10. Galahad Cross

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Me despertó un tufillo hediondo. Al principio no entendí bien lo que sucedía, pero lo comprendí cuando la oscuridad que me mantenía presa fue cortada por un haz de luz. Al principio tuve que achinar los ojos, ya que necesitaba acostumbrarme a la invasora luz.

La puerta de la caja crujió al ser abierta y del otro lado me encontré con Glotón, fue al ver su enorme y horrenda figura que comprendí la precedencia del tufo.

Intenté oponerme cuando me puso las manos encima, pero el hombre era más fuerte y no le costó nada sacarme de esa caja a la fuerza. Me asusté al pensar que haría algo más, pero por suerte no fue así.

Me quedé inmóvil, parada junto a la cama, sin apartar mi vista del hombre que invadía mi habitación. No podía confiar en él. Su presencia siempre encendía las alarmas de peligro en mí.

— Cronos me ordenó que te sacara y te diera algo de beber y comer — dijo cargando una bandeja con viandas y la depositó sobre la mesa de noche.

Sí, tenía mucha hambre y sed, tanta que mi garganta dolía, no sólo por cómo la serpiente la había asfixiado. Llevé una mano, de manera cuidadosa a mi cuello y rosé la zona, mientras miraba mi reflejo en el espejo junto a la cama. Tenía un collar morado que me rodeaba y hacía que fuera doloroso pasar saliva, seguramente tardaría días en sanar.

¡Cierto!, ¡la serpiente! No la había visto salir cuando Glotón me sacó de la caja. Miré velozmente hacia esta y allí estaba, sus escamas negras resaltaban en contraste con la madera clara. La criatura se veía aún más peligrosa a la luz de la habitación. Me sobresalté al ver que la serpiente negra estaba deslizándose fuera de la caja. Me colocaba nerviosa pensar que esa cosa andaría suelta por la habitación. No quería quedarme a solas con ella otra vez, bajo ningún término. Para mi alivio, la serpiente se arrastró tranquilamente por el suelo, buscando la salida. Y así, segundos después, la vi desaparecer tranquilamente por la puerta que estaba abierta.

— Vuelve con Orias — las palabras de Glotón me exaltaron. Incluso su voz tenía mal aspecto. Ese nombre otra vez.

— ¿Te refieres a Cameron? — pregunté de manera precavida, sin saber cómo esa mole reaccionaría por tomarme el atrevimiento de ser curiosa.

— Sí, ese es uno de sus nombres humanos.

No lo entendía. No entendía por qué todos parecían tener varios nombres.

— Cronos también tiene varios nombres — Cronos, así habían llamado a mi padre estas personas — En la empresa se lo conoce como — ¿Qué? ¿Mi padre era el dueño de nigrum.inc? ¿Ese misterioso empresario del que todos hablaban? — Aunque antes utilizaba el de Emmanuel Abeman — así se hacía llamar cuando estaba con mi madre.

Por supuesto, alguien que se cambia el nombre tantas veces, sólo tiene algo que ocultar, algo muy malo.

Me acerqué a la bandeja, intentando descubrir cuál sería mi cena esa noche. Gran error sacarle de encima los ojos a Glotón. Sentí de inmediato un aliento nauseabundo rosarme la nuca. Un escalofrío me recorrió completa. ¿Cómo había llegado a mi lado tan rápido y en completo silencio?

Me giré levemente y lo que vi me heló la sangre, despertando en mí el instinto de mujer más primitivo, uno de miedo y precaución. Como cualquier mujer, sabía muy bien interpretar la mirada en los hombres y podía decir que en Glotón había un deseo algo inusual y sucio por mí. Y saber eso me ponía los pelos de punta.

— Hueles delicioso — dijo cómo si sintiera el aroma de una buena carne jugosa.

— No puedo decir lo mismo de ti — me arrepentí de inmediato cuando las palabras salieron de mi boca. Sólo estaba cavando mi propia tumba.

AngelusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora