el resto lo son más, no serás ninja salvo milagro. Eso fomenta la filosofía del máximo esfuerzo, nadie se siente seguro simplemente estudiando, no... es común que se examine a los rivales en los momentos libres, que se buscasen tretas para facilitar ese aprobado tan difícil... En el mundo ninja no hay lugar para contemplaciones ni cantos de amor, solo para la fortaleza... al fin y al cabo, una cadena es tan fuerte como su eslabón más débil.

Pero, frente a esta competitividad, se fomenta también crear lazos. Es extraño, como si el sistema hubiese sido ideado por la mezcla de ideas de dos personas contrapuestas: alguien obsesionado con el poder, y alguien obsesionado con la mutua camaradería. Se dispone a niños a luchar casi a muerte, hasta que uno se rinda o el instructor considere que es el fin, y después se les obliga a darse la mano y comentar lo que el otro había hecho bien y mal. Una técnica que tiene unos buenos resultados... salvo en el caso de estos dos. Cómo no, en cuanto Iruka anunció duelos de combate uno contra uno, Satsuki y ese baka rubio se miraron y se desafiaron. No fallaba: lloviese, nevase o tronase; fuesen duelos de lanzamiento de kunai, combates... incluso en ninjutsu, a pesar de que Naruto no sabe ni una técnica y Satsuki ya domina la bola de fuego. Antes de que Iruka pudiese decir nada, Satsuki acudía al dojo con fingida indiferencia (puede que engañe a todos, pero no a mi... me he fijado en que ella siempre espera el reto de Naruto y rechaza con una mirada severa al resto) y ese baka ruidoso volvía a montar su espectáculo.

-¡RECORDAD ESTE DÍA! Yo, Naruto Uzumaki, voy a vencerte Teme...- todos los allí presentes negamos con la cabeza... no solo porque ya debe de llevar desafiándola cien veces con exactamente el mismo resultado, ni por ese discursito previo tan poco acertado... no, todos tenemos miedo a Satsuki. Es fuerte y extremadamente fría, ya podría ser Genin si no fuese por la edad... y es una sádica. Ya lo demostró cuando Kiba intentó invitarla a una cita: le devolvió un desprecio tan hiriente que el Inuzuka intentó golpearla... y el castaño acabó en el hospital con un brazo enyesado. Todos la tenemos miedo... salvo el baka, que incluso la llama con ese mote. Y después aguanta cada golpe sin pedir disculpas para luego volver a insultarla...- ¡Yo nunca perderé!- grita, y se lanza como un poseso a la carga... sin meditar una estrategia ni nada, como siempre...

Pero esa última frase me hace recordar. No me hace falta ver el combate, sé perfectamente cómo va a acabar, así que me dejo llevar... Vuelvo a estar en la aldea de Konoha, solo que con solo seis años. Era mi primer día en la academia, mis padres habían conseguido que me aceptasen allí tras someterme a un examen de chakra y descubrir que llegaba justo al mínimo para poder entrar. Tuvieron que hacer muchos sacrificios para pagar la matrícula, mi familia es humilde y solo tenemos el sueldo de artesano de mi padre para mantenernos, pero lo consiguieron. Sabían que la mejor forma de que yo tuviese todo lo que ellos no tenían era a través de la carrera kunoichi: un Shinobi de Konoha tiene un buen sueldo, sanidad gratis, muchas opciones profesionales lejos del campo de batalla, facilidad para trabar amistades con gente importante... el sueño de todos los padres civiles es que sus hijos sean shinobi. Quizás podría cumplir mi sueño de volverme doctora... Así que, con toda la ilusión del mundo, entré en la academia ninja... y no todo me fue bien.

Era cierto que, a nivel de clases, lo entendía todo más o menos bien. Me gustaba leer, y comprender lo que leía además, así que me adapté rápido a nivel académico. Todavía recuerdo mi sonrisa orgullosa cuando respondí bien a la definición de shinobi, había estado estudiando el día anterior para que no me pillasen por sorpresa. Creía que eso me ayudaría a hacer amigos... todo estamos aquí para aprender y yo estaba dispuesta a ayudar, el que un compañero sepa la lección es algo bueno, ¿no? Pues resultó que no. Ya con esta primera respuesta noté algunos gestos de enfado, pero me dije a mí misma que eran imaginaciones mías. Y respondí otra pregunta, y después otra mientras el profesor me halagaba... Con el tiempo descubrí que no era inteligente esperar admiración en una academia que fomenta la competitividad de esa manera. Quizás por eso prefiero la discreción ahora, porque sé que el clavo que sobresale recibe más golpes. En el recreo, en lugar de venir a hablar o jugar conmigo, mis compañeros vinieron a burlarse de mí.

Satsuki Shinden: Punto de no RetornoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora